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Por lo menos tres noticias a la semana salen del mediocampista colombiano en la prensa española, sin contar las reiteradas preguntas que le hacen a Zinedine Zidane en las ruedas de prensa sobre el ‘10’ del Real Madrid. La última perla fue de AS España, en la que describieron la actuación del colombiano ante el Wolfsburgo de la siguiente manera: “intranscendentes sus 10 minutos de juego. La mamá luego echará la culpa a Zidane, que tuvo bastante. Pero su hijo no sacó rabia con un resultado adverso”. El comentario sobre la madre de James ya lo quitaron del análisis. ¿Era necesario poner el comentario sobre la mamá de James? ¿Fue un comentario, por parte de AS, mal intencionado? Claro que sí, se evidenció que fue una respuesta a lo que dijo hace unos días Pilar Rubio sobre la suplencia de su hijo en el Real Madrid. La madre fue directa y realista; para Zidane, James Rodríguez no es prioridad. Pero sí uno mira el registro de Zidane desde que llegó al banco del Real Madrid, lo que dijo doña Pilar no es mentira. En 15 partidos que ha dirigido el francés entre Liga y Champions League, James Rodríguez sólo fue titular en ocho encuentros, de los cuales terminó jugando los 90 minutos en dos oportunidades. Además, el mediocampista y capitán de la selección Colombia no ingresó al campo de juego en dos oportunidades por decisiones técnicas. Rodríguez se “ganó” la titular por la lesión del galés Gareth Bale, pero no es tenido en cuenta por Zidane para conformar el once inicialista cuando está disponible la BBC (Bale, Benzema y Ronaldo). En total, el colombiano ha disputado 617 minutos de los 1350 que ha podido jugar, un 45,7 %. Zidane no está en la obligación de poner de titular a James, pero sí se está equivocando cuando sale a decir en ruedas de prensa que el colombiano jugará y que está conforme por su rendimiento. No hay coherencia entre lo que dice y lo que hace. Si no lo va a poner, no es necesario que lo elogie o defienda ante la prensa; la mejor defensa es ponerlo en la cancha. Si bien James no tuvo un buen comienzo de temporada y dio “papaya” para perder la titular cuando estuvo Rafael Benítez, el ‘10’ demostró que su nivel creció en estas últimas fechas de Eliminatorias cuando Colombia se enfrentó ante Bolivia y Ecuador. Jugó los 90 minutos en la altura de La Paz, anotando y asistiendo, y cinco días después volvió a disputar un partido con unas condiciones climáticas totalmente diferentes en Barranquilla, aproximadamente a unos 35 grados centígrados, ese día estuvo todo el encuentro en la cancha. Fue clave para la Selección, pero no fue suficiente para ganarse un puesto en el Real Madrid. Además, tampoco sirvió para que medios como AS o Sport, hablen de él todos los días de la semana. Una declaración, una risa, un mal pase o un mal gesto ya son hechos para criticar al colombiano. Para referirse a él como un “pecho frío”, para decir que su mal rendimiento en el Madrid se debe a situaciones cotidianas. La última de Sport fue gif de tres segundos en el que James se ríe ante el ingreso de un hincha al terreno de juego en el partido que cayó el Real Madrid 2-0 ante Wolfsburgo por la Champions League. El portal afirmó que esa no podía ser la actitud del colombiano con la situación que vivía el equipo y tituló "James, cazado de cachondeo mientras calentaba en la banda". Acá puede ver la nota. Ese es el precio que James debe soportar al estar en un equipo como el Real Madrid, al club más importante del siglo pasado. Así como lo ponen de candidato para ganar el Balón de Oro cuando tiene una buena temporada, lo pondrán fuera de la casa blanca cuando juegue mal, lo tildarán de inservible, “pecho frío” y hasta dirán que es un mal jugador, en pocas palabras, es el plato fuerte de los periodistas españoles que necesitan calmar su hambre de amarillismo. Datos de James Rodríguez en la era de Zidane: Total de partidos que ha dirigido Zidane: 15 Partidos de titular: 8 Partidos completos: 2 Partidos que ingresó como suplente: 5 Partidos en los que no jugó: 2 Goles: 3 Minutos que ha jugado: 617 de 1350, un 45,7 %. Registro Liga: Real Madrid 5-0 Deportivo de la Coruña: no fue titular, ingresó al 66’. Real Madrid 5-1 Sporting de Gijón: no fue titular, ingresó al 60’. Real Betis 1-1 Real Madrid: titular, jugó hasta el 79’. 79 minutos Real Madrid 6-0 Espanyol: Jugó los 90 minutos y marcó gol. 90 minutos (6-0) Granada 1-2 Real Madrid: titular, 61 minutos. Real Madrid 4-2 Athletic de Bilbao: titular, jugó 80 minutos y marcó gol. Málaga 1-1 Real Madrid: no fue titular, ingresó al 75’. 15 minutos Real Madrid 0-1 Atlético de Madrid: titular, jugó 57 minutos. Levante 1-3 Real Madrid: titular, jugó 80 minutos. Real Madrid 7-1 Celta de Vigo: no jugó. Real Madrid 4-0 Sevilla: no fue titular, ingresó en el 76’. Jugó 14 minutos. Barcelona 1-2 Real Madrid: no jugó. Registro Champions League: Roma 0-2 Real Madrid: titular, jugó 82 minutos. Real Madrid 2-0 Roma: titular y jugó los 90 (hizo gol). Wolfsburgo 2-0 Real Madrid: no fue titular, ingresó al 85. Jugó cinco minutos Por: Jhon Álvaro Clavijo / Twitter: @siperohoyno
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Tras leer un artículo del diario El Espectador, titulado “En el Campín mandan los barrasbravas”, donde recopila el testimonio de varios asistentes al partido entre Millonarios y Atlético Nacional, quienes afirmaban haber sufrido discriminación al interior del recinto deportivo, junto con lo que yo mismo pude constatar, ya que asistí al evento, he decidido escribir esta pequeña reflexión sobre hasta dónde la rivalidad entre los dos equipos más grandes de primera división, ha pasado a ser un odio, diría casi que irracional, entre simpatizantes de sendos equipos. Antes de empezar, me gustaría precisar que no hay nada más malo que el hecho de generalizar, y que por tanto no todos los hinchas azules realizan estos penosos actos de los cuales fui testigo. Porque así como habemos quienes queremos vivir la fiesta del fútbol en paz, hay otros que dejan mucho que desear. Desde el momento en que bajamos por el puente de Transmilenio se podía ver la prevención en algunos hinchas, ya que estaban en estado de alerta, si se puede llamar así, ante cualquier posible infiltrado. Ya una vez dentro del estadio, la cosa fue a mayor. Yo me encontraba en la localidad occidental lateral sur alta, asistí con mi mamá y un amigo. De un momento a otro, se empezó a escuchar un montón de improperios hacia los paisas, el cual provenía de la tribuna oriental, sector norte. Se podía ver un tumulto de gente; habían encontrado un Paisa en la tribuna, y le estaban pegando entre varios hinchas, la policía aledaña al sector corrió rápidamente al sector para rescatar así al hincha infiltrado, quien salió escoltado por la policía bajo una lluvia de insultos. Más adelante vendrían escenas más vergonzosas. El papelón no había hecho más que empezar. Un rato más tarde, ocurrió un caso similar, también en la tribuna de oriental, sólo que en el sector central de la misma. La diferencia respecto al caso anterior, es que fuese por la proximidad policial al sector, tratarse de una mujer, o lo que sea (no lo sé con exactitud) la persona infiltrada fue retirada del recinto deportivo solamente tras recibir insultos. Cuando salió Atlético Nacional a hacer su calentamiento, fue como si la gente descargara toneladas de odio acumulado hacia unos jugadores que lo único que hacen es jugar en uno de los máximos rivales. Se repitió la escena que recoge el diario El Espectador en su artículo previamente mencionado en el testimonio al ex jugador de Independiente Santa Fe quien dice “el insulto más bajito fue HP...”, pues bien, yo alcancé a escuchar gente que le deseaba la muerte a los jugadores. Sinceramente, sentí vergüenza ajena. Una vez comenzado el encuentro, las barrasbravas entonaban un cántico bastante reconocido, en el cual se burlan de la muerte del ex defensor colombiano Andrés Escobar Zaldarriaga, quien desafortunadamente fue asesinado por sicarios tras su autogol en el mundial del 94. Había quienes sólo atinaban a seguirles el ritmo. Justo en este momento, ya que estoy narrando todo lo que observé en orden cronológico, entran las dos escenas más vergonzosas, penosas y bochornosas que pude haber visto y haber tenido conocimiento del día de ayer: la primera sucedió en el estadio, en el entretiempo, en la misma tribuna donde yo me encontraba. Repentinamente se presentó una lluvia de insultos hacia una persona a quien, en principio, no pude identificar quién era, pese a que una gran multitud les señalaba. Luego, de un momento a otro, entre un montón de personas, se levanta un hombre, quien bajo los gritos de “fuera, fuera, fuera” y uno que otro insulto, levanta un niño pequeño quien, al igual que su padre, no llevaba camiseta de Millonarios; el niño no tendría más de 6-7 años, y pese a ello, la gente no dejaba de insultarles y pedir su salida. Del segundo episodio bochornoso tuve conocimiento al llegar en la noche a mi casa, tras entrar a redes sociales para revisar lo acontecido en el partido: por redes sociales pude ver un video en el cual un grupo de hinchas en la tribuna oriental popular sur, hacían lo posible para que un hombre hincha de Millonarios, quien portaba su camisa, fuese retirado del estadio, por el hecho de que dicho hombre había asistido con sus dos hijos, quienes no llevaban ninguna camiseta o prenda alusiva al equipo capitalino. Dichos niños, a mi parecer, no superan los 7 años de edad. ¿Hasta dónde hemos llegado como sociedad cuando desde antes del partido se empieza a generar violencia con el simple uso del lenguaje en redes sociales? ¿Hasta dónde hemos llegado cuando desde antes de ingresar al estadio se empieza a “hacer cacería” a posibles hinchas de Atlético Nacional? ¿Hasta dónde hemos llegado, cuando la rivalidad deportiva pasa a ser un factor de odio, xenofobia y violencia en las tribunas? ¿Hasta dónde hemos llegado cuando se hacen cánticos ofensivos sobre un hecho desafortunado como el asesinato de una persona por haber cometido un simple error? ¿Hasta dónde hemos llegado como sociedad cuando se le desea la muerte a un jugador, que lo único que ha hecho es jugar en un equipo rival para así poder ganarse la vida y sostener a su familia? ¿Hasta dónde hemos llegado cuando ni siquiera los niños, quienes –quizás- apenas están teniendo sus primeros contactos con el ambiente del fútbol, se salvan de los insultos, la discriminación, el odio, y la xenofobia? Sería bueno que todos los hinchas que participaron en estos penosos hechos, recordaran que esto es un deporte, y que por tanto la rivalidad se queda en la cancha. No hay motivo para hacer esto, ya que a la larga esto sólo genera más violencia, lo cual corrompe nuestra sociedad. Por: Santiago Acosta González // @saacgo
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El clásico pendiente por la novena fecha de la Liga Aguila generaba miles de expectativas. No sólo por lo que representa el choque entre los dos más grandes del fútbol en nuestro país sino por el momento actual de cada uno de ellos, ubicados antes de la contienda en el tercer y cuarto puesto. El buen momento de Nacional en liga y Copa Libertadores y el repunte del “ballet azul” en las últimas fechas del rentado local invitaban a sentarse detenidamente a observar el desarrollo y desenlace del partido de partidos en Colombia. Un primer tiempo parejo, con llegadas de ambos bandos, donde los arqueros debieron esforzarse en varias ocasiones para evitar la apertura del marcador. Un primer tiempo que invitó a las 2 hinchadas a soñar con llevarse el rótulo de ganadores del crucial juego. El segundo tiempo, sin embargo fue diferente. El inteligente planteo de Ruben Israel y sus dirigidos, evitando la salida de Nacional por los costados y cortando la conexión del cerebro Macnelly Torres con la ofensiva verdolaga logró la incomodidad del conjunto paisa que no se halló en la grama del Campín, la misma que tantas alegrías le ha dado. Robayo y Estrada, los artífices de esa incomodidad. Marlos e Ibarbo fueron intrascendentes y no pesaron gracias a ellos. Millonarios presionó desde bien arriba la salida de Nacional, lo invitó al error, lo sofocó y lo arrinconó. Dos presiones, dos errores, y dos goles vitales de David Macalister Silva, un jugador que ayer en especial sudó su camiseta, y que permiten que el cuadro embajador pueda encarar lo venidero desde la tercera posición, gane confianza y se consolide su forma de jugar, a veces criticada por muchos, pero eficiente. Un párrafo aparte fue el gol del descuento nacionalista. Tan aparte que fue producto de un descuido del arquero Vikonis que no trascendió, salvo por la actitud arrogante de su autor, Berrío, quien lo cantó a rabiar sin entender que faltaba hacer otro para salvar la noche. Ganarle a los grandes y más de la forma en que se logró ayer tiene que tener al hincha azul contento. Ellos sí que saben corresponder a los buenos resultados y al buen fútbol adornando y coloreando de azul el estadio, como lo hicieron ayer. Esta es la forma en que los hinchas de Millonarios piden que su equipo juegue y demuestre pundonor por los colores que defiende. Para el fútbol nuestro, siempre será mejor ver a los grandes arriba en la tabla y peleando el título, siempre. Atlético Nacional deberá entrar en un periodo de reflexión, puesto que ayer nada salió, ni la calma, ni la definición, ni la paciencia ni mucho menos, el fútbol. Felicidades a todos los Embajadores, dueños del último clásico. ¡A disfrutarlo! Por: Iván Liévano // @ivanlievano
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Las derrotas en el fútbol como el despecho en el amor, deben durar poco, así sea de dientes para afuera. Es fútbol, el sol siempre sale y la frente siempre debe estar altiva, apuntando al horizonte. La victoria de Millonarios fue clara, diáfana y merecida. Hasta el minuto 56 el partido fue parejo, con opciones en ambas áreas pero siempre me quedó la sensación de ver a un Nacional tipo Muhammad Alí. Y no lo digo por ser el boxeador, libra por libra, más grande que ha visto la humanidad. No, Alí tenía unas fases de soberbia en las que dejaba que el rival le atizara golpes. Alí le daba la iniciativa a su retador, le entregaba la opción del puño, lo desgastaba y luego lo remataba. La diferencia es que siempre percibí que Nacional le dio muchas largas y confianza a Millonarios, y nunca lo remató. Y el azul, con un planteamiento inteligente y una dosis impresionante de actitud y sacrificio, pasó por encima de Nacional y lo noqueó. En el fútbol perdono que me pasen por encima a nivel táctico (Millonarios ayer lo hizo) pero hay algo que causa urticaria con asma: que a uno le pasen por encima a punta de actitud. Millonarios avasalló en actitud a Nacional. Salvo Franco Armani, en la nómina de Nacional no se salva ninguno a nivel futbolístico y, peor aún, repito, a nivel de actitud y entrega. Nacional quiso ganar de escudo, y ese escudo, que es sagrado y se respeta, lo irrespetaron los mismos jugadores. Mientras que el 10 de Millonarios era un derroche de entrega, planchazos (de ahí nace el segundo gol), pedir el balón, asumir las riendas del equipo. El 10 verde buscaba su "magia sublime estratosférica" en el sombrero, sombrero de mago que tampoco encontró (ese vicio de endiosar y endiosar y denigrar y denigrar, ambas igual de nocivas). Y es solo un ejemplo. Todos en el azul corrieron, metieron, sintieron la camiseta. En el verde, repito, solo Franco Armani. Y no me quedaré en nombres: no se salva nadie más. El punto es que hoy el sol volvió a salir. Uno hace digestión de la rabia, de la frustración, masca la derrota y debe escupirla. Bien lo ha dicho el profesor Rueda: "Cuando ganamos no somos el "dream Team", cuando perdemos no somos un desastre". Como suele suceder bajo el razonamiento tuitero, hay gente que pide que se vayan todos, que Rueda es un burro, que ya estamos para arder en una caldera del averno. Pero no. Este equipo ha mostrado cosas muy buenas, bellas por demás, con un fútbol que llena la retina. Seguimos en Libertadores, seguimos en el torneo local, seguimos con una nómina de lujo, seguimos siendo muy grandes. Fue una noche fatal. No para el olvido. Millonarios nos ganó muy bien, nos dio una cachetada que hay que recibir con humildad. A veces nos sobra fútbol pero nos falta humildad. Esas enseñanzas no se deben olvidar. Gran partido del azul. Felicito de corazón a sus hinchas,especialmente a mi hermano y a todos los amigos que son embajadores. Como hincha verde debo crecer en la derrota ¡Soy del Verde, Soy Feliz, siempre! Seguir a @poterios
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Todo era alegría, fiesta, optimismo. Todos pensábamos en golear para el segundo tiempo. El mito de la altura una vez más se estaba derrumbando y con razones de peso: dos goles bien confeccionados, inteligencia al jugar manteniendo bloques cortos y dando muy pocos espacios entre líneas, con los laterales (Diaz y Medina, de buen comportamiento) dedicados a la marca y todos en la cancha ahorrando energías. Teníamos 3 puntos en el bolsillo. Cinco minutos bastaron para que todo comenzara a cambiar: Un trueque en la posición de James con Cuadrado, que ellos mismos ni entendieron, el físico y la altura que comenzaron a hacer mella en el sector medular, errores que se presentan cuando el oxígeno escasea (Murillo y su mano), desorden táctico que permite espacios enormes entre líneas (segundo gol boliviano) y unos cambios que pocos entendieron, no por los jugadores que entraron, sino por los que salieron. La debacle se veía venir porque Colombia no se encontraba en la cancha. Ospina aportaba para detenerla, tratando de llenar de confianza a los cafeteros. Sin embargo, el juego en cuestión de minutos volvió a cambiar: los Bolivianos empezaron a sentir también su altura, aflojaron en presión y en marca y eso sólo bastó para que el crack colombiano y figura del partido, James Rodriguez le pusiera con un cambio de frente hermoso un dulce al novato Marlos Moreno para devorarse la cancha, para pensar por un segundo si se consagraba, pateando al arco y hacer el gol o entregar el balón al mejor posicionado. Su gran decisión le da un mayor valor a este juvenil y, por supuesto, los 3 puntos a esta Selección que venía colgada en la tabla de posiciones. Sufrido, como hace cuatro años. Duro, como siempre. Pero definitivamente son 3 puntos con los que sí o sí hay que contar. El reto ahora es mayor: conseguir el triunfo frente al líder Ecuador en la casa, porque de nada servirá estos cambiantes 3 puntos ganados ayer si no logramos los restantes en juego el próximo martes. Sin duda alguna el equipo cambiará en cada una de sus líneas, pero la fe sigue intacta. El sueño de estar en Rusia 2018, ese gran sueño, por fortuna no cambia. Por: Iván Liévano // @ivanlievano Todo era alegría, fiesta, Optimismo. Todos pensábamos en golear para el segundo tiempo. El mito de la altura una vez más se estaba derrumbando y con razones de peso: 2 goles bien confeccionados, inteligencia al jugar manteniendo bloques cortos y dando muy pocos espacios entre líneas, con los laterales (Diaz y Medina, de buen comportamiento) dedicados a la marca y todos en la cancha ahorrando energías. Teníamos 3 puntos en el bolsillo.
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La historia cruzará por vigésima octava ocasión a Colombia y Bolivia, hasta aquí la tricolor nacional cosecha 12 victorias, 9 empates y 6 derrotas ante su rival de turno. Sin embargo si miramos los duelos disputados por la selección nacional en suelo boliviano, los números marcan una tendencia muy distinta: Sumando todas las competiciones Colombia ha jugado un total de 18 partidos en este país dejando un saldo es de 9 derrotas, solo 3 victorias y 5 igualdades. Al local logró vencerlo en su patio en dos ocasiones, 1-0 por Copa América en 1983 y en 2011 cuando lo derrotó por ronda eliminatoria al mundial de Brasil 2014 (2-1). La otra victoria colombiana en suelo boliviano la consiguió en Santa Cruz de la Sierra ante Costa Rica en la Copa América de 1997. Colombia y su invicto ante Bolivia. En lo que respecta a los enfrentamientos generales, Colombia registra un invicto de ocho partidos consecutivos ante su rival de turno. De hecho Bolivia sólo ha podido marcarle 2 goles en los últimos 720 minutos disputados con la selección nacional. A pesar de ser una geografía difícil para cualquier visitante, la selección Colombia no cae en tierras bolivianas desde la ronda clasificatoria al mundial de 2006, desde entonces sumó un 0-0 en 2007, un 1-1 en amistoso en 2011 y el reciente 2-1 con Leonel Álvarez como director técnico. Pese a su dominio constante en los últimos enfrentamientos, hay que anotar que la selección nacional sólo ha ganado en uno de los últimos seis partidos disputados en condición de visitante por eliminatorias al mundial. Goles colombianos en suelo boliviano por eliminatoria Hasta aquí sólo cinco compatriotas se han reportado con goles en suelo boliviano por eliminatorias, el primero en hacerlo fue Mauricio Serna (penal) en las clasificatorias al mundial de 1998, en su orden también marcaron Freddy Rincón, Jairo Castillo, Dorlán Pabón y Falcao García. Si tenemos en cuenta los técnicos, sólo Efraín Sánchez y Leonel Álvarez son los únicos al mando de la selección nacional que han derrotado a Bolivia en condición de visitante, este último tiene el registro de ser el único timonel en sumar los tres puntos luego de visitar los 3.600 metros sobre el nivel del mar de la ciudad de La Paz. Otros datos - Por Eliminatorias a la Copa del Mundo Bolivia sólo ha ganado 1 de los últimos 11 partidos disputados. - En el Hernando Siles, Bolivia solo ha ganado uno de sus últimos cinco partidos disputados, cosechó 3 empates y 1 derrota. - Dirigida por un técnico no colombiano, la selección nacional consiguió 42 victorias, 27 de ellas al mando de José Pekerman las mismas que alcanzó Hernán Dario Gómez. De ganar el técnico argentino sería el segundo con más victorias al frente de Colombia, sólo superado por Francisco Maturana (50). Por: Javier Atencia Escudero Twitter: @JAtenciaSports Facebook: Javi Atencia Escudero
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"Uno se sentaba ahí, con piquete, con los hinchas de los dos equipos compartiendo silla, todos picando fritanga o gallina. A veces alguien llevaba una botella de esas grandes de cerveza y uno compartía viendo el partido, con los narradores de radio ahí al lado, al frente de uno, y se alcanzaba a escuchar el grito de ellos: "Vuela el 'Chontooooo'...". Por supuesto, mi abuela no se acordaba de haber visto a Julio 'Chonto' Gaviria en acción con Santa Fe en El Campín, ni tenía idea de que ese equipo fue el primer campeón, ni mucho menos sabía que 'El Chonto' fue el primer negro colombiano en ser portada de una revista nacional (en 1948 su rostro apareció en la carátula de la Revista Semana), ella sólo quería marcar distancia y contarme cómo habían sido mejores esos tiempos de finales de los 40 y comienzos de los 50, cuando en sus visitas a Bogotá desde Barranca, en plena era de "El Dorado", algún primo la llevaba a fútbol como el mejor plan que se podía hacer en la capital. "El fútbol de hoy es miedoso". Mi abuela me lo decía cada vez que sabía que yo iba al estadio o cada vez que me veía con una camiseta alusiva a algún equipo. "El fútbol de hoy es miedoso", decía, y empezaba a hacer la lista de "esos marihuaneros", "esos degenerados" y "esos hampones" que ahora iban al estadio. No importaba si yo tenía puesta la camiseta de la selección Colombia de rugby, lo que le importaba a ella era preocuparse por mi y por mi seguridad pues, insistía, "el fútbol de hoy es miedoso". Esa era mi abuela, la señora que se preocupaba, la que te decía que te quería con un plato maravilloso de comida casera o comprándome $2.000 de pan para que me sentara a fagocitar masas viendo la Champions en las tardes de miércoles, la que no podía evitar despedirse diciendo: "¡cuídese!" y difícilmente dejaba entrar a la familia a alguien que no le diera total confianza. Esa era mi abuela; la que comió fritanga en El Campín viendo El Dorado sin acordarse de ningún detalle futbolístico, sólo de "lo chusco que era ese señor Pedernera", de "lo lindo que era compartir con toda esa gente" y de "¡cómo saltaba ese 'Chonto!'". Mi abuela veía partidos de fútbol para preocuparse, pero no por el resultado -aunque siempre le iba a la Selección y a los equipos de sus nietos o su Santander natal- sino porque dependiendo del resultado a mi me iba a ir mejor o peor en el trabajo, mi tío y su esposa argentina podían discutir, mi primo se iba a poner de mal genio si perdía el Cúcuta o mi fallecido abuelo en alguna parte se iba a poner feliz porque había ganado Nacional. "Ahí estuviera su abuelo pegado a ese radio", me decía cuando le contaba que me tocaba ir a cubrir tal o cual partido, para luego rematar con el eterno "mijo, ¡cuídese!". Porque sí, mi abuela veía fútbol para preocuparse; eso era lo suyo. Hace años tenía la costumbre de regañarla, tal vez porque ella se dejaba regañar de mí con una especie de puchero que siempre terminó en sonrisa. Por eso cuando mi mamá me dijo que le hablara a mi abuela en su lecho de enferma, totalmente sedada y con una respiración entrecortada y angustiante, lo primero que le dije fue que por qué era tan terca y luego le di un beso en esas canas tan pronunciadas desde hacía un año. No sé si estaba consiente, pero necesito creer que sí, que me escuchó, pues le di las gracias por todos sus hijos y nietos, le dije que su vida había sido maravillosa y que la mejor señal de eso era que todos estábamos bien; que no tenía que seguir preocupándose. Le dije que la quiero, que todos la queremos muchísimo y que por eso mismo no valía la pena seguir peleando. Le pedí que se fuera, que lo más justo para ella era descansar pues lo merecía y que lo más importante es que se iba a quedar con nosotros, con cada uno, para siempre. Le di un beso en la mejilla y me di cuenta que el jadeo de la respiración ya no estaba. La prima Luz, que había viajado una hora antes desde Bogotá conmigo y con su mamá, Lola -la hermana de mi abuela-, para acompañarla en estos últimos momentos, entró a la habitación y le dije que ya no respiraba. Luz la trató de acomodar en sus almohadas, yo le puse la mano en el pecho y salió un suspiro. El último. Tras eso las imágenes son confusas: mi tía Gloria tratando de cuadrarle con Luz la máscara de respiración, los médicos revisando signos vitales que ya no estaban, la oficialización de la hora, la despedida de mi mamá, Gloria, Lolita y Luz entre lágrimas... Mi abuela, Leonor Serrano de Calad, santandereana hasta el tuétano, casada con paisa, madre de seis, abuela de nueve y bisabuela de la pequeña Sara, coleccionista de sellos en pasaportes, sobreviviente del 'Bogotazo', secretaria de profesión y costurera por pasión, se fue en paz, se fue sin dolor; se fue escuchándome hablarle de todos los integrantes de su nido y descansó sabiéndose querida, sabiéndose amada, sabiendo que ya no tenía por qué preocuparse más. Me quedé ahí hasta el final y con mi primo Mario la llevamos a la morgue, pero me quedo con la paz en su rostro cuando se fue. Fue un buen final para ese viaje tremendo que fue su vida. Mi abuela vio al 'Chonto' y a Pedernera mientras comía fritanga en El Campín... sólo con saber eso siento que vale la pena lo que hago. Twitter: @PinoCalad
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La "Dimayorada" fue consumada: Depor jugará como Atlético FC los partidos aplazados que DEBIÓ perder en escritorio. Fue una leguleyada brava, digna de nuestro país santanderista en la que las leyes están para darles la vuelta. Repasemos la situación: Depor, un club montado desde su nacimiento para hacer trampa, como lo demuestro en mi último post, no podía jugar este semestre pues no tiene reconocimiento deportivo de Coldeportes, toda vez que el que utilizó en los últimos años es el del Real Sincelejo, que hoy es de Tolima Real, club al que Dimayor decidió no dejar jugar para tratar de encontrar la forma de que sí jugara el Depor, equipo del viejo amigo de la dirigencia Gustavo Moreno Arango. Van cuatro fechas de la Primera B y dos de la Copa Águila en las que el Depor no jugó y sagradamente Dimayor anunció antes de cada uno de esos partidos que "no se aplazará y tendrá los efectos reglamentarios previstos para este tipo de circunstancias, asignando al encuentro el resultado correspondiente". Esto, para los que no conozcan el reglamento, quiere decir que cada uno de esos partidos tuvo que favorecer a los respectivos rivales del Depor por 3 a 0. Ahora, no sé usted pero yo he jugado en mucho campeonatos aficionados y si un equipo no se presenta a tres partidos es expulsado automáticamente del torneo, pero no, en la Dimayor no tienen esa regla y no importó que el Depor tuviera encima seis partidos sin jugar, no importó que no tuviera reconociemino deportivo, no importó que muchos estemos escandalizados con la payasada de campeonato que es la B en Colombia, a nuestros magnánimos dirigentes lo que les importa es actuar como "cofradía"y encontraron la leguleyada para que el Depor juegue bajo otro nombre: denle la bienvenida al Atlético Fútbol Club. En el parágrafo 1 del artículo 11 de la ley 1145 se estableció que “(Coldeportes) sólo podrá mantener vigentes un número igual de reconocimientos deportivos al número de clubes profesionales afiliados a la federación respectiva”. Esto implica que para darle reconocimiento deportivo al Depor, ahora Atlético Fútbol Club, debía quitárselo a alguien más, y eso hizo: este jueves Coldeportes le suspendió el reconocimiento a Real Sincelejo (Tolima Real) y a partir de ese cupo libre el Atlético Fútbol Club tiene autorización para jugar a pesar de tener reconocimiento deportivo como club aficionado. El de club profesional está en trámite, pero este viernes la Asamblea de Dimayor decidió aceptarlo. ¿No ve que hace parte de la Cofradía? Lo mejor (o peor, ya no sé si reirme o llorar) es que no sólo le dieron la vuelta a la ley para que el Depor pudiera tener reconocimiento deportivo, sino que ahora se saltaron su propio reglamento y le van a programar los partidos que no jugó y que oficialmente Dimayor anunció como derrotas reglamentarias 3-0, como partidos aplazados. Esto es un circo y claro, la excusa es que se trata de una entidad privada y que como tal puede modificar su fuero interno a través de la Asamblea, pero lo que estamos viendo es un vulgar comportamiento mafioso de "yo hago lo que se me da la gana" bajo la mirada inoperante y cómplice de Coldeportes y de los entes de control judicial... ¿o ustedes creen que la presencia de todos esos magistrados de altas cortes en comités y tribunales del fútbol colombiano son sólo para darle estatus a los mismos? Ajá.. En Colombia sobran abogados y falta justicia, lo sabemos en todos los niveles; ahora ya lo tenemos claro también en el fútbol. En Twitter: @PinoCalad
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NOTA: Les pido excusas, sé que es un blog de fútbol, un blog verdolaga, pero lo vivido en el concierto de los Rolling Stones me lleva a escribir sobre rock en este espacio. Espero me sepan comprender. Gracias. Él no paró de brincar. Yo que tenía estrés por su salud, que estaba pendiente todo el tiempo de su bienestar, quedé atónito. Desde el primer acorde del maestro Keith Richards en Jumpin’ Jack Flash, canción que de forma inusual abrió el concierto, fue como si algo hubiera penetrado su alma, fue como si un hidratante o un energizante mágico le hubiera regado sus órganos. Su rostro cambió, ya no eran sesenta y pico de años los que tenía. No, ahora tenía 20, 30, de nuevo estaba en la comuna Villahermosa de Medellín tratando de crear su propia banda: “Los Speddies del Twist”. Luchaba de nuevo por poder oír la última canción de Elvis, de los Beatles y, como no, de los Rolling Stones. Allá, en medio de los tangos, los boleros, las rancheras y los vallenatos, géneros que también conoce a la perfección y le apasionan, mi padre se hizo rockero. Luego tuvo la fortuna de vivir en Bélgica. Allá empezó a gozar con Bob Dylan, Cat Stevens, The Yardbirds, Queen, Eric Clapton, Led Zeppelin y Black Sabbath, entre otros. Pero fue allá en tierra europea, a mediados de la década del setenta, cuando yo era un niño que balbuceaba el francés, que mi padre y los Stones se vieron por primera vez en un concierto. Ellos con treinta inviernos y él con veintitantos. El amor creció y yo crecí con anécdotas, libros, cuadros y discos de Jagger y compañía. Ahí también creció mi amor y se incrustó muy dentro de mi sistema el adn del rockero, el adn de una cultura única, el adn de ser feliz. Y ahí estábamos en el estadio El Campín, sus tres hijos y él compartiendo nuestro primer concierto de rock, juntos. Logramos gambetear la fila, la lluvia, logramos acomodarnos a tiempo en unos excelentes puestos. Él vio la tienda oficial de productos de los Stones y no dudó en comprarse una gorra, no dudó en ponérsela. Estaba vestido con una gran chaqueta y encima de la gorra stoneana se puso la capucha. Yo lo miraba y pensaba: “¡Qué pinta de rockero tiene! ¡Qué bello se ve!” Fluyó el concierto con himnos como Wild horses, Before They Make Me Run, Gimme Shelter, Sympathy for the Devil, Start Me Up y Brown Sugar, entre otras perlas maravillosas, y él no se sentó. No paró de mover sus brazos, no paró de aplaudir, no paró de tararear, de cantar, de comentarnos cosas, sus ojos estaban pletóricos, brillantes, embrujados por los riffs enloquecedores de Wood y Richards, por, como bien él lo describió: “La entereza y decencia de Charlie Watts”, por Mick Jagger y todo su él, por todo lo que este genio del rock, este “frontman extraterrestre”, ofrece en una tarima. Mi padre, con un cáncer al que derrota cada día desde hace 17 años, con más de 60 cirugías de todo tipo encima, con las secuelas que todo esto le deja y le ocasiona, mi padre todos los días madruga a trabajar, va al gimnasio, hace su vida normal. Pero gracias a lo vivido en el concierto de los Stones, amigos lectores, la cosa pasó a mayores: quedé lelo. Más allá del concierto absolutamente espectacular que se vivió. Más allá de ver a un Juanes que recordó sus buenos pasos, sus pasos de rockero (queda perdonado por todos los discos malos), más allá de las palabras de Jagger, del blues orgásmico que nace de Keith Richards, del coro de mi universidad Javeriana, más allá de todo lo maravilloso, ayer entendí que es ser un Rolling Stone. Corroboré que la vida hay que vivirla plena, sin prejuicio, con respeto, encaminada hacia el gusto que lleva a la felicidad. Que mil cervezas no son graves si fueron tuyas y te hicieron feliz, que mil acordes de guitarra y mil redoblantes en la batería no son pocos. Que hacer lo que te gusta no lo paga el mejor de los sueldos. Que los que te imponen cosas son los mediocres que necesitan imponer, que si uno impone y hace feliz a otros no es imponer, es compartir. Que mover la cadera con setenta y pico de años como hace Jagger no me da derecho moral para quejarme como una nenita por el dolor de mis rodillas a mis cuarentas. Que lo mejor para una tusa es ser feliz con el rock. Que no hay nada mejor que ver a una bella mujer rockeando. Que la vida debe sustentarse en llegar a la vejez con la capacidad para rockear, no para estar lleno de achaques. Que en la vida hay que tener pasiones, sueños y se deben hacer realidad. Que cada minuto debe sustentarse en el amor y, repito, en ser feliz. Siempre que me ven con mi padre nos dicen: “Juan Guillermo, su hijo es más alto que usted”. A lo que él responde con cierto sarcasmo: “Sí, él es el alto pero yo soy el grande”. No es una respuesta soberbia, no, es una verdad a pulso que me llena de orgullo. No en vano, él, con el rock fluyendo en la sangre, no paró de saltar y gozar. No importa nada más, solo ser feliz. Por eso mi padre es un Rolling Stone, por eso yo voy en camino de serlo ¡Qué concierto sublime! Seguir a @poterios
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Gol Caracol
Entender que la Copa Libertadores es un torneo complejo, lleno de factores ajenos a lo futbolístico, aguerrido y competitivo es tan fácil como caer en el juego de la ilusión. Atlético Nacional despierta hoy entre sus seguidores esa sensación de: “Y si no es ahora, ¿cuándo?”; “ Si con este equipo no es, ¿entonces con cuál?, y preguntas por el estilo. La realidad es que cada partido que vemos de esta máquina verdolaga -porque todo hay que decirlo, es una máquina de variables, de fútbol, de propuestas, de táctica y velocidad- genera cierta ilusión que debe hilarse muy delgado para no caer en confianzas ni agrandamientos. El de ayer ante el histórico Peñarol, cuyo fútbol quedó en eso, en historia, fue un partido complejo, con un rival que vino a especular, guardarse y esperar a ver qué pescaba si se le presentaba un río revuelto. Atlético Nacional propuso fútbol desde el vamos, con varias aproximaciones que no llegaron a feliz término, sin embargo “ El Manya” con cada minuto que pasaba se sentía más cómodo en la grama del Atanasio Girardot con su doble línea de 4, inclusive a veces defendiendo con 9 hombres ubicados por detrás de la línea de la pelota. Los espacios no se daban, cada vez era más difícil traspasar el cerco defensivo montado por el “Polilla” Da Silva. Sin embargo, una jugada de otro partido, el tiro de Bocanegra en el segundo tiempo y un gran gol para él, confeccionan otro partido. A partir de ese momento los uruguayos entienden que hay que proponer, sin entender por qué no lo habían hecho antes. Los espacios se crean y las gacelas comienzan a divertirse. Ibarbo, Marlos Moreno y Copete fueron de nuevo demoledores, con un Guerra y un Sebastián Pérez respaldándolos. El segundo gol llega fácil: un contragolpe letal, yo te la doy, freno implacable, tú me la devuelves, y adentro, para seguir consolidando a este jovencito Marlos Moreno como una de las figuras no sólo del equipo, sino del torneo continental. Con el marcador a favor: tiempo para variables, tiempo para confundir más al rival y experimentar otras cosas. Macnelly Torres ingresa enchufado y propone más colectividad. Un par de movimientos más se generan dentro de la cancha. Reinaldo Rueda sabe lo que hace, y este equipo le permite hacer cosas que no se habían visto con la exitosa versión de Juan Carlos Osorio. Fin del compromiso, un gran resultado que permite liderar la tabla del grupo 4 que comparte con equipos que la verdad no han ofrecido mayor cosa, aunque eso no es culpa de Nacional, y permite que el hincha hoy amanezca diciendo: ¿Será que me ilusiono? ¿Será que puede ser esta vez? La ilusión se consigue gratis. Es fácil obtenerla. Dicen que es mala. Sin embargo este gran Atlético Nacional, entiendo que el camino es “largo y culebrero” y que la confianza en exceso es perjudicial, puede regalar grandes alegrías a toda su hinchada y al país. Y si es gratis, entonces ilusionémonos. Por: Iván Liévano Martínez // Twitter: @ivanlievano