El impacto de la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) de la NASA contra el asteroide Dimorphos en septiembre de 2022 marcó un hito en la exploración espacial. Este evento alteró la órbita del astro y generó una nube de escombros que ahora está siendo rastreada por científicos.
Según estudios recientes, estos fragmentos podrían llegar a la Tierra en los próximos años.
Misión DART desvía asteroide Dimorphos
La misión DART fue diseñada como un experimento de defensa planetaria para probar si un impacto cinético podría desviar un asteroide potencialmente peligroso para la Tierra. El objetivo elegido fue Dimorphos, un asteroide de 151 metros de diámetro que orbita a su compañero mayor, Didymos.
El 26 de septiembre de 2022, la nave DART impactó con éxito contra Dimorphos, acortando su órbita en más de media hora.
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El impacto de la misión DART no solo alteró la órbita de Dimorphos, sino que también lanzó una nube de escombros al espacio. Estos fragmentos varían en tamaño, desde partículas diminutas hasta piezas del tamaño de una pelota de tenis.
Utilizando simulaciones avanzadas, los científicos determinaron cómo estas partículas se desplazarán a lo largo del tiempo y descubrieron que algunas de ellas podrían ser capturadas por los campos gravitacionales de Marte y la Tierra.
Restos de asteroide llegarían a la Tierra: ¿cuándo?
Uno de los aspectos más fascinantes de este fenómeno es la posibilidad de que los fragmentos del asteroide generen una lluvia de meteoros visible desde la Tierra. Según un estudio publicado en The Planetary Science Journal, las partículas más rápidas podrían llegar a Marte en tan solo siete años, mientras que las más lentas tardarían alrededor de 13 años en alcanzar la Tierra.
¿Impacto de restos de asteroide en la Tierra sería catastrófico?
Aunque estos fragmentos son demasiado pequeños para causar daño, podrían crear un fenómeno único: la primera lluvia de meteoros provocada por el ser humano.
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A pesar de las preocupaciones iniciales, los expertos coinciden en que los fragmentos del asteroide no representan una amenaza catastrófica para la Tierra. Las partículas son demasiado pequeñas para causar daños significativos y, en su mayoría, se desintegrarían al entrar en la atmósfera. Sin embargo, el fenómeno ofrece una oportunidad única para estudiar los efectos de los impactos cinéticos y mejorar nuestras estrategias de defensa planetaria.