Pekín acaba de autorizar el uso comercial de los primeros taxis sin conductor. Parecen automóviles normales y se detienen en la acera para recoger pasajeros, sin embargo no tienen ninguna persona al volante. Equipados con sensores en el techo, estos vehículos sólo pueden transportar dos usuarios a la vez y un humano siempre está sentado en la parte delantera, listo para tomar el volante en caso de imprevisto.
Actualmente, esta flota de 67 taxis sin conductor solo está en servicio en Yizhuang, en los suburbios meridionales de la capital china, a unos diez kilómetros del centro de la ciudad de Pekín.
Y es probable que pasen años antes de que los automóviles puedan circular sin intervención humana alguna, ya que la plena autonomía tropieza con considerables obstáculos técnicos y jurídicos.
Pero la luz verde concedida el jueves al gigante chino de internet Baidu y a la empresa emergente Pony.ai, que cuenta como accionista al fabricante de automóviles Toyota, ya es en sí un avance significativo.
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La reserva de taxis sin conductor se realiza a través de un teléfono celular. Con la ayuda de una aplicación, los pasajeros indican el trayecto que desean realizar. Luego son recuperados por un vehículo repleto de electrónica, que lleva además un radar giratorio.
En el entorno a veces anárquico de las calles de la capital, el vehículo acelera, frena y toma las curvas con seguridad.
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Los pasajeros que utilizan estos coches llamados 'Apollo Go' pueden ser recogidos y transportados desde o hacia 600 puntos fijos.
El precio de un viaje de 6 kilómetros durante el período de prueba actual de los taxis sin conductor es de 2 yuanes (menos de 31 céntimos de dólar), contra 38 yuanes (6 dólares) aproximadamente en un taxi clásico.