Los piques ilegales, esas carreras que se dan en medio de la noche a toda velocidad se están convirtiendo en un problema en todo el país, carecen de control, también de reglas y su único requisito es tener un vehículo, una calle desolada y el deseo de meterle el acelerador hasta el fondo. Séptimo Día conoció a varias familias que afirman sus vidas cambiaron dramáticamente por culpa de un pique. Matías Puertas es un niño de cinco años quien, a mediados del año 2015, según su familia, fue atropellado por un hombre quien participaba en un pique ilegal cerca de Pereira. Los estragos físicos fueron irreversibles y a partir de allí comenzaron a vivir todo un calvario.
“Nos cambió la vida, todo fue una tragedia porque el niño pues tenía cinco añitos y todo se nos volvió un caos. Nunca nos había pasado eso en la vida y Matías quedó muy mal, tenía una hemorragia. Entonces el médico no sabía si debido al golpe la hemorragia era interna, o sea, se había reventado algún órgano o algo y él sangraba por la nariz, oídos y boca. La persona que le causó esto a mi hijo estaba haciendo piques y en ese momento venía en contravía”. Viviana Romero es la madre de Matías, un pequeño niño, según su testimonio, víctima de un pique ilegal en Dosquebradas, Risaralda.
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“Sufrió un trauma craneoencefálico, le tuvieron que hacer una cráneotomía, tuvimos que alimentarlo seis meses por gastro, quedó cieguito debido de un infarto en el nervio óptico. Él no es el mismo niño que era cuando tenía 5 añitos”. Matías era un soñador y un conversador innato, nació en ‘La Perla del Otún’, Pereira. “Matías nació el 6 de noviembre del 2009, me enteré de que iba a ser mamá, cuando tenía 28 semanas. Asustada porque pues otro hijo, ya tenía una niña y me dio pues como mucho susto, pero pues fue la felicidad más hermosa que llegó a mi vida”.
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Creció en un hogar rodeado de cariño junto a su madre Viviana, su hermanita Manuela y Alexander Puertas su padre. Viviana Romero y Alexander Puertas, dos operarios de una fábrica de confecciones, el 21 de marzo del año 2015 cuentan que se encontraban trabajando como de costumbre y esa noche sobre las 8:30 p.m. fueron a recoger a sus hijos Manuela, de seis años y Matías, de 5, donde los abuelitos, quienes los cuidaban de lunes a sábado. Todo transcurría con normalidad y debían regresar a casa.
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Sin embargo, esa noche la vida les cambiaría: “mi hermano nos trajo y nos dejó sobre la avenida cerca a la casa. Yo crucé con el niño hasta el separador, me asesoré que los carros pues que suben y no venía nada, cuando bajó los que hacen piques y nos arrollaron a los dos”.
Ese día, aproximadamente a las 9:10 de la noche, Viviana en compañía de su familia intentaron cruzar una vía que es bastante concurrida. Sin embargo, no se percataron que una moto venía en contravía, la cual impactó fuertemente a Matías, el menor de tan solo cinco años, quien rápidamente fue trasladado hasta una clínica. Por su parte, el responsable del accidente huyó sin percatarse que había dejado los documentos de identidad en el lugar de los hechos. Allí también hicieron presencia las autoridades quienes auxiliaron a Viviana y a su pequeña hija, quienes estaban conscientes a diferencia de Matías, quien se debatía entre la vida y la muerte en el Hospital Santa Mónica.
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