¿Se imagina que después de haberse ilusionado con tener por fin una casa propia y de haber entregado sus ahorros para lograrlo, se entere que el terreno destinado para ese sueño no es apto para la construcción de vivienda? Es un drama que le está ocurriendo a decenas de familias en distintas regiones del país, quienes hoy no solo siguen viviendo en arriendo, sino que temen que perdieron todo lo que tenían.
Séptimo Día conoció varios casos donde al parecer se usa la figura de asociaciones o copropiedades en donde varias personas son agrupadas para comprar un gran terreno que luego es dividido entre todos. También existen ofertas en las que el terreno ya existe y es loteado para entregar porciones más pequeñas a los propietarios. El primer caso, ocurrió en Funza, Cundinamarca donde más de 2.000 personas se declaran afectadas.
Te puede interesar: La investigación por parte de la familia de Milena Molano fue clave para descifrar su asesinato
“Uno con la idea de tener una casita donde meter uno su cabeza para no estar uno volando, pues yo saqué mis ahorros y los entregué”. “íbamos a tener una casa para vivir dignamente, el lote era todo lo que necesitamos”. “Uno sí se siente triste porque tanto luchar por tener una vivienda y una forma de vivir mejor y no se ha podido lograr”, como ellos, otras más de 2.000 personas en Funza, Cundinamarca, según lo que aseguran los denunciantes, sienten que perdieron todo lo que con tanto esfuerzo habían ahorrado.
Publicidad
“Nos ilusionaron con esta asociación y queremos que se nos haga realidad este sueño que tenemos muchas familias”. Todos aseguran que se ilusionaron con ‘Villa de la Esperanza’, una asociación que nació en 2010 en ese municipio y que, según ellos, prometía que con la unión y el ahorro de todos comprarían un lote, que luego se dividiría para la construcción de sus viviendas.
No te pierdas: ¿Milena Molano fue víctima de su esposo con una doble vida? Su familia reveló detalles
Publicidad
“Yo trabajaba en los cultivos de flores, trabajaba mucho tiempo extra para ahorrar esa platica”. Humberto Linares actualmente elabora como vigilante, es tolimense, tiene 58 años y ha vivido más de dos décadas en Funza y él afirma que se siente frustrado porque ve perdida su esperanza de tener casa propia. “Fueron muchas aguantadas de hambre, mucho trabajo para conseguirlo, ya hace 11 años $700 mil era mucha plata, para nosotros era mucha plata y desafortunadamente por falta de educación, falta información, nosotros caemos en las trampas”.
Como él, Deisy González, una operaria de 48 años y madre cabeza de familia de tres hijos, también cree que la engañaron, dice que le ofrecieron una modalidad que vio posible para sus condiciones de vida: “nos prometieron que la ONG nos iba a ayudar, pero también debíamos tener unos recursos, que teníamos que ahorrar por cierto tiempo mientras compraban el lote a donde iban a gestionar nuestras viviendas”. El sueño de estos colombianos de construir su casa propia se desvaneció, pues afirman ser víctimas de falsas promesas.