Dicen que cuando hay dinero de por medio es cuando realmente se conoce a las personas. En el caso de la familia Rodríguez, la ambición logró romper el lazo más fuerte de todos: el de madre e hija. La decisión de vender un terreno que hacía parte de una herencia terminó en un asesinato. Séptimo Día conoció este caso en el 2018.
La historia comenzó en una finca de Chía, en Cundinamarca, donde vivía el señor Álvaro Rodríguez y su familia. En su vejez él tomó una la decisión de dividir entre su esposa y sus siete hijos su bien más preciado, un terreno de casi una hectárea ubicado en la sabana de Bogotá.
Lo dividió en ocho pedazos y dejó unos planos donde estipuló cada lote a qué hijo le pertenecía. Al parecer todo estaba muy claro, pero tras su muerte habría surgido un conflicto entre Lucrecia, la madre, y su hija Patricia, la más rebelde de las hermanas Rodríguez.
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Consuelo, otra de las hermanas, recuerda a Patricia como una persona muy alejada de la familia y con la cual no tenían una buena relación. Por esta razón, Lucrecia, al parecer, no pensó que ella fuera a reclamar el lote que su padre le dejó.
Pero se equivocó y un día Patricia puso en venta su lote. El 10 de enero de 2010 fue a verlo con unos posibles clientes, pero su mamá Lucrecia Rodríguez la recibió con una actitud muy agresiva.
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La mujer habría enfurecido al enterarse de que su hija iba a vender el lote que su papá le había dejado como herencia. “O me muero o se muere ella”, afirmó la madre en el video que hay de evidencia sobre lo sucedido ese día.
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Así fue el crimen
Lucrecia cumplió su promesa y terminó asesinando a su hija de un garrotazo en la cabeza ese mismo día. Aunque el crimen quedó registrado en dicho video, Lucrecia se declaró inocente y se desmayó en plena audiencia.
Tras alegar enfermedad, la mujer recibió el beneficio de casa por cárcel y siguió viviendo al pie del lote que le costó la vida a su hija.
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Séptimo Día interrogó a la madre por lo sucedido y afirmó: “Ya le tocaba morir... a mí no me dolió la muerte de mi hija”, aseguró Lucrecia.
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Por su parte, Consuelo, hermana de Patricia, sí lamentó aquella tragedia que marcó a su familia. “Era nuestra hermana, o sea, es una parte de nosotros, nosotros no queremos la muerte de nadie”, aseguró.
La ambición de una herencia terminó en tragedia y dejó una marca profunda en una familia de la sabana de Bogotá.
Reviva la investigación completa de Séptimo Día acá: