En 1996, una pareja danesa adoptó a una bebé, en Villavicencio. Durita Thomasen fue la alegría para esta familia que añoraba construir un hogar lleno de amor. Ella se crio en Islas Feroe, un archipiélago del Reino de Dinamarca, hasta que en su adolescencia quiso saber sobre sus padres biológicos. Séptimo Día conoció el caso en el 2018.
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"Ellos me dieron todo ese amor, más amor del amor que nunca podía haber pedido. Mi madre siempre, desde pequeña ,enseñándome a cocinar cosas ricas, a ser una persona decente y educada. Ser buena persona y siempre sonreír”, afirmó Durita Thomasen.
Víctima de discriminación y abuso sexual
Pese a vivir en un entorno lleno de respeto, a sus 5 años empezó a batallar contra el bullying de sus compañeros por su color de piel. La discriminación que ella sufrió era apenas un eslabón en una larga cadena de dolorosas circunstancias que tuvo que enfrentar.
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“Era Halloween en la escuela y todo el mundo estaba disfrazado. Yo decidí que quería ser blanca, porque odiaba demasiado ser oscura. Entonces, yo quería convertirme en una persona de tez clara, utilice maquillaje para verme más similar al resto de los niños”, reveló Durita, quien recordó los difíciles momentos que vivió por el maltrato por parte de sus compañeros de clase.
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“Otros niños le decían ‘tú no eres como nosotros, tú no perteneces aquí, tú color es diferente’. Ella me preguntaba ‘¿por qué yo soy morena?’. Fue algo muy difícil de explicarle, pero le dije ‘Dios no nos hace a todos iguales’...’No los escuches porque ellos están celosos porque tú eres mucho más linda que todos ellos’”, mencionó la madre adoptiva de Durita.
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En medio de la incertidumbre y el sufrimiento, sus padres adoptivos le revelaron la verdad de su origen, pero los problemas se intensificaron. “Me veía vulnerable”, dijo al referirse a un vecino que abusó sexualmente de ella cuando tenía 7 años. “Sentí que estaba muriendo, no podía hablar, no podía moverme ni hacer nada”, agregó.
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La incertidumbre de una adopción
En la documentación entregada de su adopción, Durita pudo reconocer el nombre de dos de sus hermanas y su nombre de nacimiento, por lo que decidió complementarlos para llamarse Durita Ana Alejandra Granada Thomasen, para hacer honor a sus raíces.
Durita emprendió una incansable búsqueda por encontrar a su madre biológica, pero a sus 18 años quedó embarazada y dio a luz a su hijo. Este suceso frenó su investigación, aunque la volvió a retomar un año después.
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A principios de 2017, Durita se contactó con varios grupos de Facebook para que la ayudaran a dar con el paradero de su mamá. Allí conoció a Diana Umaña, una mujer que le devolvería la esperanza a esta joven. Sin conocer a sus familiares, Umaña hizo todo lo que estaba a su alcance para encontrar a la familia biológica, hasta que Durita recibió un mensaje que decía: “Encontré a tu familia”.
Tras 7 meses en contacto con su familia en Colombia, planeó un viaje inesperado para conocer a su mamá y a sus cinco hermanas, mientras ellas organizaban una bienvenida. “Es una felicidad inmensa, uno no tiene palabras”, mencionó Adriana, hermana de Durita.
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En Villavicencio, Durita y sus padres biológicos se sometieron a una prueba de ADN cuyos resultados se enviaron a Bogotá. Los análisis revelaron que Luis Hernando Rincón no era su padre biológico. Entonces, María Yuberney, madre biológica, confesó que había tenido una relación sentimental con otro hombre fuera de su matrimonio, y que fue Rincón quien no quiso aceptar a la menor, por lo que la dejaron en el ICBF.
Durita descubrió la razón principal por la que su madre la abandonó y agradeció a su familia adoptiva por haberla acogido y brindado todo el amor que nunca le faltó. Regresó a Dinamarca con sus padres adoptivos y, ahora sin miedos ni incertidumbres sobre su pasado, reconstruye su vida basada en el amor y la tranquilidad.
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Reviva la investigación de Séptimo Día aquí: