Que un recluso condenado por un delito tenga acceso a un celular dentro de una cárcel para seguir delinquiendo sería algo impensable en muchos países del mundo. Precisamente porque cometió un delito merece ser castigado y se considera que tras las rejas no podrá seguir delinquiendo y lastimando, pero en Colombia, según las denuncias, miles de personas inocentes son víctimas de crímenes cometidos desde las cárceles. Reciben llamadas y mensajes extorsivos que terminan en robos y estafas, también en violentos secuestros e incluso homicidios. Séptimo Día investigó dos de los casos más graves que se han presentado este año en el país: extorsiones tras las rejas que terminaron con un desenlace fatal para dos familias en el departamento del Meta.
En Colombia, en un patio de una cárcel las autoridades han encontrado más celulares que reclusos. “En el año 2022 incautamos 16.300 equipos celulares y 15.000 sim cards”. Celulares ocultos detrás de las paredes, enterrados en el suelo, camuflados en colchones, ropa y hasta en gaseosas. “En un patio de 1.300 presos puede haber hasta 3.000 celulares”. Teléfonos desde donde se pueden originar miles de llamadas al día, con voces distorsionadas para estafar, mensajes de texto con links para clonar datos y redes sociales; una extorsión tras las rejas que está asfixiando a los colombianos.
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“El 94% de la extorsión a una persona, a un colombiano, se lleva al interior de un centro carcelario y penitenciario de este país”. Incluso, las cárceles catalogadas de máxima seguridad en Boyacá, en Valledupar, en Ibagué o en Bogotá se habrían convertido, según las denuncias, en sofisticados call centers de la delincuencia.
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Sandra Forero y Marisol López aseguran que este fenómeno criminal les destruyó la vida. “Hay dos familias destruidas completamente y todo dentro de una cárcel”. Para ellas, esas llamadas y mensajes extorsivos desde una cárcel terminaron en uno de los casos de mayor horror y violencia que se han conocido este año en el país con esta modalidad. Todo comenzó a mediados del 2022 en las tierras del Llano colombiano. Pedro Ferney Novoa representaba a ese colombiano pujante que con mucho trabajo logró forjar un próspero negocio. Acrílicos del Meta era la empresa de este comerciante en la ciudad de Villavicencio hace más de 20 años. Su trayectoria en la industria le permitió ser conocido en todo el departamento.
Ferney, de 49 años, gozaba de la prosperidad de su empresa de acrílicos, pero también en algunos casos obtenía ganancias con la comercialización de tierras en el departamento del Meta, un negocio en el que su gran consejero era su primo Hugo Aranda. En agosto de 2022, ambos fueron a mirar unas tierras para un posible negocio, pero fueron retenidos por personas que se habrían identificado como integrantes de las disidencias de las FARC. Gracias a la investigación del Gaula de la Policía, se descubriría que este secuestro se planeó y ordenó desde una cárcel del país.
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