Séptimo Día explora lo que sienten y viven los conductores a diario al transitar por las vías nacionales cuando se enfrentan a situaciones de estrés, ansiedad o conductas de imprudencias al volante por parte de otros actores viales. Expertos en el tema analizan cada uno de los factores físicos y emocionales que provoca la ira tras el volante.
¿Cómo se manifiesta la ira tras el volante en el cuerpo? ¿Cómo se puede controlar para evitar tragedias? Aunque existen muchos factores externos que pueden detonar la ira tras el volante, expertos aseguran que se trata de un comportamiento que cada conductor puede controlar con un buen manejo de las emociones, pero esto se aprende. Hay ejercicios que se pueden hacer y están al alcance de cualquiera. Hay dos caminos: dejarse dominar por la ira y terminar protagonizando violentos casos o dejarlo pasar y seguir con su camino. Expertos aseguran que la furia al manejar tiene tratamiento y existen recomendaciones que todos los conductores pueden aplicar.
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Según estudios, cuando el trabajo es manejar, la ira es un riesgo mayor y tiene unas consecuencias físicas según el médico Jairo Morantes, quien ha estudiado esta patología: “Cómo se manifiesta la ira que llega a sentir un conductor? La ira es una emoción normal que se presenta en las personas, este estimula una serie de hormonas destinadas a aumentar la energía del cuerpo... aumenta la adrenalina, cortisol y testosterona, todas estas van a llevar a que aumente la frecuencia cardiaca, respiratoria, aumenta la presión arterial”.
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Unos síntomas en el cuerpo que Séptimo Día quiso mostrar en tiempo real con la ayuda de un conductor de transporte intermunicipal, su nombre es Sergio Lemos y en el Hospital Universitario Nacional de Colombia el médico Morantes le conectó estos equipos que miden la tensión y el ritmo cardíaco: “¿En este momento cómo se encuentra nuestro conductor antes de subirse al volante? Se encuentra con una presión arterial normal, la frecuencia cardíaca normal, también la saturación de oxígeno y la respiración”.
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Ahora vamos a evaluar, qué tanto varían estos niveles cuando Sergio este al volante y se enfrente a situaciones que puedan desencadenar su ira. Solo con unos minutos de recorrido por la Avenida de Las Américas, una de las más congestionadas de Bogotá, los cambios en el cuerpo según el médico no tardaron: “llevamos aproximadamente 15, 20 minutos de trayecto y podemos ver que aumentan los niveles de adrenalina, la presión arterial”. La razón: conductores que señala Sergio son imprudentes.
De acuerdo con el doctor: “Cuando iniciamos, la frecuencia cardíaca que estaba alrededor de 60, 65, ahora estamos alrededor de 100, 110. Lo mismo nos pasa con la presión arterial, subió más de un 30%”.
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