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El dolor e incertidumbre de las familias de los mercenarios colombianos en la guerra de Ucrania

Séptimo Día relata la esperanza que tienen tres familias de mercenarios colombianos que decidieron irse a la guerra de Ucrania, pese a nunca estar de acuerdo con su partida.

Son alrededor de 2 mil expolicías y exmilitares colombianos que han llegado a la guerra de Ucrania para luchar con el vecino país de Rusia. Algunas de las razones se basan en la pasión por el combate, una mejor situación económica para sus familias, un futuro estable para sus hijos y entre otras, el deseo de vivir diferentes experiencias, aunque comprometan su vida.

Pero, ¿qué pasa con sus seres queridos que se quedan en el país esperando su regreso? Sin duda, hay millas de inquietudes, pese a apoyar a sus familiares para irse a una guerra de la que no saben si volverán. Séptimo Día conoció las historias de algunos de los colombianos que están haciendo frente a la lucha en Ucrania, pero, sobre todo, les preguntó a sus familiares qué sintieron tras esta decisión.

Las llamadas, videollamadas y mensajes a veces ya no son suficientes para la tranquilidad de estas familias que anhelan verlos pronto. Son cuatro mujeres las que siguen esperando a que sus familiares sigan con vida. Un día sin saber de ellos, es un día de angustia y de sobre pensar las peores cosas.

Es muy difícil estar aquí sin saber nada, será qué mi hermano si va a volver, será qué si nos va a escribir”, mencionó Angie Andrea, hermana del mercenario Óscar Triana.

Por otro lado, Gina, esposa de Audel Rojas, se sienta a rezar en un pequeño altar por la vida de su marido, pues explicó que a él le dio miedo sentirse estancado en su país. “El tema de los sueldos, de los pagos y eso. Poder darles un buen estudio, darles un techo, entonces él como que se afanó demasiado”.

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Él nunca se conforma, él siempre está queriendo ser mejor, tener más estabilidad con su familia y con todo lo que necesitamos”, agregó Gina. Pese a la decisión tomada por Audel justo antes de irse, su esposa le rogaba que se quedara, que lucharan juntos y que no importaba si tenían que aguantar un poco más.

Por medio de las videollamadas, Gina les muestra a sus hijas y se ríen, aunque no dejan de sentir preocupación por Audel. “Me ha llamado llorando, me ha llamado angustiado, de pronto él tiene sus bajos de ánimo en donde me dice como que ya no”.

Sin embargo, no le queda de otra más que apoyarlo y esperar a que pronto vuelva a casa. Ya son cinco meses desde que Audel se fue a la guerra de Ucrania, son cinco meses que Gina no ha podido tener tranquilidad.

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Uno aquí no dimensión tanto, de pronto sí hay conflictos aquí en Colombia, pero no es tan complejo como uno ve allá. Y después, de uno ver y enterarse un poco más de lo que estaba pasando allá, pues más difícil se fue tornando toda la situación, más angustias”, dijo.

Jineth, novia de Joan Sebastián, no contó con la misma suerte de las otras familias. Ella junto a su hijo menor de 3 años, mantuvieron la esperanza de volver a seguir recibiendo las llamadas y los videos que le enviaba su pareja para darles evidencia de estar con vida.

Acá en Colombia era muy duro y él quería un mejor futuro para su hijo. Entonces que la única manera de ayudarle era yéndose para allá”, mencionó Nelsy Cerón, mamá de Joan Sebastián, en medio de lágrimas. “Yo no me imaginé que eso fuera tan duro, sin embargo, el día que se iba a ir le dije que no se fuera”, agregó.

Esas son las últimas palabras que recuerda a Nelsy que le dijo a su hijo antes de tomar la decisión de dejar a su familia. Hoy, lamentan la pérdida de la vida de un guerrero.

Asimismo, está la familia de Óscar Triana, quien dejó a su hija menor Nicolle, con el anhelo de volverlo a ver y tener esos momentos maravillosos que tenían cuando estaban cerca. “Un compañero de él, que me escribió y me dijo que a mi papá no lo encontraban, yo me puse a llorar horrible porque fue un pensamiento de que a él lo habían matado”, expresó.

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Después de recibir estás noticias, la familia de Joan y Óscar no se resignan en saber algo de ellos, de sus cuerpos, sus cenizas o al menos tener la ilusión de que siguen con vida.

Yo solo quisiera saber algo de él, a veces siento que puede estar bien. Algunos ucranianos los cogen, entonces a veces pienso que lo tienen, pero ya ha pasado mucho tiempo hubieran dado una señal”, afirmó Nicolle.

Para ellas, sus familiares siguen latentes en su corazón, sienten tristeza y lloran su partida. Se aferran a sus hijos, a las ganas de luchar por ellos, aunque no dejan de pensar que habrían podido tener un final diferente si no se hubiesen ido a la guerra de Ucrania.

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