Dairo y Wilmar Rivera Rodríguez eran unos campesinos muy conocidos en una zona rural del departamento de Bolívar, pero en marzo de 2019 desaparecieron e inmediatamente las autoridades iniciaron una intensa búsqueda. Al principi, las autoridades sospechaban que un grupo armado o una banda delincuencial podría estar detrás de su desaparición, sin embargo, la investigación tomó un giro inesperado. Séptimo Día conoció el caso en 2021.
Los dos hermanos campesinos fueron secuestrados en su propia finca mientras se encontraban junto a sus trabajadores de confianza. Personas desconocidas que vestían uniformes verdes y botas los intimidaron con armas y amarraron a los jornaleros del lugar.
Al parecer, estos dos hermanos no tenían ni amenazas ni problemas con alguna persona de la zona, por lo cual el secuestro encendió las alarmas de la familia Rivera Rodríguez. Rápidamente, las autoridades iniciaron la investigación del caso y se trasladaron a la finca donde hablaron con los trabajadores.
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La tarde del día del secuestro la familia recibió una llamada donde les exigían 350 millones de pesos por el rescate de los hermanos. Por ello, la Policía solicitó la información relacionada a este número de teléfono.
Los hermanos Dairo y Wilmar Rivera Rodríguez llevaban más de una semana secuestrados y las autoridades no descartaban que un grupo armado estuviera detrás de su desaparición, pero esta hipótesis perdió fuerza cuando se estableció que un equipo celular utilizado por los captores había estado en la finca desde antes del secuestro.
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¿Quiénes se habían llevado a los hermanos?
Tras el hallazgo, todos los trabajadores del lugar, incluido otro hermano que se encontraba en la finca el día de los hechos, eran sospechosos del secuestro. Las autoridades los entrevistaron uno a uno para encontrar más información.
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Luis Clemente, uno de los trabajadores, relató que ese día durante el secuestro a él se le perdió su celular. Aunque su número celular no coincidía con el del que llamaron los secuestradores a pedir el dinero a la familia, ahora eran dos equipos celulares vinculados al caso.
El Gaula de la Policía trabajaba día y noche para dar con los dos hermanos secuestrados. Ya tenían una importante pista: establecieron que en una finca se utilizaba el teléfono celular con el que los secuestradores habían llamado a pedir el rescate.
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Se trasladaron allí y una mujer los atendió, quien manifestó que el teléfono era de ella, pero también era usado por su pareja. El teléfono mantenía constante comunicación con cuatro líneas telefónicas e identificaron a tres de los dueños de ellas.
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El 15 de mayo de 2019 fueron capturados los señalados en tres operativos simultáneos en municipios del departamento de Bolívar. Dos de ellos tenían antecedentes penales y habían pertenecido a grupos armados.
Las autoridades descifraron el caso así: Javier Divasto, sería el eslabón principal, y Carlos Viloria, el esposo de la señora dueña del celular donde los presuntos secuestradores pidieron rescate a la familia Rivera y Guillermo Ariña, quien robó el celular de Luis Clemente.
Tras la captura, manifestaron que los hermanos fueron asesinados y enterrados cerca del lugar de los hechos. Sin embargo, una cosa era capturarlos y otra establecer cuál fue la razón del crimen.
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Guillermo Ariña rompió el silencio y llevó a las autoridades al lugar donde se encontraban los cuerpos. Medicina Legal estableció que fueron asfixiados. El Gaula le informó a la familia lo sucedido.
Se identificó al dueño de la cuarta línea telefónica: Nelly Luz Yepes Posso, quien era esposa de una de las víctimas, Wilmar Rivera. Dos meses antes del secuestro ellos se separaron.
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La mujer fue capturada y decidió guardar silencio ante las autoridades, pero Javier Divasto confesó que Nelly Luz Yepes lo había contratado.
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Al parecer, la mujer contrató a estos hombres para secuestrar y asesinar a su esposo ya que dos meses antes se habían separado y ella le exigió el 50% de sus bienes, pero él se negó y le pidió tiempo.
A todos los involucrados se les imputaron los delitos de secuestro extorsivo agravado y homicidio agravado. Dos de los implicados aceptaron cargos. La familia de las víctimas pide justicia en el caso.
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Vea el capítulo completo de Séptimo Día aquí: