En Colombia, los conflictos por herencias son cada vez más frecuentes y han resultado en disputas fatales entre parientes, que buscan quedarse con la mayor parte del patrimonio. En 2018, Séptimo Día recogió el testimonio una familia que, tras la muerte del padre, se han abierto rencillas por el dinero. Además, reveló que en el país pocas personas dejan por escrito un testamento para evitar discusiones en el futuro.
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Bernardo Corchuelo murió en un accidente de tránsito en 1992. Él no definió el destino de sus bienes; quizá, si lo hubiera hecho, su esposa Anita Kaida no viviría un calvario.
El 28 de abril de 2018, Anita fue brutalmente golpeada y violada por un hombre. “Me apretaba, me ponía las manos en el cuello y cuando yo ya no tenía respiración para nada, yo dejé caer mi cabeza y cerré mis ojos”, afirmó. Como pudo, avisó a su sobrina y, tras ingresarla al centro médico, los exámenes arrojaron que sí había sido víctima de abuso sexual. Para su familia, había una clara intención de asesinarla.
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“Ellos pensaron que ella se había muerto ahí, porque ella se desgonzó totalmente, de pronto al hacer el abuso dijeron ‘abusamos’, obviamente ella sale asfixiada y que van a decir ‘que fue una violación’”, mencionó Astrid Guerrero, sobrina de la víctima. Pero ¿quién quería hacerle tanto daño a esta adulta mayor?
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Según la víctima, la persona que habría enviado al hombre para hacerle daño era Ana Lucía Corchuelo, su hijastra, debido a una disputa que habían tenido por la herencia de su esposo. Las sospechas eran más que claras para sus familiares, ya que conocían la amarga situación y rivalidad que ambas vivían.
¿Qué ha pasado con la famillia tras la muerte del padre?
Bernardo Corchuelo tuvo una vida amorosa con cuatro mujeres, de las cuales quedaron cinco hijos. Este hecho desató una guerra entre las familias, ya que cada heredero quería una parte de la herencia.
Según la ley, el 50% de los bienes debe repartirse por partes iguales entre quienes demuestren ser hijos biológicos o de crianza y el otro 50% debe ser para el cónyuge.
El abogado Martín Castañeda, quien en ese entonces era el defensor de Anita, explicó que en ese encuentro la familia Corchuelo decidió no acatar la ley y prefirió llegar a un acuerdo informal.
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Anita renunció a reclamar ante un juez la mitad de la herencia de su esposo y aceptó que su parte quedara a nombre de su hijastra Ana Lucía, quien se comprometió a que le entregaría a Anita el 50% de lo que le corresponde.
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“Su hijastra, de manera solapada, venía preparándole toda una puerta judicial para arrebatarle lo que le correspondía a Anita”, explicó el abogado. Por ello, con las escrituras a nombre de Ana Lucía hay un fallo para desalojar a Anita del terreno en el que ha vivido medio siglo.
Mientras este problema sigue siendo una incansable lucha por la tranquilidad, Anita confía en que la justicia la ayudará. Mientras tanto, ella solo vive con el dolor de la pérdida de su esposo. “Si hubieran dejado un testamento, con toda seguridad ella tendría su parte y podría culminar los últimos días de su vida de manera digna”, concluyó su abogado.
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