En abril de 2012, en Esmeraldas, Ecuador, el pequeño Iván Andrés Alcívar Ceballos y su madre, Silvia Paola, fueron secuestrados por delincuentes colombianos, según su relato. Séptimo Día conoció está historia, de la que se salvaron gracias a la astucia del niño.
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En el momento de los hechos, la familia estaba dedicada al comercio de pescado y era muy reconocida en la zona por sus productos. Por ello, era normal que tuvieran que trasladarse a varios lugares para recoger los pedidos. El día de lo ocurrido, Silvia le pidió a Iván que la acompañara a los pueblos, mientras su esposo estaba en otras labores.
Cuando iban por carretera cinco hombres encapuchados dispararon contra el piso y detuvieron la camioneta. “Interceptaron el vehículo...Me alcanzaron a pasar la cinta por la boca, pero yo alcance a romperla y después quisieron amarrarme con el pasamontañas”, le contó Iván Alcívar a Séptimo Día 6 años después del suceso.
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>>>Desaparición de enfermera reveló aterrador crimen que involucraría a su esposo Silvia aseguró que los secuestradores eran colombianos y que mencionaron que el plan de secuestro era para su esposo, pero como él no iba en la camioneta decidieron raptar a sus familiares. Un veterano pescador se percató del hecho y avisó a las autoridades.
A Iván Andrés y a su mamá los trasladaron en una lancha durante 16 horas hasta llegar a su destino. "Me estaban exigiendo 500 mil dólares...Ni vendiendo todas mis cosas llegaba a eso”, afirmó Silvia.
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Al día siguiente, el esposo de Silvia recibió en su casa unas instrucciones por parte del grupo antisecuestro y le instalaron en su teléfono equipos de grabación.
En medio de la incertidumbre, su esposo estaba consiguiendo la cantidad de dinero exigida por los secuestradores, pero era un monto muy difícil de obtener. Tras más de 20 días de cautiverio, Iván (esposo) logró tener $75 millones de pesos y ellos aceptaron el pago.
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Un milagro ocurrió durante el secuestro
Dos semanas antes del secuestro, los padres de Iván le habían regalado un IPod por su gran desempeño en la escuela y ese pequeño aparato terminó salvándoles la vida. Iván se lo había escondido entre su ropa y nunca fue descubierto por los captores.
Con la ayuda del grupo antisecuestro (Unase) y con la estrategia y valentía de Iván, quien tomó unas fotografías realizadas con IPod, se pudo establecer el paradero de las víctimas de extorsión. “Las fotos que yo estaba tomando eran de vida o muerte porque si se daba cuenta el secuestrador nos podían matar”, subrayó.
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Los secuestradores recibieron el pago, pero decidieron dejar en libertad solo a uno de los dos. El menor se quedó con ellos y su mamá salió con el IPod escondido entre su ropa. Entonces, las autoridades ecuatorianas iniciaron una incasable búsqueda con la ayuda de las fotografías de Iván para dar con su paradero.
En un operativo conjunto a las autoridades colombianas encontraron la vivienda en la que se encontraba el menor, en una zona controlada por las hoy extintas FARC, en medio de la selva. El rescate fue todo un éxito.
Desde junio de 2012, en Popayán, José Tovar Arango, uno de los secuestradores, paga su condena de 44 de prisión por el delito de secuestro extorsivo agravado.
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Vea la investigación completa de Séptimo Día aquí: