Datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que en algunas regiones del mundo se está consumiendo más del doble de la cantidad de sal recomendada al día.
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Efraín Gómez, cardiólogo y jefe UCI cardiovascular de la Clínica Shaio en Bogotá, explica que “el promedio mundial es alrededor de 10 gramos de consumo de sal, que es realmente excesivo. El consumo de sal que se considera apto y el que recomienda la Organización Mundial de la Salud es por debajo de cinco gramos de sal al día”.
Lo anterior quiere decir que lo ideal es consumir lo equivalente a una cucharadita de sal en todo el día, sumando no solo la sal que se agrega, sino también la que proviene de cada alimento y líquido que se consume. Si es menos, mejor.
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Por eso se insiste en medidas sencillas que ayudan a reducir estas cantidades.
“Reducciones muy graduales del consumo de sal, primero en la casa, y se va logrando lentamente. Una de las cosas que ha logrado impacto es, por ejemplo, el retiro del salero de la mesa. Lo otro que está cobrando mucha fuerza son los sustitutos de la sal, las sales ricas en potasio”, complementa el doctor Gómez.
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Además, a la hora de cocinar, reemplazar la sal, por ejemplo, por ajo, cebolla, perejil o pimienta, que también resaltan el sabor. Sin embargo, con esto no basta si se tiene en cuenta que tres cuartos de la sal que se consume al día vienen de la llamada sal oculta.
“La mayoría de los alimentos procesados o de las bolsitas, etc., traen una cantidad de sodio bastante importante. Nadie la considera como importante, pero es un aporte muy importante de sodio o sal como cloruro de sodio a la dieta. Entonces la sal puede estar ingresada por esos productos procesados y, adicionalmente, la que se adiciona en el consumo normal”, aduce el doctor Gómez.
A la hora de hacer cuentas, también el pan, las salsas, aderezos, galletas saladas, comidas precocidas, embutidos enlatados, paquetes y otros productos ultra procesados están sumando al total de sal que usted consume a diario.
De ahí la importancia, por ejemplo, de leer las etiquetas. Esa es una decisión fundamental para proteger la salud cardiovascular tanto de las personas que ya tienen condiciones como hipertensión, como de los sanos.
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“Es un proceso de largo plazo en el cual, como dicen, la cuenta de cobro de la salud cardiovascular se lo pasa después. Especialmente porque en la medida en que yo aumento la presión arterial, mi riesgo cerebrovascular se aumenta. Por dos milímetros de mercurio de aumento de la presión arterial, yo puedo aumentar un 10% el riesgo de eventos cerebrovasculares. Parece no importante dos milímetros que puede uno notarlo en el día a día, pero va impactando a largo plazo”, concluye el doctor Gómez.
Lo más importante es la prevención y eso incluye enseñar a los niños desde muy pequeños sobre alimentación saludable y, por lo tanto, bajo consumo de sal.
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La doctora Fernanda Hernández asegura que “el aguacate no necesita sal, tampoco las ensaladas, ni el chontaduro, ni el mango o el limón. Y por favor, no agregue sal antes de probar los alimentos. Insisto, el exceso aumenta la tensión arterial y eso, a su vez, eleva el riesgo, entre otros, de infartos del corazón y trombosis cerebrales. Es irrefutable menos sal, más salud”.
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