Hasta la mitad de los contagios de COVID-19 se ha dado en los hogares y en reuniones. Por eso, todas estas celebraciones que vienen, desde novenas, matrimonios y por supuesto Navidad y fin de año, representan un enorme riesgo si no se toman las medidas.
Esta temporada y los reencuentros son importantes, pero hay que reinventarse y acortar en todo sentido las celebraciones y las muestras de afecto.
Lo menos arriesgado es estar al aire libre, con poca gente y conservando el autocuidado.
“Tratemos de celebrar en espacios que tengan buena ventilación, usando el tapabocas correctamente y practicando el distanciamiento físico, especialmente con aquellos miembros de nuestra familia que sean más susceptibles a las complicaciones”, manifestó Christian Pallares, médico epidemiólogo.
Publicidad
Un modelo matemático de la universidad de Massachusetts en los EE. UU. muestra, por ejemplo, que en un espacio de 20 metros cuadrados, ventilado, con 10 personas que mantienen las medidas de prevención y hablan en un tono normal, la seguridad se mantiene hasta los 71 minutos, pero este tiempo disminuye a 14 minutos cuando los asistentes se quitan el tapabocas.
“Utilizar siempre tapabocas para que de esta manera disminuyamos al máximo la posibilidad de contagio. Al momento de consumir alimentos, hacerlo en un lugar que esté muy ventilado, con las ventanas abiertas, y procurando evitar la conversación entre las personas”, señaló Juan Carlos Cataño, infectólogo de la Universidad de Antioquia.
Publicidad
En el caso de que las ventanas estén cerradas, las personas no usen tapabocas y hablen en voz alta la infección se produciría en apenas nueve minutos.
“Ofrézcale a sus invitados alcohol glicerinado, una vez cuando ingresan y varias veces durante la reunión esté pasando con el alcohol para que se lo froten en las manos. Evite que la reunión gire en torno a la comida, prefiera actividades lúdicas donde la gente comparta con distanciamiento físico y sin tener que retirarse la mascarilla, disponga los puestos de las mesas lo más distante que pueda, ojalá un metro”, explicó María Angélica Maya, infectóloga.
Si se quiere volver a celebrar como antes, cualquier sacrificio vale la pena por proteger la vida, la familia, en especial a los más vulnerables a las complicaciones.
“Que esas reuniones sean con el menor número de personas posible, ojalá solo esas personas que conviven bajo el mismo techo, evitando interactuar con personas de otros hogares”, subrayó Cataño.
Publicidad
Recuerde que así sea un familiar, el hecho de que viva en otra casa y tenga su cadena de contactos por el trabajo y actividades que realice lo convierte en potencial foco de contagio. Por eso, no se debe relajar la protección.
Vea, además:
Publicidad