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Probióticos: ¿en qué casos funcionan y cuándo pueden ser peligrosos para la salud?

Hay una especie de moda que pocos beneficios trae para la salud y es la de consumir libremente probióticos. Sin embargo, estos funcionan en casos muy puntuales. Le contamos en cuáles.

¿En qué casos funcionan los probióticos y cuándo pueden ser peligrosos para la salud?

A los probióticos les han atribuido muchas propiedades para la salud y resulta que sí funcionan, pero solo en casos muy puntuales y cuando realmente están indicados. Por ejemplo, muchos recurren a ellos después de cuadros de diarreas o de gastroenteritis sin saber qué tipo de probiótico consumen, porque no es uno solo y cada uno tiene funciones puntuales, y sin tener en cuenta el tiempo de uso.

Los probióticos no son para tomarlos indefinidamente o solo un par de días y mucho menos sin saber si realmente hay una deficiencia. Así las personas se exponen a otro tipo de efectos negativos. Entonces, no se trata de tomarlos sin ningún control.

Los probióticos se volvieron famosos, además, sinónimos de saludable, y en el mercado se encuentran en diferentes presentaciones y en diversos productos. Empecemos por aclarar que son bacterias buenas que viven en el cuerpo y tienen funciones claves, como las del tracto digestivo.

“Disminuyen, por ejemplo, el PH del intestino y eso hace que haya menos producción de bacterias. Otra de las cosas es que produce moco protector en el intestino. También produce algo que se llama los lantibióticos, que son ciertos antibióticos que produce el mismo organismo y que evitan que las bacterias colonicen. Otra cosa importantísima es que producen algo en el sistema inmunológico que se llama inmunoglobulina A. Finalmente, los probióticos lo que hacen es controlar una serie de procesos y producir algo que se llaman ácidos grasos de cadena, que sirven para el cerebro, para el sistema inmunológico y para el hígado”, explicó el doctor Luis Miguel Becerra, presidente de la Asociación Colombiana de Dietistas y Nutricionistas.

La principal fuente de probióticos son los fermentados como el yogurt, la kombucha o el chucrut, y, más allá de la alimentación, solo en casos puntuales se recomienda su formulación.

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“Las personas que sufren de algunas enfermedades como las diarreas frecuentes, la enfermedad inflamatoria intestinal, la colitis ulcerativa, personas que han tenido síntomas de gastritis por Helicobacter pylori, esas personas los necesitan; niños que han tenido diarrea durante mucho tiempo, patologías como el síndrome de intestino corto. Y algunos estudios ya han empezado a evaluar el uso de probióticos en obesidad, Akkermansia y en la alergia a la proteína de la leche de vaca”, complementó el doctor Becerra.

Consumir probióticos sin un diagnóstico claro no es una práctica inofensiva ni siquiera para, supuestamente, curar cuadros de gastroenteritis en los cuales con una dieta liviana, hidratación y reposo es más que suficiente.

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“Si yo consumo muchos probióticos, puedo hacer que diferentes procesos en el organismo cambien y deterioren mi estado de salud: puedo empezar a sufrir de diarrea, de estreñimiento, empezar a tener problemas de distención abdominal muy severos y, en últimas, empezar a tener problemas acidobásicos que pueden llegar a deteriorar la salud e inclusive hasta la muerte”, advirtió el doctor Becerra.

Incluso, ante la sospecha de un desequilibrio de estos microorganismos benéficos, denominado disbiosis, que produce síntomas como distensión abdominal, cambios del hábito intestinal, entre otros, es necesario consultar para realizar los exámenes necesarios.

“Hay dos exámenes que ya tenemos disponibles en Colombia, que es un recuento de probióticos en las heces, que se puede hacer por tándem o por cromatografía. Característicamente un coprológico y hacemos un recuento de probióticos y decimos cuáles cepas están afectadas”, concluyó el médico.

El tratamiento con probióticos suele durar dos semanas, tiempo suficiente para garantizar que la vellosidad intestinal se ha regenerado.

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