Durante dos años los 500 voluntarios de Santander en recibir la prueba de la vacuna contra el coronavirus serán somerieos a chequeos médicos.
El primero en inyectarse la dosis fue Carlos Carreño, un hombre de 50 años, quien dice que el proceso salió bien. Asegura que se la aplicó porque “toca pensar en el problema que está generando ese COVID , entonces como voluntario pues uno piensa en la humanidad y en que tenemos que desarrollar esta vacuna y lo mejor es eso, es ponerme como voluntario para cualquier reacción que pueda generar o algo”.
La vacuna real se le aplicará al 50% de los pacientes inscritos. La otra mitad, sin saberlo, recibirá un placebo o solución salina, con el fin de demostrar o descartar su efectividad en los vacunados. Su aplicación es en la parte superior del brazo, como la mayoría de las vacunas.
El jefe de neurología de la Fundación Cardiovascular de Floridablanca, Federico Silva, dio detalles de esta modalidad: “metodológicamente es mirar qué porcentaje de personas hacen COVID en el grupo de vacunas y qué porcentaje hace COVID en el grupo de placebo. Si los que hacen COVID están en el grupo de placebo, pues indudablemente la vacuna está funcionando”.
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Los expertos advierten que los voluntarios podrían presentar reacciones adversas como malestar general, dolor de cabeza, fiebre, pero hay que hacer seguimiento a la evolución a medida que se aplique la vacuna.