A lo largo de la historia, el ayuno ha sido practicado por diferentes culturas y religiones del mundo como una forma de honrar a los dioses o pagar una penitencia ante ellos en una especie de ritual. Sin embargo, con el paso de los años, las personas que hacían ayuno empezaron a notar cambios positivos en su organismo y se comenzó a emplear este hábito por razones de salud.
El ayuno consiste en abstenerse de consumir alimentos y/o bebidas por un periodo determinado de tiempo, que puede variar según el motivo o la persona. En la actualidad, esta práctica ha sido utilizada por muchas personas a modo de dieta para bajar de peso y se ha demostrado, en diferentes estudios, que tiene efectos positivos para la salud en la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes o enfermedades del corazón.
Por otro lado, este hábito puede generar efectos secundarios negativos para el organismo, como dolores de cabeza, fatiga y mareos, que suelen desaparecer después de unos días de suspender el ayuno.
De acuerdo con el médico endocrinólogo Iván Darío Escobar, hay diferentes formas de implementar la práctica del ayuno en la vida cotidiana según las necesidades individuales de cada persona, pero no lo recomienda si el objetivo principal es la pérdida de peso, ya que considera que hay otros métodos para hacerlo que son más efectivos.
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El experto de la salud propone acoger hábitos de vida saludable, manteniendo una alimentación sana y equilibrada, disminuyendo las porciones de alimentos progresivamente, para que pueda ser sostenible con el tiempo. Asimismo, sugiere eliminar el consumo de las harinas, los alimentos ultraprocesados, las gaseosas y bebidas azucaradas, que son los productos que más tienden a generar aumento de peso.
Escobar asegura que “el problema es sostener el ayuno en el tiempo” cuando las personas están acostumbradas a comer de tres a cinco veces en el día y afirma que “esta dieta de moda” puede generar rebote al dejarla, es decir, que la persona volvería a ganar peso rápidamente.
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“La mayoría de personas con obesidad tienen trastornos compulsivos de alimentación. Quieren resolver un problema de 10, 20 o 30 años con una dieta”, comenta el experto y plantea que es necesario hacer un cambio en el estilo de vida para lograr atacar el problema desde su origen.