Mauricio Esteban es un hombre que siempre toma todas las medidas recomendadas ante la pandemia del COVID-19 cuando sale de su casa. Tapabocas, distanciamiento y constante desinfección de manos hacen parte de su ritual.
Sin embargo, reconoce que alguna vez que acompañó a su hermana a una diligencia y se relajó cuando llegó a la casa de ella. Por estar “en confianza” dejó de usar el tapabocas y resultaron los dos infectados.
“Ya cuando estábamos en el apartamento de ella nos desinfectamos, nos lavamos las manos, pero nos retiramos el tapabocas. Desafortunadamente ella apareció con el virus y yo aparecí con el virus dos o tres días después”, cuenta Mauricio.
(Vea aquí: "Es momento de cuidarse, no de reunirse y contagiar a los demás": familiares de víctimas del COVID )
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Los infectados de la familia, que en total fueron tres, sobrevivieron al coronavirus. Sin embargo, confiesa él que quedan secuelas:
“yo no puedo hacer ejercicio, me fatigo muy fácilmente, se me va el aire e incluso llego a marearme. Subir escaleras es difícil también, me toca muy lentamente. Me dejó dolores de cabeza, cortos, pero intensos”.
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En diciembre las personas se van a reunir, de eso es consciente, pero pide no bajar la guardia y mucho menos pensar que porque se trata de la familia el COVID no va a estar presente.
“Lo primero es ser responsable con uno mismo y con las personas a su alrededor, saber que el virus está ahí y mata. Utilizar el tapabocas permanentemente. Tratar de mantener contacto con la familia por el celular o visitarlos con responsabilidad”, son los consejos, ya conocidos, pero importantes de recalcar siempre.