Un inesperado accidente por poco cobra la vida de una mujer británica que se cortó el pulgar con una bola de boliche mientras practicaba este deporte con su novio. De acuerdo con su relato, la herida le provocó sepsis y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de manera urgente.
La protagonista de esta historia, que fue identificada como Nakita Harden, reveló en un medio local que el corte se produjo al introducir el dedo en uno de los orificios de la bola de boliche, pero decidió ignorar el hecho y seguir jugando. “Al principio no pensé en nada de eso. Te arañas todo el tiempo”, dijo al medio Caters.
Después de la intensa jornada de bolos, en la noche, la mujer de 33 años comenzó a sentirse mal, así que decidió notificarle a su pareja, Jordan, ya que “sentía un dolor insoportable” en el dedo lastimado. En ese momento, ambos se dieron cuenta de que la piel del brazo de Harden se estaba poniendo roja, primero por puntos y luego se formó una línea.
En vista de la situación, su pareja mencionó que esa línea roja que estaban observando podría desarrollarse debido a un envenenamiento en la sangre, según un artículo que había leído, pero no se molestaron en buscar ayuda profesional. "Estábamos un poco preocupados, pero no me sentí mal", admitió la mujer.
Sin embargo, Jordan le advirtió que si el asunto empeoraba debían ir al hospital porque podría ser sepsis. Cabe mencionar que esta condición puede desarrollarse como respuesta extrema del cuerpo a una infección y puede considerarse como una emergencia médica potencialmente mortal si no es tratada a tiempo.
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La condición de Harden empeoró durante el transcurso de la noche y se levantó con debilidad en el cuerpo, al punto de que le costaba moverse por su propia cuenta. De esta manera, su pareja la llevó inmediatamente a urgencias y los médicos detectaron el grave estado de salud en que se encontraba la mujer, así que le dieron prioridad a su atención.
Rápidamente, los expertos sometieron a Harden a una cirugía para eliminar la infección y evitar que se siguiera propagando, sin necesidad de amputarle el dedo. “Traté de observarlos. Los sentí cavar en el hueso y me sentí un poco mareada. Pensé que me iba a desmayar. Casi muero”, declaró.
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Aunque los médicos eliminaron la mayor cantidad posible de la infección, no pudieron coserle la herida porque estaba justo en el nudillo; no obstante, esta sanó con el tiempo y los constantes cuidados del personal en el hospital.