La mayoría de las personas que tuvieron COVID-19 se recuperan por completo en unas semanas. Sin embargo, incluso aquellos que han tenido versiones leves de la enfermedad, pueden seguir presentando síntomas después de su recuperación inicial. Uno de los más usuales es la fatiga que, si persiste prolongadamente, podría convertirse en un síntoma de alarma.
“La fatiga es el síntoma más frecuente después de salir de la fase aguda de COVID-19 llegando a estar hasta en ocho de cada diez personas con síntomas persistentes”, asegura el Dr. Jaime Pineda, internista de la Clínica Sanitas.
Es el caso de Edwin, un paciente con síndrome de fatiga crónica, que lleva un año soportando síntomas que muchos normalizan y que son importantes. “Va uno andando y siente que los pulmones no son lo suficientemente grandes para el aire que necesita uno, me estaba ahogando y tenía problemas de respiración”, nos cuenta Edwin.
Síndrome de fatiga crónica
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Si la fatiga después de haber tenido COVID-19 se prolonga por más de 3 meses, es mejor consultarlo con un especialista pues podría tratarse de un síndrome de fatiga crónica, un trastorno complejo caracterizado por fatiga extrema que empeora con la actividad física o mental, pero no mejora con el descanso.
Una persona puede llegar a experimentar los siguientes síntomas:
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- Ahogo
- Sueño no reparador
- Molestia en el pecho
- Falta de aire
- Dolor de cabeza frecuente
- Rechazo al estar de pie
Al momento de experimentar cualquier síntoma que se prolongue y sea exacerbado lo más importante es consultar con un especialista. Ellos están encargados de hacer los exámenes oportunos y determinar cuál es el factor que los está causando y en caso de que sea síndrome de fatiga poscovid iniciar el tratamiento adecuado.
¿Qué no se debe hacer?
Actualmente las páginas y las redes sociales pueden instruirnos positiva o negativamente. En este caso si se trata de COVID-19 es mejor no seguir ninguna práctica recomendada por personas no autorizadas y especialmente no automedicarse. Podría ser peligroso y en vez de mejorar podría atentar contra su propia salud. Por otro lado, expertos recomiendan no normalizar el estado de afectación.
Tratamiento
Edwin explica que la fase aguda del COVID-19 fue leve, lo difícil ha sido vivir casi un año con esa fatiga que además viene acompañada de dolor en las articulaciones. Por fortuna, gracias a un tratamiento integral desde hace dos meses ha empezado a mejorar. “Yo tuve COVID-19 en marzo del año pasado y aún siento fatiga. No ha sido un tema que se terminó la fatiga; de hecho, se ha mantenido. Ingresé a un plan poscovid y a punta de terapia y exámenes he mejorado bastante".
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Hoy ya hay en el país unidades de atención para pacientes con síndrome poscovid con el objetivo de aliviar los síntomas, mejorar la calidad de vida y avanzar en el entendimiento de este virus. unidades que han desarrollado un tratamiento para cada síntoma tras superar el COVID-19. Por ejemplo, para la fatiga se realizan terapias físicas moderadas e individualizadas, acompañadas de un reporte de los signos vitales que se le toman al paciente. Por ahora se sigue aprendiendo sobre estas secuelas, pero lo que se sabe es que con el tiempo y con los tratamientos adecuados la fatiga se irá.
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