Viven con un celular en la mano y son expertos en internet, pero también es una generación que puede tener grandes dificultades para comunicarse con quien está al lado.
Nadie les niega que son innovadores, creativos, propositivos, audaces, arriesgados, productivos y descomplicados. Pero tienen otras características no tan celebradas.
“Se tiene la connotación de que los milenials son perezosos, poco obedientes, van muy a su bola, con libertad, pero en su propia casa hay fricciones con sus padres por la falta de comunicación familiar”, señala Diana Riaño, doctora en psicología.
“Están más pendientes de los amigos que de la familia”, dice una madre de milenial.
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“Están con ese celular en el baño, almorzando, almorzando. Se perdió la buena costumbre de dialogar”, se lamenta un padre de familia.
Computador, tablet o celular no les puede faltar. Los usan todo el día para estar en las redes sociales, chatear, enviar mensajes de texto, compartir imágenes y videos, ver videoclips, y algo más.
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La tecnología les cambio el concepto de jugar y les refundió la noción del tiempo.
“Para un joven pasar 6 horas jugando es normal. Para ellos jugar es online, el verbo cambió de sentido”, señala Mario Castaño, director técnico de Cintel.
Ellos son conscientes de su dependencia, pero poco les importa. Sus problemas no son solo en casa, sino en el trabajo, en el estudio, en las calles.
“Yo hablo con un milenial y no sé si me están poniendo atención o no. Tienen dificultad para relacionarse”, señala la psicóloga Riaño.
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Ellos quieren tener un millón de amigos pero, ¿de qué amigos hablan?
“En Facebook pueden tener 5 mil amigos, pero a la hora de tener un problema y contactar a alguien no tienen con quién”, indica la doctora Riaño.
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El tema parece anecdótico, pero esta adicción esconde problemas crecientes de soledad y depresión entre estos muchachos.
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