Fue cerca del mediodía del pasado 6 de marzo de 2020 cuando, desde Catam, el Ministerio de Salud anunció a través de un comunicado el ingreso de la primera persona contagiada con COVID-19. Se trataba de una joven de 19 años proveniente de Italia.
El presidente Iván Duque , a partir de ese momento, pidió al país extremar las medidas de bioseguridad.
Inmediatamente se activaron todos los protocolos y las personas que tuvieron contacto con la joven fueron aisladas.
En ese momento, el país pasó de estar en alerta a una estrategia para contener el virus.
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Diez días después, en Bogotá, la alcaldesa Claudia López declaró la alerta amarilla ante el crecimiento de casos positivos en la capital.
Esto apenas era el preámbulo del primer simulacro de aislamiento preventivo y las posteriores decisiones de restricción a la movilidad en el país.
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A partir de ese momento, la vida de los colombianos cambió por completo. El tapabocas se convirtió en una de las prendas de vestir obligatoria, las reuniones sociales desaparecieron y empezaron los confinamientos obligatorios.
Así van las cifras del coronavirus en Colombia:
Personal médico habla tras un año de lucha contra el virus
“Veíamos en China cómo se preparaban y cómo se tenían que vestir. Parecían un astronauta para ingresar a un cubículo del paciente afectado por el COVID. Veíamos como en Europa compañeros que trabajan en otras partes, en España, Italia; que también tenían unos protocolos grandísimos. Nosotros decíamos, aquí no tenemos nada", dice Harvey Pereira, jefe de enfermería.
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El miedo empezó a incrementarse cuando se dieron cuenta de que en otros países las camas UCI no daban abasto.
Para ese entonces, Colombia contaba con una capacidad a nivel nacional de 5.346 camas y un muy reducido personal médico para atender el crecimiento acelerado de contagiados por COVID-19. Personal al que, en algunos casos, les debían hasta seis meses de sueldo.
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Situación que para muchos logró superarse con los 2,1 billones de pesos que el Gobierno le giró a las EPS para cancelar deudas pendientes.
“Nosotros tuvimos que ampliar la capacidad instalada, los servicios que eran intermedios tuvieron que adaptarse como cuidado intensivo; para eso se hizo un esfuerzo en cuanto a la logística de la infraestructura de la institución, se adquirió nueva tecnología y se tuvo que contratar más personal. Se tuvieron que adaptar los equipos de trabajo para que quedaran listos, puesto que la gente que llegaba no tenía la misma experiencia que nosotros llevábamos, porque tenemos 15 a 16 años en cuidados intensivos”, indica el enfermero Pereira.
También cambió la dotación hospitalaria. Durante este año de pandemia, Colombia aumentó su capacidad UCI a 12.002 camas, 6.656 más que cuando llegó el virus al país.
Además, el Gobierno compró 5.131 ventiladores, 4.211 monitores, 50 equipos de rayos X portátil y 1.000 camillas y se giraron 382 mil millones de pesos en bonificaciones para los 251.559 profesionales de la salud que atienden en primera línea a pacientes COVID. Mientras que las inversiones en infraestructura alcanzaron 782 mil millones de pesos.
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Una imagen de mejoramiento que también se refleja en los recursos del personal de salud que atiende a los infectados con el virus.