La exposición al calor y al humo producido por los incendios pueden afectar la salud. Es importante estar atentos y no subestimar ciertos síntomas.
Pueden presentarse diversos problemas como insolaciones por la alta radiación ultravioleta, brotes por el sudor, calambres y desmayos por deshidratación, problemas con los ojos o en las vías respiratorias e incluso complicaciones cardiovasculares, entre muchas otras.
La hidratación es clave, tomar agua constantemente es importante y no solo cuando se tenga sed, ya que esa es la primera señal de deshidratación.
Consumir bastantes frutas y vegetales es vital, así como proteger el cuerpo si hay que salir a zonas calurosas, buscando la sombra y evitar hacer actividad física alrededor del mediodía.
No protegerse adecuadamente ante las altas temperaturas puede causar desde quemaduras y deshidratación, hasta golpes de calor.
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En cuanto a los incendios, “la inhalación de humo puede llegar a generar problemas respiratorios, sobre todo para aquellas personas que tengan antecedentes de enfermedades respiratorias o cardiacas”, señaló Meyer Narváez, líder de Gestión Integral de Salud de la Cruz Roja.
Las personas deben estar atentas a síntomas como ardor en los ojos, dolor de cabeza, secreción nasal, tos, dificultad para respirar o taquicardia.
“Mantenernos siempre informados acerca de las medidas que se están tomando en el sector, tratar de utilizar pañuelos o algunas medidas donde se pueda humedecer y tratar de cubrir nuestra vía aérea”, dijo Narváez.
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Frente a la alta radiación ultravioleta, explica el experto, es vital el uso de bloqueador solar sobre la piel para evitar lesiones, protección solar con gafas y gorras, pero sobre todo mantener una correcta hidratación.
En los niños, niñas, personas que trabajen en ambientes externos y adultos mayores se deben extremar las medidas.
Personas con enfermedades respiratorias como EPOC, asma o complicaciones cardiacas deben estar al día con sus tratamientos y no suspenderlos, porque podría aumentar el riesgo.
Por último, mujeres embarazadas, personas con sobrepeso, problemas en los riñones o enfermedades endocrinológicas son especialmente vulnerables a las olas de calor.
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