Nunca se debe sacudir o zarandear a un niño, así sea por segundos. Ese movimiento brusco hacia adelante y atrás acarrea enormes peligros, como lo explica Eduardo Cortés, neurocirujano pediatra del Hospital San Vicente Fundación en Medellín .
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“El cerebro se golpea contra el cráneo, entonces tenemos hemorragia subaracnoidea, hemorragia subdural, contusiones cerebrales y directamente en el cerebro tenemos una cosa que se llama la ruptura de las conexiones nerviosas o conexiones dendríticas, eso hace que las neuronas se desconecten entre sí”, dice.
Los más pequeños son los que mayor riesgo tienen de sufrir estas lesiones.
“Porque no tienen fuerza para defenderse ante este tipo de movimientos. Entonces, el cuerpo, en su parte interna, lo sufre. ¿Qué edades son las más vulnerables? Son los niños muy pequeños que no tienen esa fuerza para sostener la cabeza y sostener su cuerpo, entonces eso aplica para niños menores de 2 años, también puede verse en niños de 4 años”, señala.
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Las consecuencias pueden ser permanentes e irreversibles.
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“Si los hematomas y las hemorragias son muy grandes, van a comprimir el cerebro y van a necesitar cirugía y, en cuanto al daño cerebral por la ruptura de estas conexiones del daño de las neuronas y dendritas, tendríamos un niño que va a tener parálisis cerebral, retardo en el desarrollo psicomotor y epilepsia”, afirma.
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En ese sentido, el doctor Cortés sostiene que a los niños hay que “cuidarlos, no hay que maltratarlos, lo más importante realmente es entender que son niños pequeños que están aprendiendo… darles amor y comprensión”.
Además de lesiones neurológicas, el síndrome del niño sacudido puede ocasionar graves lesiones en los ojos que pueden llevar a ceguera, también daños en músculos e incluso consecuencias de tipo emocional.