Una encuesta con más de mil jóvenes en Colombia muestra algunos sentimientos y dificultades que están presentando con el regreso a la presencialidad, un campanazo de alerta para padres de familia y docentes.
Así como el aislamiento producto de la pandemia fue un reto para la salud mental, el relacionamiento social y el rendimiento escolar, entre otros, volver también ha sido todo un desafío para los adolescentes.
“Aproximadamente un 30% tiene problemas para concentrarse y el 70% ha perdido regularidad en hora de sueño. Más del 50% manifiesta dificultad para afrontar proceso escolar”, explica Cristian Orjuela, investigador de Ceinfes.
Esos son resultados de una encuesta aplicada entre abril y mayo a 1.350 jóvenes de 12 a 17 años en varias ciudades del país, que muestra también que el 70% dice sentirse poco feliz y un 50% piensa que es una persona que no vale para nada.
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¿Pero cuándo encender alarmas ante estos sentimientos y pensamientos, que pueden ser normales en cualquier momento de la vida?
“Lo más importante para tener en cuenta son los cambios y la intensidad, si nosotros notamos que la forma de actuar de nuestro hijo, de nuestro familiar, de nuestro estudiante, ha cambiado, se presenta irritabilidad, está verbalizando persistentemente estas ideas, hay que buscar asesoría”, indica Javier Caicedo, psiquiatra infantil de la clínica Monserrat.
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También hay que estar atentos a otras señales como aislamiento, bajo rendimiento escolar y situaciones incluso como la deserción.
Todos, padres de familia, docentes, compañeros, vecinos, academia y autoridades juegan un papel esencial en el bienestar y la detección de señales de alarma.