Cuidado con el estrés y la comida chatarra: así se rompe el balance de su microbiota
Cada órgano del cuerpo alberga bacterias distintas. La alimentación, el estrés y los ciclos de sueño pueden alterar la microbiota e impactar en el sistema digestivo, inmunológico y cerebral.
La alteración de la microbiota puede generar un efecto en cadena. -
El cuerpo humano alberga una comunidad compleja de microorganismos que conviven con las células humanas. Por cada cuatro células del organismo, hay una bacteria. Esta población microbiana se denomina microbiota y está distribuida en diferentes zonas del cuerpo como el intestino, la boca, la piel, las vías respiratorias, el aparato reproductor y otras superficies.
Arturo O’Byrne, médico especialista en bioquímica de la nutrición, habló para Noticias Caracol y señaló que aunque tradicionalmente se ha enfocado la atención en la flora intestinal, hay múltiples tipos de bacterias en cada zona del cuerpo. “La gente siempre ha pensado mucho en lo que llamaban la flora intestinal, que indudablemente es la más importante (100 trillones de células) pero resulta que en las narices, en la boca, en el pulmón, en la vagina, en la piel, en todas partes hay bacterias y cada lugar anatómico tiene sus propias bacterias”, dice el experto.
Estas comunidades bacterianas pueden verse afectadas por distintos factores del entorno. La dieta, la contaminación ambiental, el estilo de vida, el estrés y los hábitos de sueño pueden modificar la composición y el equilibrio de la microbiota. Esta alteración tiene consecuencias en distintos sistemas del cuerpo, especialmente en el sistema digestivo e inmune.
La microbiota está conformada por millones de bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que habitan en el cuerpo humano. -
Redacción Médica
¿Qué es la microbiota y dónde se encuentra?
La microbiota está conformada por millones de bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que habitan en el cuerpo humano. Aunque se reconoce especialmente su presencia en el tracto intestinal, cada parte del cuerpo tiene sus propias especies dominantes.
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Estas bacterias cumplen funciones de protección, regulación e intercambio con el sistema inmunológico. Además, intervienen en la digestión de alimentos, la producción de algunas vitaminas y el control de patógenos externos. El equilibrio de esta microbiota puede favorecer una respuesta inmune adecuada o, en su defecto, favorecer procesos inflamatorios o infecciosos.
La dieta, el estrés y el sueño como factores determinantes
Según el doctor O’Byrne, la alimentación tiene un papel directo en la salud de la microbiota. Los alimentos ultraprocesados y altos en grasas y azúcares afectan negativamente a la diversidad bacteriana. “Estas bacterias son muy sensibles a lo que comemos”, explica.
Los síntomas intestinales como inflamación, gases, deposiciones irregulares o malestar recurrente pueden ser indicios de un desequilibrio microbiano. “Toda esa cantidad de manifestaciones a nivel digestivo ya te pueden estar indicando que tu microbiota, que tus bacterias, están malas”, afirma el médico.
Los síntomas intestinales como inflamación, gases, deposiciones irregulares o malestar recurrente pueden ser indicios de un desequilibrio microbiano -
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Otros factores que impactan en la microbiota son el estrés crónico y la alteración del ciclo circadiano. “Un terrible destructor de la microbiota es el estrés”, dice O’Byrne. “Una persona, por ejemplo, que trabaja por la noche, que tiene que trasnochar toda la noche, tiene mucho más probabilidad de tener un desequilibrio en la microbiota”, agrega.
Microbiota y enfermedades asociadas
La alteración de la microbiota puede generar un efecto en cadena. Cuando el intestino se inflama y se vuelve permeable, permite el paso de moléculas tóxicas al torrente sanguíneo. Estas toxinas pueden afectar al hígado y llegar incluso al cerebro.
La evidencia científica ha relacionado el desequilibrio microbiano con condiciones como la obesidad, las alergias, enfermedades autoinmunes, trastornos digestivos e incluso enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. “Si se abre (el intestino), empiezan a pasar moléculas tóxicas que pueden afectar intestino a hígado, hígado a cerebro, o también derecho intestino a cerebro”, advierte el especialista.
Probióticos y personalización del tratamiento
En la actualidad existen exámenes que permiten conocer el estado de la microbiota de cada persona. Con base en estos análisis se puede establecer un tratamiento específico que incluya el uso de probióticos, aunque no todos son recomendables para todos los pacientes.
“Cualquiera va a la farmacia y compra un probiótico, pero ese probiótico trae cuatro o cinco bacterias. Resulta que en nuestro interior hay entre 500 a 1000 especies. Si todo el tiempo estoy tomando el mismo probiótico sin cambiarlo, puedo hacer un monocultivo y termino reduciendo lo más importante de la microbiota: la variabilidad”, explica el médico.
Cómo mantener la microbiota en equilibrio
La mejor forma de proteger la microbiota es a través de un estilo de vida saludable. La base está en una alimentación rica en fibra, frutas, vegetales y alimentos fermentados. Además, es fundamental reducir el estrés, mantener una buena higiene del sueño y evitar el consumo prolongado de antibióticos sin indicación médica.
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El autodiagnóstico y la automedicación con suplementos puede generar desequilibrios en lugar de soluciones. Por ello, es recomendable consultar a profesionales de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento.