Lo primero que debe tener en cuenta es que siesta larga no es siesta , pues debe ser un sueño corto para que sea reconfortante y que la persona no llegue a fases profundas de sueño que al interrumpirse van a causar confusión e irritabilidad.
Tomar una siesta, es decir, dormir durante períodos cortos en el día, máximo 30 minutos, tiene impacto positivo en la salud, por ejemplo, reduce los niveles de tensión arterial.
“Si nosotros logramos descansar 30 minutos en el día podemos restablecer un poco los beneficios del sueño: recuperación de la memoria y la concentración, reparación de los tejidos, mejoría del sistema inmunológico, mejoría del sistema cardiovascular y disminución del consumo de oxígeno”, explicó Karen Parejo, neuróloga y especialista en sueño.
Precisamente, un reciente estudio demuestra que el tiempo que se dedica a la siesta hace la diferencia, cuando dura más de 30 minutos el riesgo de obesidad aumenta un 23%.
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“Tenemos mayor riesgo cardiovascular, es decir, mayor tendencia a hipertensión arterial, a sobrepeso, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares”, dijo Parejo.
Además de corta, los expertos cada vez coinciden más en que la siesta también debe ser fuera de la cama.
“Debe hacerse acostado en un lugar tranquilo y no tan oscuro también para que sea más fácil despertar después de la siesta. Una siesta de más tiempo tiende a generar más malestar que beneficio”, indicó la especialista.
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Y el tercer elemento para una siesta ideal es el momento del día, la recomendación es que sea temprano.
“La siesta debe hacerse entre una y tres de la tarde, que es el segundo pico de producción de melatonina y disminución de la temperatura corporal, no debe ser mayor a 30 minutos para no entrar en sueño profundo, despertarse embotado o confuso”, anotó.
La clave está en que la siesta complemente y no reemplace déficits de sueño nocturno. Si hay somnolencia persistente durante el día, no deje pasar el tiempo y mejor consulte.