Existen personas que, aunque padecieron el COVID y ya superaron la infección, siguen experimentando síntomas de enfermedad. En el COVID largo hay síntomas físicos y emocionales, que pueden ser nuevos, cambiantes, combinados, persistentes.
En el COVID largo hay síntomas que no se van tales como fatiga, tos, cambios en el estado de ánimo, insuficiencias cardiaca y respiratoria, que pueden afectar el día a día a nivel familiar y laboral, y que, por lo tanto, requieren una rehabilitación y manejo adicionales.
Aún no se sabe si muchos de estos síntomas respiratorios, osteomusculares, neurológicos, cardiovasculares o mentales, entre otros, van a desaparecer con el tiempo o van a ser permanentes, lo cierto es que son secuelas de un COVID largo con las que no hay que resignarse a vivir, sino hacer un seguimiento adecuado para evitar que afecten la calidad de vida.
Uno, dos, tres, seis meses y hasta más es el tiempo que pueden persistir diversos síntomas en quienes han tenido COVID.
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El 25% de los pacientes que han tenido COVID, a los seis meses, todavía tienen algún síntoma, además de los ya mencionados, otros como palpitaciones, dolores musculares, sensación de hormigueo, problemas para dormir, sarpullido, vértigo, cambios del ciclo menstrual, del gusto, el olfato, entre otros.
Hay un síntoma que se presenta con muchísima frecuencia y es la sensación de indefensión, de tristeza en el paciente, y hay cuadros que incluso se pueden definir como depresivos en pacientes que tuvieron COVID activo y eso dura muchísimo tiempo
Aunque muchos síntomas pueden desaparecer espontáneamente, la idea es que si están afectando su calidad de vida y productividad busque asesoría médica.
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Muchos países han creado unidades poscovid para el manejo integral de estos pacientes y se siguen estudiando estos efectos a corto, mediano y largo plazo para entender mejor, por ejemplo, quiénes, por qué y por cuánto tiempo se pueden padecer los síntomas del COVID largo, COVID persistente o también denominado síndrome poscovid.