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En medio de la emergencia sanitaria, las 5.300 camas de UCI que tiene juegan un papel fundamental. ¿Son suficientes para combatir el COVID-19?
Son las herramientas más eficaces para arrebatarle a los enfermos a la muerte y en tiempos de coronavirus aún más.
Para José Accini, presidente de la Asociación Médica Crítica y Cuidado Intensivo, la clave es liberar las unidades con miras a estar preparados para la parte más crítica de la curva del COVID-19.
“Disminuir el volumen de intervenciones quirúrgicas y, como parte de las medidas de confinamientos, disminuir el número de accidentalidad y trauma”, señala.
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Además, sostiene que las unidades de cuidados intermedios deben ser dotadas de ventiladores y talento humano. Se necesita también, dice, realizar alianzas estratégicas de prestadores de servicios en redes regionales.
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Es muy preocupante la situación en estos departamentos:
“Cuenta con dotación hospitalaria, soporte hemodinámico, soporte ventilatorio, máquinas de gas, soporte renal, monitoreo neurológico y central de monitoreo. Eso garantiza la atención de un paciente críticamente enfermo”, señala Yulieth Zabaleta Polo, coordinadora de las UCI de la Clínica Nueva El Lago.
Cada unidad cuesta en promedio US$25.000, es decir, unos 100 millones de pesos aproximadamente. Sin embargo, el costo varía de acuerdo al número de equipos que contiene.
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Aunque cuando se trata de salvar vidas, su valor no tiene precio.
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