El hígado es el órgano de mayor tamaño y su función principal es ayudar al cuerpo a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar toxinas. Es decir, resulta vital para el ser humano.
Pero, como todos los órganos, el hígado también puede enfermar si no lo cuidamos. De hecho, es susceptible a desarrollar varias formas de cáncer primario, siendo el tipo más común el carcinoma hepatocelular.
Esta es la tercera causa de muerte por cáncer en todo el mundo y, en Colombia, es un tumor de alta frecuencia que genera cada año más de 2.200 casos nuevos y el fallecimiento de casi el mismo número de personas.
El carcinoma hepatocelular es, además, la forma más habitual de cáncer de hígado en adultos y puede tener distintos patrones de crecimiento:
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-Algunos comienzan como un tumor único que va creciendo y solo, a medida que la enfermedad avanza, se propaga a otras partes del hígado.
-Otros parecen comenzar con múltiples nódulos pequeños a lo largo y ancho del hígado, y no como un tumor solo. Estos se ven con mayor frecuencia en aquellas personas que tienen cirrosis.
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Factores de riesgo
El principal factor de riesgo para desarrollar cáncer de hígado es la cirrosis, una enfermedad peligrosa en la que el tejido sano es invadido por tejido cicatricial. Como consecuencia, se bloquea el flujo de sangre y el órgano ya no funciona de manera normal.
El alcoholismo crónico y las infecciones crónicas por hepatitis son causas comunes de cirrosis. Se calcula que entre el 85 y el 90% de los casos de cáncer de hígado tiene como antecedente, precisamente, una cirrosis.
Los expertos recomiendan, a las personas que tienen este u otro factor de riesgo (tabaquismo, obesidad, diabetes), hablar con su médico sobre si deben someterse a controles periódicos para identificar la presencia de cáncer de hígado. La detección antes de que se desarrollen síntomas aumenta la probabilidad de que un tratamiento sea exitoso.
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Uno de esos controles es la ecografía semestral recomendada, especialmente, a los pacientes con cirrosis hepática.
Entre los exámenes están el análisis de sangre para detectar una sustancia llamada alfafetoproteína, que puede ser producida por las células cancerosas, y pruebas con imágenes diagnósticas como un ultrasonido, una exploración por tomografía computarizada o una resonancia magnética.
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Tratamiento
Hay un número muy limitado de tratamientos disponibles para los distintos estadios del cáncer hepático, y menos en el caso de los tumores avanzados. Las opciones actuales incluyen, entre otros:
- Cirugía
- Trasplante hepático
- Embolización: bloquear las células sanguíneas del hígado que alimentan el tumor
- Destruir las células cancerosas con calor o frío
- Quimioterapia
- Tratamientos sistémicos
No obstante, gracias a la investigación científica, se abren nuevas posibilidades para mejorar la capacidad del sistema inmune del paciente. Ello le permitiría, no solo combatir más eficazmente este tipo de tumores, sino tener calidad de vida.