A sus 66 años, el abogado antioqueño Iván Velásquez Gómez
asume el desafío más grande de su carrera pública: el Ministerio de Defensa. Sin embargo, es ya un experto sorteando cargos difíciles.
Hace tres décadas le tocó encarar, como procurador de Antioquia, los años más turbulentos del Cartel de Medellín y Pablo Escobar. Luego, como director de fiscalías de esa región, conoció de primera mano los tentáculos del paramilitarismo y destapó las primeras contabilidades de esa organización ilegal y sus vínculos con el Estado. En aquella época, la mafia de Carlos Castaño y sus secuaces asesinaron a una decena de fiscales e investigadores que abrieron la caja de pandora.
Años después llegó como magistrado auxiliar a la Corte Suprema de Justicia y, desde 2006, se convirtió en el coordinador de las pesquisas sobre la parapolítica. Por cuenta de sus investigaciones fueron cayendo congresistas muy cercanos a la Casa de Nariño, incluido Mario Uribe Escobar, primo del entonces mandatario Álvaro Uribe.
A raíz del destape parapolítico, se convirtió en uno de los objetivos del espionaje y la guerra sucia del DAS. Le hicieron montajes, trataron de desprestigiarlo, hurgaron en su vida íntima y la de su familia. Su jefe de seguridad fue uno de los infiltrados para torpedear sus pesquisas. Todo eso se descubrió y el Estado tuvo que pedirle perdón.
Tras su salida de la Corte en 2012, fue nombrado por la ONU como comisionado internacional contra la impunidad en Guatemala. Allá llegó y muy pronto empezaron a caer las redes de corrupción conectadas con la cúpula del poder político, al punto que el entonces presidente Otto Pérez terminó preso. Pero la política de ese país se movió para bloquearlo y tuvo que regresar a Colombia.
De recio carácter, sin medias tintas y muy crítico de la política tradicional, Iván Velásquez llegará el próximo siete de agosto a manejar unas fuerzas armadas que han tenido múltiples escándalos por graves violaciones a los derechos humanos y corrupción, dos temas que conoce y ha investigado como pocos.