A pesar de que los expertos entienden que este es el momento más álgido desde que empezó la pandemia, ya empiezan a aparecer muchas voces indagando y proponiendo soluciones de reactivación económica para evitar la hambruna y la desolación.
Hay quienes afirman que se debería construir un ‘Plan Marshall’ a la criolla para reactivar el mercado a través de la creación del empleo formal y sostenible; otros abogan por una política de elevado gasto público mediante las grandes obras de infraestructura; y unos, algo más concretos, demandan el desembolso de créditos y subsidios de manera más rápida y focalizada.
Pero la propuesta que por estos días más ha llamado la atención -por lo sencilla y porque no implica ni subsidios, ni préstamos, ni regalos, ni inversión social - es retornar billones de pesos que la DIAN le adeuda a los contribuyentes por concepto de devolución de impuesto del año pasado.
Con una inmediata devolución de esos impuestos que les deben, muchos empresarios y comerciantes aseguran que no tendrían que acudir a las dadivas del Estado para poder pagar sus nóminas a tiempo y mantener sus empresas a flote.
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Sin embargo, la DIAN no se ha apresurado con las devoluciones, a pesar de que existe una norma especial y sabiendo de las necesidades de las compañías.