Armando Benedetti y Félix Plasencia, embajadores nombrados por Colombia y Venezuela, más allá de tener la labor de recuperar la institucionalidad binacional, que estuvo rota por cuatro años, tienen que voltear inmediatamente sus ojos a la frontera, pues allí es donde radican todos los males que tienen en común los dos países.
“La falta de diálogo entre el Estado colombiano y el Estado venezolano permitió que estos grupos pudieran ir sobre todas las rentas criminales que hacen parte del área: contrabando, narcotráfico, tráfico de armas, trata de migrantes, trata de personas”, indicó Ronal Rodríguez, director del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Para el periodista venezolano Gustavo Azocar “el gran reto que va a tener el presidente Petro es convencer a Nicolás Maduro de que abandone el apoyo que le viene brindando a grupos colombianos como el ELN y que realmente se comprometa a reestablecer la legalidad en la zona fronteriza”.
“Eso implicaría ir sobre enemigos comunes; por ejemplo, en el caso del narcotráfico es muy complejo poder lograr consensos sin llegar a esa dinámica de acusaciones mutuas”, considera Rodríguez.
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Por su parte, el periodista Azocar señala que Venezuela debe ser involucrado en los diálogos con el ELN.
“La gran pregunta que tenemos que hacernos los que estamos de este lado de la frontera es: firmar la paz con el ELN en Colombia, ¿y qué pasa con la paz del ELN con Venezuela? Porque el ELN prácticamente se ha convertido en una guerrilla binacional”, afirma.
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El tema comercial no es menor. Benedetti se puso la meta de lograr un intercambio comercial superior a los 10 mil millones de dólares, pero adicionalmente echa sobre sus hombros la política migratoria.