Fuertemente custodiada, la candidata a la vicepresidencia Francia Márquez Mina llegó a Popayán, la capital de su natal Cauca, para atender la primera entrevista del día en un medio local. Allí habló de su campaña, de las necesidades de su departamento, pero también de sí misma, de su gusto por el arte y la cultura, se describió como una mujer digna y alegre.
Con la entrevista, corrió la voz de la presencia de Francia en Popayán, lo que hizo que sus simpatizantes llegaran masivamente al centro de la ciudad. En medio de su esquema de seguridad, no se negó a ningún saludo, abrazo o selfi.
“Que una mujer negra, que viene de trabajar en una casa de familia, de una zona rural, de un departamento marginado, que ha vivido el conflicto armado y la violencia, nos toca hacer un carácter para poder tener reconocimiento y poder avanzar en el propósito de lo que queremos. Si yo no fuese así no estuviera aquí. Ha sido ese carácter que me ha permitido ir rompiendo barreras y abriendo puertas para poder entrar. Eso no me quita la alegría de poder compartir con mi comunidad y abrazar con mi gente, de poder saber de dónde vengo, quién soy. Tengo mi corazón bien puesto”, dice.
Hija de una partera, Francia es una suareña, de 40 años, que se viste de etnia y luce con orgullo y alegría los diseños y artesanías afro; sin embargo, muchos cuestionan, a primera vista, la seriedad de su rostro.
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“No soy una mujer que está sonriendo todo el tiempo, que le ha tocado hacerse a pulso, le ha tocado pasar mucho trabajo y pues todo eso lo va forjando a uno con un carácter. Lo que sí tiene que saber la gente es que soy una mujer que le gusta la justicia, que apela por la dignidad y eso es lo importante, y que tiene todo el amor para construir. Ha sido el amor lo que me ha movido, si no hace rato me hubiera ido”, señala.
¿Cómo hace la Francia mujer, la Francia mamá, para combinar esas facetas en medio del ser y hacer política acá en la capital del Cauca?
“Bueno, eso es lo importante de ser mujer, que hacemos de todo, hacemos política y después vamos a la casa, a cocinar y a hacer otras cosas. Entonces eso es la importancia de ser mujer, los hombres hacen una sola cosa y ya”.
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¿Cuál es su sueño?
“Que este país cambie de verdad. Yo de verdad, más allá del cargo, más allá de esta apuesta, yo quiero un cambio para mi país”.
¿Con qué se queda al final de la jornada?
“Me quedo con todas las bendiciones que recibo de la gente, de los mayores sobre todo, de las mayoras, esas bendiciones para mí son sagradas, de decir que Dios la bendiga, que Dios la proteja, que Dios la cuide, eso es algo que no tiene precio, que no tiene descripción y simplemente se queda ahí en el corazón”.
Francia siente que las palabras positivas de la gente en la calle le dan energía para seguir adelante con la campaña. Como líder, como mujer, como luchadora, cada mensaje alentador la mueve en su día a día.