Una de las regiones más complejas para las próximas elecciones de octubre es, sin duda, los Montes de María , que cobija los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba. Allí sus comunidades denuncian un férreo control de los grupos paramilitares, por lo que observadores y autoridades electorales temen que esto afecte los resultados de los comicios regionales.
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Hablar de libertades en el ejercicio de la contienda electoral no es cosa fácil cuando se está parado en los Montes de María. Esta subregión de la costa norte de Colombia ha sido golpeada por la violencia y sigue siendo sometida al estricto control que ejercen los grupos armados en la zona.
La gente habla, pero tiene miedo.
¿Qué es eso del control social de los grupos armados en la zona, cómo opera y cómo lo entienden los habitantes? “Ellos controlan todo el territorio en el sentido de que ellos imponen condiciones, imponen acciones concretas, sanciones, están en este momento reemplazando a las autoridades, están reclutando nuestros jóvenes de las comunidades, imponiendo horarios de entradas y salidas”, responde un líder de la zona que mantiene su identidad bajo reserva por seguridad.
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Semejante panorama resulta preocupante porque es muy posible que este control a la vida cotidiana de sus pobladores se traduzca en presiones a quienes ejerzan su derecho al voto en las próximas elecciones.
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“Para nadie es un secreto que estos grupos defienden sus intereses a través de candidatos o candidatas a las distintas instancias: concejo municipal, alcaldía, gobernaciones. Y van a imponer, digamos, sus condiciones y van a decir por quién tienen que votar las comunidades. Para nosotros es una violación a los derechos humanos porque se supone que el voto debe ser libre, previo e informado”, señala el líder.
No en vano, la subregión de los Montes de María aparece, junto al Catatumbo, Norte de Santander, como una de las zonas con mayor riesgo electoral por presencia de grupos armados, como lo muestra un mapa del último informe de la Misión de Observación Electoral sobre violencia contra liderazgos.
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“Se ha venido fortaleciendo y estamos hablando del Clan del Golfo, el control que hay en el territorio, no solamente un control social, sino un control de las rentas y es un control que tiene que ver con la dificultad que tienen las personas para movilizarse, dificultad para realizar reuniones y no solo de tipo político, sino reuniones que hacen parte de la vida social de una comunidad”, explica Alejandra Barrio, directora de la MOE.
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Los habitantes de los Montes de María han estado durante tres décadas bajo el fuego cruzado de los grupos armados, guerrilla y paramilitares han azotado a la región provocando uno de los mayores desplazamientos en el país. La Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes, tiene muy clara su historia.
“En estos momentos, en Montes de María hay pocas garantías para la participación en procesos políticos y electorales. Creo que la perspectiva de lograr una paz más amplia, que es una buena intención que hay que apoyar, ha generado también una demostración de fuerza de los distintos grupos que tratan de mostrarse fuertes en las negociaciones”, manifiesta Marco Romero, director del Codhes.
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Cuentan sus habitantes que el escenario hoy es muy similar al vivido por esos años, pero ahora es más complejo porque son pequeños grupos o franquicias los que presionan a las comunidades.
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“En estos momentos hay un control más fuerte que cuando existían las AUC, que se desmovilizaron en el 2005, creemos que ahora hay un control más fuerte hacia las comunidades y eso con el agravante de que antes sabíamos quiénes eran los comandantes, pero hoy en día no sabemos quién comanda a quién. Nosotros no nos sentimos cómodos, pero nos toca convivir porque no hay otra opción”, sostiene otro líder social que también mantiene en reserva su identidad.
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Es decir, nunca se fueron del territorio, cuenta otra líder social.
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“En Montes de María se supone que dejaron las armas, pero es mentira. Ellos siempre han continuado en el territorio, de pronto las grandes figuras, los grandes mandos no están, pero sí quedaron otros que siempre han ejercido el control”, afirma.
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En el pasado lo hicieron a punta de masacres, como la de El Salado en febrero del 2000, así consolidaron su dominio en la región. El control social y militar del territorio dio origen al fenómeno de la parapolítica, escándalo que involucró a 143 congresistas de 25 partidos que, apoyados por los fusiles, lograron sus triunfos electorales, una realidad que, de no corregirse, podríamos volver a vivir, asegura Alejandra Barrios.
“Es decir, aquí sí sabemos que cuando los grupos armados ilegales tienen control territorial, tienen poder territorial y no hay presencia del Estado son los que terminan dominando en detrimento de la ciudadanía que está en ese territorio y a eso es a lo que no podemos volver. Ya aprendimos, tenemos la experiencia, sabemos cómo se hace”, asevera.
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Las cosas no cambian en los Montes de María y, si el Gobierno no recupera el control de esta subregión, dicen en la MOE, los fusiles volverán a poner candidatos. Quedan tres meses para las elecciones y el tiempo corre.
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