En las calles se percibe la impotencia por los robos y la falta de justicia para el transeúnte. Esto respondieron los aspirantes a gobernar la ciudad.
En los primeros seis meses de este año, en Bogotá se denunciaron 58.092 hurtos a personas, unos 322 cada día, 13 cada hora. En las calles fácilmente se percibe entre la gente una especie de frustración, impotencia o, si se quiere, convicción de que la criminalidad siempre gana.
Aunque la cifra de hurtos a personas se mantiene alta, otras modalidades como el robo de vehículos, motocicletas, y bicicletas ha logrado quebrar la tendencia en su aumento y reducir levemente.
“Bogotá está sobrediagnosticada en temas de seguridad y, básicamente, el hurto es el mayor problema que está viviendo la ciudad. No me refiero solamente al hurto en Transmilenio, en las calles, sino al hurto de vehículos, a motocicletas. En todas las escalas en Bogotá es el mayor delito que viven los bogotanos”, explica Carlos Arias, docente de la Universidad Externado de Colombia.
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En otra orilla de la ilegalidad, y con tentáculos supremamente poderoso, la capital libra otra dura batalla: la del microtráfico.
Hay una bomba social a punto de estallar, resultado de la intervención de la calle de El Bronx que generó la migración de los habitantes de la calle a otros puntos de la ciudad. Debajo de los mercados de reciclaje se camufla otra realidad, la de jóvenes, e incluso niños, inmersos en el tráfico de estupefacientes.
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En materia de seguridad, la capital afronta otros grandes retos. El porte de armas blancas es uno ellos, este año se han incautado más de 92.000 puñales y cuchillos, 511 cada 14 horas.
El anterior esfuerzo ha sumado para que Bogotá tenga el récord como la ciudad que disminuyó drásticamente los homicidios, 11 por cada 100 mil habitantes y que hoy es un ejemplo a nivel nacional.