Con el propósito de huir de la violencia que el ELN y las disidencias de las FARC están ejerciendo en la región del Catatumbo, en el departamento del Norte de Santander, una madre que acabó de dar a luz a su pequeña hija salió de la zona.La mujer le contó a Noticias Caracol: “Nos dio mucho miedo y nos tocó salirnos en la madrugada. Un vecino me hizo el favor en el carro de traerme hasta acá con mi bebé”.La abuela de la pequeña ha tratado de calmarla, pues el calor de la ciudad de Cúcuta y las difíciles condiciones en las que se encuentran agobian a la recién nacida.“La bebé tiene cinco días y fue cesárea. Pues fue doloroso, la verdad, uno tiene que estar en reposo, pero cuando toca, pues… qué más”, comentó la mamá de la recién nacida.(Lea además: Un mes de conflicto en el Catatumbo: "La guerra se transformó en delitos selectivos”)"Uno no sabe si se pueda volver”: mamá que salió del CatatumboEsta joven madre enfatizó en que “necesitamos dónde quedarnos, alimentos… pues toda la ayuda que puedan brindarnos porque allá quedó la tierrita que tenemos y todo eso. Uno no sabe si se pueda volver”.Al igual que la de esta familia, varias son las historias que entristecen el corazón de los que llegan a Cúcuta en busca de ayudas humanitarias.La coordinadora de voluntarios de ayudas humanitarias en Cúcuta, Luz Estella Maldonado, relató con tristeza el panorama que se ve por estos días en la zona: “Ver llegar una parejita con un niño entre una cajita recién nacido… yo creí que era un animalito porque los vi sentados como vulnerables, pero son campesinos de veredas que nunca habían ido a una ciudad, nunca habían salido a un casco urbano, siempre pues allá en sus veredas, en su fincas. Yo me acerqué, ellos no decían nada, no hablaban, cuando me llamaron que había un niño entre una cajita. Entonces, de verdad, cuando yo me asomo, era un bebecito recién nacido”.Alveiro Bohórquez, asesor de despacho de la Alcaldía de Cúcuta y uno de los encargados de la logística en el Estadio General Santander, aseguró que casi 80 toneladas de ayudas humanitarias se están entregando: “Ya hemos llegado a más de 17.000 unidades de kits alimenticios que hemos estado entregando. Los kits de aseo son muchos más grandes porque también estamos entregando a la gente que está en los hoteles”.Más de 300 voluntarios trabajan de domingo a domingo en diferentes turnos para recibir ayudas humanitarias, clasificar ropa y entregar alimentos y aseo a los campesinos del Catatumbo que siguen llegando a la ciudad de Cúcuta.(Lea además: El sermón de los obispos del Catatumbo: aseguran que “era una guerra anunciada”)
“La guerra se transformó en delitos selectivos”, dijo el alcalde de Tibú, Richard Claro, quien sigue alertando que la situación en el Catatumbo es difícil tras un mes de un conflicto que no cesa. De hecho, en diálogo con Noticias Caracol, pidió garantías de paz para quienes viven en esta región.Y es que la violencia desatada por los enfrentamientos entre el Eln y las disidencias de las Farc ya deja 53.630 personas desplazada de sus hogares, mientras que 21.114 más permanecen confinadas, atrapadas entre el miedo y la incertidumbre, dejando atrás sus tierras, viviendas y medios de subsistencia.El panorama sigue siendo crítico. De acuerdo con las cifras de las autoridades, la guerra ya ha cobrado la vida de por lo menos 45 civiles, quienes han sido asesinados en distintos hechos de violencia. En esta dura cifra se incluyen cinco menores de edad y cinco firmantes del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc.(También: Desplazados del Catatumbo denuncian dificultades en atención médica: "El problema es la salud")Las cifras que deja la crisis humanitaria en el CatatumboDesplazados: 53.630Confinados: 21.114Homicidios: 45Lo que dijo el alcalde de TibúLa mayoría de las personas quienes salen desplazadas desde el Catatumbo se dirigen hacia Ocaña y Cúcuta, donde refugian en casas de amigos o polideportivos. Justamente, hay preocupación por la escasez de algunos elementos de aseo y comida. En tanto, siguen llegando familias a estos albergues.(Le recomendamos: Catatumbo bajo fuego: esta mujer ha rescatado más de 200 menores de las garras de los criminales)Para el alcalde Claro, durante estos 30 días de guerra se ha visto militarización en el Catatumbo; no obstante, insistió que también debe existir presencia institucional de todo el Estado.“Hoy en día hay homicidios selectivos. Por más esfuerzos que haga la fuerza pública pueden seguir este tipo de delitos. Necesitamos presencia de la Fiscalía, de juzgados, instituciones desde el territorio para las investigaciones de las personas que están cometiendo este delito”, añadió Claro.El mandatario de Tibú dijo que se requiere la reparación integral de las víctimas, la recuperación de la seguridad del Catatumbo e inversiones que traigan garantías de paz para los habitantes. Por el momento, el Gobierno nacional emitió un paquete de decretos en el marco de la conmoción interior en la región del Catatumbo, azotada por la guerra.(Le puede interesar: Conmoción interior en Catatumbo: lo que dicen los seis nuevos decretos que emitió el Gobierno)NOTICIAS CARACOL
El asesinato de Miguel Ángel López, conocido como 'el embalsamador de la guerra', junto con su esposa y su bebé de seis meses en Tibú, Norte de Santander, no solo conmocionó a la comunidad, sino que también marcó el inicio de los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC en Catatumbo, que ya dejan más de 500 mil desplazados.Miguel Ángel y su familia fueron asesinados durante la noche del miércoles 15 de enero. El hombre se encontraba junto a su esposa y dos de sus hijos al interior del carro fúnebre de su empresa, y fue interceptado por dos sicarios que iban a bordo de una motocicleta.(Lea también: Masacre en Tibú: ¿quiénes son los dos señalados de asesinar a pareja y su bebé de seis meses?).Estos sujetos, quienes tapaban sus rostros, dispararon al interior del vehículo, donde estaba un bebé de tan solo seis meses y su hermanito, un niño de diez años que sobrevivió al ataque y resultó ileso.El presidente Gustavo Petro ofreció una recompensa de 100 millones de pesos para quien entregara información de los responsables. Tras casi un mes, el pasado 11 de febrero, las autoridades lograron dar con estos sujetos, llamados Brandon Cárdenas Sanguino y Luis Felipe Taborda Delgado. La Fiscalía les imputó los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir agravado y fabricación, porte o tenencia de armas de fuego.Los cargos no fueron aceptados por los hombres, quienes supuestamente pertenecen al frente 33 de las disidencias de las FARC.Nuevos detalles de la masacre en Tibú Fuentes cercanas a la investigación le indicaron a la revista Semana que las disidencias de las FARC, supuestamente, recibieron información de que Miguel Ángel López “movía diferentes cosas” del ELN en el carro fúnebre que podía transitar libremente por todos los municipios del Catatumbo, un “permiso especial” que era escaso en ese momento. Los cabecillas de las Farc lo habrían citado en la montaña para que rindiera explicaciones sobre las acusaciones, pero, presuntamente, no cumplió.“Lo citan, le dicen que tiene que subir a dar la cara. Él no lo hace. Después hacen un juicio al interior (del grupo armado). Si no sube, tienen que tomar una decisión más fuerte. Efectivamente, no acude y dan la orden de asesinarlo a él, no a su familia ni a su bebé”, afirmó una persona conocedora del crimen a la revista. Tras la masacre, la fuente recalcó que “esa no fue la orden que se dio. Por más delincuentes que sean, entre ellos hay unos códigos y es no tocar nunca a la familia, mucho menos a un bebé. La situación salió mal en todos los aspectos”.(Lea también: Masacre en Tibú: niño de 10 años sobrevivió a ataque en el que murieron sus papás y su hermanito). Lo que se sabe de los capturados por la masacre en Tibú La información de la Fiscalía detalló que Cárdenas, cabecilla del frente 33 de las disidencias de las FARC, recibió la "orden de ejecutar la acción criminal, por lo que al parecer ubicó a los sicarios y dispuso las actividades logísticas y de vigilancia".Taborda, por otro lado, está involucrado en los seguimientos al dueño de la funeraria para definir el lugar y el momento en que se realizaría el ataque armado.Estos dos hombres también serían los articuladores del cobro de extorsiones, hurtos de vehículos e infraestructura petrolera, tráfico de estupefacientes, atentados contra la fuerza pública y otras conductas delictivas en la región del Catatumbo.Cárdenas se presentó ante las autoridades en zona rural de Tibú con heridas en varias partes del cuerpo, producto de la confrontación armada entre las disidencias de las FARC y el ELN.Entretanto, Taborda fue capturado por la Policía en Medellín, capital del departamento de Antioquia (noroeste)NOTICIAS CARACOL
La tragedia humanitaria en la región del Catatumbo fue una guerra anunciada, dicen monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú, y monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña. Ellos responsabilizan al actual Gobierno y a los anteriores de no dar soluciones concretas a la crisis que hoy tiene a esa zona de Norte de Santander sumida en la violencia, el miedo y el abandono.Los obispos le dicen al ELN que crean en el diálogo y le piden seriedad. Aseguran que en el Catatumbo no hay obras ni inversión por culpa de los corruptos. Sus fieles están frustrados por las promesas incumplidas. Al Gobierno Petro le piden que acelere los cambios que tanto prometió.(Lea también: Desplazados del Catatumbo denuncian dificultades en atención médica: "El problema es la salud")Mientras el Catatumbo se desangra, los obispos de las diócesis de Tibú y Ocaña hacen la más cruda radiografía de lo que pasa en esa región.En diálogo con Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol, los representantes de la Iglesia católica le cantan la tabla al actual Gobierno, a los anteriores gobiernos y al país en general, para que, de una vez por todas, le presten atención a la tragedia humanitaria que vive la zona donde realizan su labor pastoral.Los jerarcas de la iglesia católica cuentan cómo hacen su labor mediadora y humanitaria en medio de las balas y del miedo, pero también en medio del total abandono del Estado y de la corrupción rampante de políticos locales, que, aseguran, no deja que haya obras en los 11 municipios del Catatumbo.Sus advertencias son claras: la guerra en esa zona estaba más que anunciada. Las promesas de cambio no se han traducido en soluciones. Además, enfatizan en que una cosa es mandar desde un escritorio y otra ver lo que pasa en el territorio.Juan Roberyo Vargas: ¿Cómo está hoy en día la situación en el Catatumbo?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “La situación sigue igual, en una realidad de confrontación de estos dos actores armados, alguno con más beligerancia, como es el ELN y con una intención de quedarse en el territorio, como ellos mismos lo han expresado. Con unas justificaciones quizá válidas para ellos, pero para nosotros, como iglesia, siempre la violencia, la guerra y la muerte será el fracaso humano, como ha acostumbrado a decir el papa Francisco”.“Y entonces la realidad sigue. Aunque algunas familias han retornado a sus territorios, el dolor y la frustración siguen, porque no es simplemente el volver a su tierra, sino toda la frustración y la angustia con la que nuestras comunidades viven”.JRV: Alguno de los sacerdotes de los que los acompañan a ustedes en esa labor pastoral le dijo al diario El País, de España, esta semana una frase: “Era una guerra anunciada”. ¿Qué opinión tienen?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Pues, era una guerra anunciada porque ya nosotros habíamos advertido, y no solamente nosotros, sino todos los organismos nacionales e internacionales que trabajan por los derechos humanos en el territorio, que la confrontación se veía venir”.“Era una guerra anunciada, porque pues en el territorio estos grupos ponen sus leyes, hacen sus acuerdos y llega un momento en el que un grupo decide que el otro lo está haciendo mal y decide aniquilarlo o borrar. Tienen sus razones, según ellos, y eso generó esta situación tan dolorosa, tan cruel, donde en medio de toda esa confrontación siempre queda el pueblo”.“Muchos de esos caseríos del Catatumbo no tienen agua potable, no tienen un sistema de agua. Aunque todas las organizaciones repartamos filtros, tanques, cosas para mejorar las condiciones de vida, eso sigue siendo una cosa muy corta y el Estado siempre termina diluyéndose y perdiéndose. Y, pues claro, en un lugar donde uno empieza a ver que la fuerza del Estado, la presencia del Estado es tan débil, pues otros hacen su papel y si se hace con la fuerza de las armas, pues las armas siempre nos van a llevar a la destrucción y a lo más inhumano del humano, que es la guerra”.JRV: ¿Ese Estado en el Catatumbo hoy quién lo representa?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Sin duda hay una representación de la institucionalidad: está el gobernador, están los alcaldes, están los consejos municipales, estamos otras instituciones y la fuerza pública, pero, sin duda, lo que uno percibe sí es que falta una institución del Estado presente, fuerte”.JRV: ¿Eso hace que grupos como el ELN sea la autoridad?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Claro, ellos hacen presencia en los territorios (ELN) y direccionan normas. En el Catatumbo son más o menos 375.000 habitantes, de los cuales en las cabeceras municipales el ELN está en 18% y en la región rural en el 44%, o sea, cerca de la mitad"."Cuando no hay una presencia del Estado, y que no responde solo a este Gobierno, o el Estado es ausente en muchos años a esa realidad de corrupción que también ha golpeado a nuestro territorio, pues otros actores se hacen presentes y ponen las normas”.Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Hay comunidades que se le han plantado a los grupos armados, como la comunidad de Pacheli, el resguardo indígena Barí, son comunidades que les han dicho: ‘respete nuestros derechos, respeten nuestro caserío, no se metan’ y se los han respetado hasta cierto punto, pero como no hay quien apalanque ese trabajo que la gente hace, pues todo termina quedando a mitad de camino”.“Toda la institucionalidad y todos los recursos que deben llegar no llegan. Uno siempre pone su mirada cuando el conflicto llega, pero en realidad no solo es el conflicto. Es un problema el descuido del Estado, el narcotráfico que se fortalece, la cultura de la ilegalidad que todo el mundo maneja, entonces como que todo eso hace una combinación perfecta para que esto explote cada día más y la solución no se vea pronto”.JRV: El papel de la iglesia ha sido fundamental para buscar soluciones y para acercarse a esas comunidades. Es más, son los únicos que pueden entrar al territorio. ¿Esa mediación en qué se ha traducido?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “De mi parte, hemos intentado al final salvar vidas, o sea, mandar un mensaje siempre que la guerra y la violencia no es la solución, porque al final nos interesan todas las vidas, no solamente la vida de unos pocos. Nos interesa la vida de los guerrilleros, nos interesa la vida de los militares, de los policías y de la gente civil. O sea, nos duele igual cuando muere alguna de esas personas fruto de la violencia, además que la mayoría son jóvenes. Entonces, nosotros estamos insistiendo siempre es en esa cultura de la paz y de la reconciliación, pero que obviamente solo nuestro mensaje llega, pero necesita una fuerza mucho más grande que transforme el territorio”.JRV: En esta crisis puntual, ¿qué han logrado? Cuando han entrado ustedes los sacerdotes, ¿qué les dicen y qué logran?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Hay que advertir primero que nosotros siempre hemos estado en el territorio, nosotros no vamos por un programa o por un proyecto. Nosotros vivimos, sufrimos y caminamos con el pueblo del Catatumbo”.“Los sacerdotes que hay en la diócesis de Tibú, que somos más o menos 30 en todos los caseríos en los que acompañamos, los otros sacerdotes de la diócesis de Ocaña, que son más o menos entre 60 y 80, ellos están entregados en cada uno de sus caseríos. Entonces, eso ha permitido que la gente confíe en nosotros. Esa confianza que se ha construido y ese respeto que se ha generado con nosotros, pues nos permite también ayudar primero en esta crisis, pues haciendo albergues donde nosotros asistimos a la gente”.“En Tibú sigue habiendo todavía unos albergues, hoy ya más a cargo de la alcaldía. En Ocaña, todavía en los albergues a cargo de la diócesis de Ocaña, hemos empezado a ayudar a tramitar la salida de unas personas retenidas por el grupo del ELN y ellos nos han pedido el favor de recibirlos. Nosotros lo hemos ido a hacer con mucho gusto, con el deseo de salvar las vidas, porque pues esa es nuestra gran misión y esa es la razón de ser del Evangelio, que la muerte sea vencida con el respeto por la vida y la construcción de la justicia, y en eso los padres han tenido que ir a lugares apartados, dirigirse por canoas y hacer recorrido por trochas”.JRV: ¿Les ha tocado levantar cadáveres?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Esa parte no nos ha correspondido. Ahora último se ha tratado de consolidar una comisión humanitaria con la ONU y la Defensoría del Pueblo, pues estamos tratando de consolidar el trabajo, junto con la iglesia, para asistir también a esa parte de levantar cadáveres, pues que todavía no se ha comenzado a hacer porque los conflictos continúan en la zona”.JRV: ¿Qué opina de los diálogos que se venían adelantando con el ELN?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Yo siempre he creído en los diálogos y con el diálogo hemos entendido que la guerra no es la solución. Este país no lo vamos a transformar imponiéndonos ninguno. Nosotros siempre como Iglesia católica siempre le hemos pedido seriedad a los grupos”.“En algunos diálogos que yo he podido tener digo: apostémosle a la paz, pero también ustedes tienen que mostrar deseo de paz. Yo creo que ese es el camino, el deseo de paz”.“A veces desde el centro es muy fácil que algunos digan: ‘eso que metan el Ejército’. El dolor que eso podría causar… Obviamente, no estamos diciendo que no vayan, pero sí debe haber una presencia clara, pero no solo del Ejército. El tema no es de bala, no es el que eche más bala o el que se imponga, es el que sea capaz de mirar racionalmente, y los invitamos a los actores armados a que racionalmente entendamos que el conflicto no es la solución de este país”.Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “La solución es muy sencilla, pero por lo mismo es tan compleja. La solución es una inversión social en el territorio. ¿Pero qué pasa con esa inversión? Que empiezan los políticos, que empiezan las burocracias, que empiezan los sistemas que se han organizado en un país que en el papel es perfecto, pero que en la realidad se vuelve tremendamente complejo, porque para hacer cualquier carretera, para hacer cualquier cosa, hay que hacer una cantidad de trámites: dicen que una junta de acción comunal no puede, que una sociedad del lugar no puede adelantar, que una empresa no puede adelantar, que una empresa no puede llevar (…) Si hubiera una decisión firme de los gobiernos a no dejarse llevar por la corrupción, pero al territorio no va a llegar la inversión que se iba a hacer. Ahí es donde tenemos que el problema la corrupción termina siendo el motor para que la guerra no pare”.JRV: ¿Esos políticos corruptos terminan siendo cómplices de esos grupos que terminan dejando a la gente abandonada?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Es un círculo perverso”.Vea la entrevista completa en el video que acompaña esta nota.
Dos colombianos que habían sido detenidos por el régimen de Nicolás Maduro fueron liberados en la tarde de este sábado en Cúcuta, Norte de Santander.Se trata de Dionel López Pérez y Juan Fernando Zúñiga, quienes habían sido arrestados el 6 de enero acusados de ser mercenarios y querer atentar contra las autoridades de Venezuela.(Lea también: Gobernadora de Chocó denuncia desplazamientos masivos por enfrentamientos entre ELN y Clan del Golfo)Desde el momento de la detención sus familiares y el Gobierno colombiano exigieron la liberación. Sin embargo, solo un mes después fueron trasladados a San Cristóbal y después entregados en Cúcuta para que se reencontraran con sus seres queridos.En Venezuela quedan detenidos 15 colombianos más acusados de terrorismo.Continúa crisis en el Catatumbo, Norte de Santander, por guerra entre grupos armados ilegales El número de muertos por la violencia que azota al Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander, ascendió a 56, mientras que la cifra de desplazados se elevó 54.098, informó este sábado el Ministerio de Defensa.En su boletín sobre la crisis del Catatumbo, actualizado con cifras del Puesto de Mando Unificado (PMU), el Ministerio de Defensa señaló que del total de víctimas mortales, 27 fueron halladas en el municipio de Tibú, 21 en Teorama, seis en El Tarra, una en San Calixto y otra en Hacarí.En cuanto a los desplazados, Cúcuta, la capital departamental, es la principal receptora de desplazados con 24.976, seguida de Tibú con 13.373 y Ocaña (la segunda ciudad de Norte de Santander) con 10.228.El Ministerio de Defensa aseguró además que ocho firmantes del acuerdo de paz, a los que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) acusa de ser miembros del Frente 33 de las disidencias de las FARC, están desaparecidos, mientras que seis de ellos fueron asesinados.
En su boletín sobre la crisis del Catatumbo, actualizado con cifras del Puesto de Mando Unificado (PMU), el Ministerio de Defensa informó que ya son 56 las víctimas mortales que deja la guerra entre grupos al margen de la ley en el Catatumbo. Del total de muertos, 27 fueron hallados en el municipio de Tibú, 21 en Teorama, seis en El Tarra, una en San Calixto y otra en Hacarí.En cuanto a los 54.098 desplazados, Cúcuta, la capital departamental, es la principal receptora de ellos con 24.976 personas, seguida de Tibú con 13.373 y Ocaña (la segunda ciudad de Norte de Santander) con 10.228.(Lea también: Soldado murió al pisar una mina antipersonal en Santa Rosa del Sur, Bolívar)El Ministerio de Defensa aseguró además que ocho firmantes del acuerdo de paz, a los que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) acusa de ser miembros del Frente 33 de las disidencias de las FARC, están desaparecidos, mientras que seis de ellos fueron asesinados.Millonario desembolso de la ONU para el CatatumboLa coordinadora residente y humanitaria de la ONU en Colombia, Mireia Villar, afirmó el viernes que el coordinador en emergencias de Naciones Unidas, Tom Fletcher, "ha aprobado la asignación de 3,8 millones de dólares a Colombia del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF, por sus siglas en inglés)"."Estos recursos van a ser bien valiosos para aliviar el sufrimiento de las víctimas en el Catatumbo hoy", expresó Villar, que lamentó que el conflicto en esa región fronteriza haya dejado hasta el momento más de 77.000 afectados, de las cuales 25.000 están confinados en zonas rurales.La representante de Naciones Unidas señaló que esta crisis humanitaria es la mayor de Colombia desde que en 2016 el Gobierno y la guerrilla de las FARC firmaron un acuerdo de paz para poner fin a más de medio siglo de conflicto armado."Con estas contribuciones del CERF, las agencias de Naciones Unidas y los socios de nuestro equipo humanitario país van a poner acceder y dar alivio a la mitad de las personas que hoy tienen necesidades extremas en el Catatumbo", dijo Villar.Agregó: "Estamos hablando de hacer llegar alimentos, salud, agua y poder dar continuidad a la educación en el contexto de emergencias, pero también de proteger a los niños y niñas y a las mujeres en riesgo de violencia de género".
En la noche del miércoles 5 de febrero, cuatro artefactos explosivos detonaron cerca a la base de la Fuerza de Tarea Vulcano, del Ejército Nacional. Durante los combates en la población de Lourdes con el Eln, varios niños quedaron en medio del fuego cruzado.Un video muestra a un grupo de menores de edad escondiéndose de las balas del Eln y el Ejército, en una escuela de la vereda Campo Rico, municipio de Lourdes.(Lea también - Catatumbo bajo fuego: esta mujer ha rescatado más de 200 menores de las garras de los criminales)A esto se suma que cerca de 25.000 desplazados continúan en Cúcuta. “Muchas personas han retornado y están volviendo a salir a otros lugares”, manifestó una funcionaria del Bienestar Familiar."Hay asesinatos y reclutamiento de niños": líder social de TibúUna líder social de Tibú comentó que “muchos han llegado y dijeron que no han encontrados sus cosas, que se las han quemado. No se sabe qué grupo (delictivo) fue”.Con la esperanza de volver al campo, la ilusión de la líder social es la misma de miles de personas que siguen lejos de sus hogares: “Dejé mi casita, dejé a mi familia y estoy en este momento pidiéndole al Estado que reconozca lo que hemos perdido; nuestros seres queridos, nuestras sierras. Hay asesinatos, hay reclutamiento de niños y no es normal para una madre perder un hijo, yo ya perdí uno”.Otra mujer, mamá de una bebé de tres años, tuvo que cambiar toda su vida del campo por una habitación de hotel en Cúcuta. Las cuatro paredes donde permanece han sido su lugar seguro. Sin embargo, volver a su hogar es la única opción para recobrar su trabajo en el campo. “Uno sabe que las autoridades para uno es la gente esa que está allá. En cuanto a los soldados, yo digo que eso es como traerle más miedo a uno, eso no es seguridad para uno”, manifestó.32.000 confinados en CatatumboEn el Catatumbo, más de 32.000 personas cumplieron 20 días confinadas, esperando que cesen las hostilidades.Ante la ofensiva militar que ya cumplió 24 horas en Lourdes, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, se refirió en su cuenta de x sobre lo que está sucediendo en esta zona de Colombia.“En la tarde de hoy (miércoles 5 de febrero), en combate sostenido en Lourdes, Norte de Santander, las Fuerzas Militares de Colombia, con el apoyo de la Policía Nacional, dieron de baja a un integrante del Frente Juan Fernando Porras, del Eln, y capturaron otros 2, incautando 2 armas largas y 6 cortas”, explicó el ministro.El presidente Gustavo Petro, por su parte, mencionó que “mientras en Colombia el Ejército Nacional logró impactar al Eln, en Venezuela, el Ejército venezolano logró desalojar varios campamentos del Eln. El objetivo es el Estado, dominando las fronteras y las comunidades, gozando de la paz y la economía lícita”.(Lea también - Ya son 77.000 afectados por el conflicto en el Catatumbo, según ONU: Tibú sigue con toque de queda)CAMILO ROJASPERIODISTA NOTICIAS CARACOLX: RojasCamo
Simpática es una mula que le ha tocado caminar y dar pequeños saltos para desplazarse. Hasta hace unos pocos días era el sustento de una familia campesina en el Catatumbo.Hace cuatro años el animal llegó a una pequeña finca en la vereda Vetas de Oriente, ubicada en el municipio de Tibú, y desde entonces se convirtió en el principal medio para transportar las cosechas de fruta que ha sido el sustento de la familia de don Jairo.“La mulita en el momento era la que nos cargaba el corocito ahí en la finca y era la del trabajo ahí”, dijo don Jairo, campesino desplazado en el Catatumbo.Pero hace una semana, cuando pastaba muy cerca de la vivienda, sonó una explosión.“Yo la vi que venía cojeando (…) cuando me doy con la sorpresa que ya no tenía el casquito y se le había volado la pata con la mina. Tenía esquirlas por todo lado”, complementó el campesino.(Lea también: Ya son 77.000 afectados por el conflicto en el Catatumbo, según ONU: Tibú sigue con toque de queda)Jairo le prestó los primeros auxilios y la subió en un carro para llevarla de urgencias al veterinario. La familia campesina ya no pudo volver a su casa.“Automáticamente nosotros dimos eso por perdido, porque no sabemos dónde haya más minas o así”, explicó Jairo.En Tibú el animal recibió atención por parte del doctor Brand Mogrovejo Riveros, quien tuvo que apuntarle la pata.“Ella llega en unas condiciones muy precarias y la verdad su pata estaba toda destrozada. Una de las opciones era la eutanasia o un procedimiento quirúrgico. Yo decidí de todo corazón ayudarla y realizar este procedimiento para darle una mejor calidad de vida a ella”, sostuvo Brand, médico veterinario y zootecnista.Los pequeños brincos de Simpática y su apetito dan cuenta de su mejoría, pero aún hace falta una parte para que la recuperación del animalito sea total.Simpática necesita una prótesis“Una de las necesidades que ahora presentamos y que buscamos es que ella pueda sentar su patica normalmente por medio de una prótesis”, expuso Brand.Y mientras consiguen la prótesis para la mulita, don Jairo hace un llamado urgente para poder regresar a su finca en la vereda Vetas de Oriente y que ni él ni su familia corran con la misma suerte que el animal.“Nosotros necesitamos un desminado humanitario o un desminado por parte del Gobierno. Ya nosotros le pasamos el caso al personero, pero hasta el momento no nos han dado ninguna respuesta”, manifestó don Jairo.El hombre dice que la mulita le salvó la vida a él y a su familia, porque los alertó del riesgo que corrían en su tierra, tierra a la que esperan volver algún día.
El Catatumbo sigue enfrentando una crisis que no pareciera tener fin. El toque de queda se amplió por falta de garantías para la población.Mientras tanto, el más reciente dato revelado por Naciones Unidas es muy poco alentador: la guerra desatada por el ELN contra las disidencias de las FARC deja 77.000 víctimas en 20 días.(Lea también: Reabren iglesia de familia Lora, víctima de masacre en Aguachica: "Seguiremos legado")Totalmente desoladas se ven las calles de Tibú entre las 7:00 y las 8:00 de la noche. Nadie sale, nadie se asoma a la puerta de la casa.Las calles parecen las de un pueblo fantasma. La violencia, el temor y la incertidumbre generada por cuenta grupos armados obligó al alcalde del municipio a decretar y extender el toque de queda. Ya se completan 20 días de una crisis humanitaria sin precedentesSegún la oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, desde el 16 de enero a la fecha ya son 77.418 personas las que han resultado afectadas por los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC. 46.500 son menores de edad.Richard Claros, alcalde de Tibú, manifestó: “Nosotros insistimos en que debe haber es presencia institucional, no tanto la militarización que conlleva a otras situaciones y eso es un tema del Gobierno nacional directamente”.Pero este llamado no hace eco solo por la disputa actual de los grupos armados; ha sido un clamor histórico, lleno de pocas acciones y muchas promesas en el aire.Nelson Leal es exalcalde de Tibú, quien tuvo que gobernar hace más de un año desde la clandestinidad y el exilio. Él pide que el Estado no sea indiferente con esta región.“El estado no es competente para proteger a la ciudadanía. No hay Fiscalía. A la fiscal la asesinaron en el 2021 y desde ese entonces no hay Fiscalía. La falta de gobernanza hace que estos grupos armados tomen el liderazgo allí y se haga lo que ellos quieren. Es un pueblo donde el que tenga las armas es el que manda”, aseguró Leal.Por su parte, Olga Lucía Zuluaga, coordinadora de Emergencias de Unicef Colombia, adujo que “es una tarea de todo el país. Hay que asignar recursos para que haya más programas orientados a darles oportunidades a estos adolescentes y jóvenes que están en medio de esta situación”.Según la ONU, 51.938 personas han sido desplazadas, 20.302 están en riesgo inminente de confinamiento, y 5.178 no pueden salir de sus casas por cuenta de este conflicto.
Carmen García lidera una misión arriesgada para rescatar niños de la guerra en el Catatumbo. Ha logrado salvar a más de 200 menores, incluso en medio del fuego cruzado. Los Informantes estuvieron acompañándola en Cúcuta y Tibú donde hay ríos de desplazados por cuenta de combates de los violentos.Una vida marcada por la guerraCriada en un entorno de violencia, Carmen García poco a poco se convirtió en una mujer empoderada. Cuando era una campesina de 12 años en el Catatumbo, toda su familia tuvo que desalojar su vereda porque la guerrilla necesitaba el terreno para sembrar más coca.(Lea también: Así es Guantánamo, la prisión de alta seguridad a la que Trump quiere enviar migrantes)“A mí me ha tocado crecer a juro, yo ya me siento de 60 con 40, la guerra me llevó a ser la mujer empoderada que soy ahora, esa mujer que quiere que muchas mujeres se empoderen, porque yo no sabía de nada”, reveló en Los Informantes.En 1999 ocurrió una incursión paramilitar el Catatumbo. El 29 de mayo, el día que Carmen cumplió 15 años, los paras perpetraron la primera masacre y siguieron avanzando, exterminando, y el 21 de agosto le tocó el turno a La Gabarra. Carmen García y su prima se escondieron en un local y al siguiente día fueron testigos oculares de la barbarie: “fueron como 40 muertos”, por lo que para ella la guerra no es algo nuevo. Así nació Madres del Catatumbo por la PazSu labor comenzó cuando una madre le pidió ayuda para salvar a su hijo del reclutamiento forzado. Desde entonces, ha desarrollado estrategias para rescatar niños en peligro.“En plena pelea del EPL y el ELN yo quedé como coordinadora dos de la mesa de víctimas de del municipio de Tibú. Yo voy allí y una mamá se me arrima y me dice ‘es que necesito que saque a mi hijo, se lleve a mi hijo, tiene 14 años, necesito que diga que usted su tía, ayúdeme que me lo van a matar’”, así recuerda Carmen García, también conocida como la mamá grande del Catatumbo, los inicios de su labor.De ahí partió la idea de crear la organización Madres del Catatumbo por la Paz, que reúne a más de 800 mujeres que dialogan con grupos armados y sacan clandestinamente a niños en riesgo: “Nos levantamos las madres y le dijimos a los grupos al margen de la ley, al igual que al Gobierno, que no parimos hijos e hijas para la guerra, que éramos las mamás de los soldados y de los policías y que mientras nosotros conociéramos un caso, estuviéramos ahí, siempre íbamos a estar sobre guardando la vida”.(Lea también: Recorrido por el Yad Vashem, museo del Holocausto en Israel)Carmen García perdió la cuenta de cuántos hijos tiene, son cuatro biológicos, dos adoptados y centenares que la consideran su madre porque los arrancó de la guerra y los devolvió la vida. Sin embargo, sabe que en los últimos cinco años han rescatado 205 niños y han sacado de las filas guerrilleras a 40 más.Asegura, eso sí, que mantienen una postura neutral y humanitaria, evitando también entregar a los niños a las autoridades para protegerlos del uso como informantes.La muerte la ha rozado varias vecesCarmen García ha sobrevivido a más de 10 atentados, incluyendo un ataque paramilitar donde casi pierde un brazo. Además, su esposo fue asesinado en un falso positivo militar por el que una decena de militares fueron condenados y ella tuvo que esconder a sus hijos para evitar represalias.“A mí me tocó cambiarles el nombre a mis hijos, hay uno que no tiene el apellido de su papá porque no hemos podido regresar, él era el que se llamaba igual que su papá”, reveló Carmen García.Pese a tanto terror que ha vivido, la mamá grande del Catatumbo adora su tierra y es contundente al señalar a los responsables de su dolor.(Lea también: Caso Luz Mery Tristán: niegan libertad a Andrés Ricci, presunto feminicida de la patinadora)“Si usted me pregunta a mí si el Catatumbo es un infierno, yo le diría no, Catatumbo es un paraíso; que hay personas que lo están convirtiendo en un infierno, es otra cosa. Quienes hemos vivido el infierno somos los pobres que hemos estado allí, que nos ha tocado vivir por toda la violencia que hemos”, subrayó.La muerte de su hermanoAunque Carmen García parece de acero, las heridas de la guerra le duelen y le han dejado dolorosas cicatrices. Hace apenas cuatro meses el ELN mató a su hermano y hablar de esa tragedia la derrumba.“Cuando mataron a mi esposo, en ese momento lo único que tenía que pensar era qué hacer con mis hijos y qué iba a hacer yo en ese momento, porque mis hijos estaban pequeños, no me quedaba tiempo de llorar, porque igual mis hijos pedían comida y tenía que salir a trabajar y me tocó estar valiente, creo que no tuve ni duelo. Pero cuando mataron a mi hermano yo digo: ‘todo lo que yo hago por todas las personas y no puedo hacer nada por mi hermano, fue lo más duro que me ha pasado en la vida’”, reveló entre lágrimas Carmen, agregando que no le tiene miedo a la muerte sino a “dejar a sus hijos y a la gente sola”.En Catatumbo, la escalada del conflicto sigue cobrando vidas, con campesinos huyendo y familias perdiéndolo todo, mientras Carmen García y su organización, con coraje, siguen trabajando a pesar del peligro constante.La Defensoría del Pueblo reporta que 112 personas han salido de grupos armados en los últimos días, 20 de ellos menores. Las Madres del Catatumbo por la Paz exigen el fin del reclutamiento infantil y la violencia.