La tragedia humanitaria en la región del Catatumbo fue una guerra anunciada, dicen monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú, y monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña. Ellos responsabilizan al actual Gobierno y a los anteriores de no dar soluciones concretas a la crisis que hoy tiene a esa zona de Norte de Santander sumida en la violencia, el miedo y el abandono.Los obispos le dicen al ELN que crean en el diálogo y le piden seriedad. Aseguran que en el Catatumbo no hay obras ni inversión por culpa de los corruptos. Sus fieles están frustrados por las promesas incumplidas. Al Gobierno Petro le piden que acelere los cambios que tanto prometió.(Lea también: Desplazados del Catatumbo denuncian dificultades en atención médica: "El problema es la salud")Mientras el Catatumbo se desangra, los obispos de las diócesis de Tibú y Ocaña hacen la más cruda radiografía de lo que pasa en esa región.En diálogo con Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol, los representantes de la Iglesia católica le cantan la tabla al actual Gobierno, a los anteriores gobiernos y al país en general, para que, de una vez por todas, le presten atención a la tragedia humanitaria que vive la zona donde realizan su labor pastoral.Los jerarcas de la iglesia católica cuentan cómo hacen su labor mediadora y humanitaria en medio de las balas y del miedo, pero también en medio del total abandono del Estado y de la corrupción rampante de políticos locales, que, aseguran, no deja que haya obras en los 11 municipios del Catatumbo.Sus advertencias son claras: la guerra en esa zona estaba más que anunciada. Las promesas de cambio no se han traducido en soluciones. Además, enfatizan en que una cosa es mandar desde un escritorio y otra ver lo que pasa en el territorio.Juan Roberyo Vargas: ¿Cómo está hoy en día la situación en el Catatumbo?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “La situación sigue igual, en una realidad de confrontación de estos dos actores armados, alguno con más beligerancia, como es el ELN y con una intención de quedarse en el territorio, como ellos mismos lo han expresado. Con unas justificaciones quizá válidas para ellos, pero para nosotros, como iglesia, siempre la violencia, la guerra y la muerte será el fracaso humano, como ha acostumbrado a decir el papa Francisco”.“Y entonces la realidad sigue. Aunque algunas familias han retornado a sus territorios, el dolor y la frustración siguen, porque no es simplemente el volver a su tierra, sino toda la frustración y la angustia con la que nuestras comunidades viven”.JRV: Alguno de los sacerdotes de los que los acompañan a ustedes en esa labor pastoral le dijo al diario El País, de España, esta semana una frase: “Era una guerra anunciada”. ¿Qué opinión tienen?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Pues, era una guerra anunciada porque ya nosotros habíamos advertido, y no solamente nosotros, sino todos los organismos nacionales e internacionales que trabajan por los derechos humanos en el territorio, que la confrontación se veía venir”.“Era una guerra anunciada, porque pues en el territorio estos grupos ponen sus leyes, hacen sus acuerdos y llega un momento en el que un grupo decide que el otro lo está haciendo mal y decide aniquilarlo o borrar. Tienen sus razones, según ellos, y eso generó esta situación tan dolorosa, tan cruel, donde en medio de toda esa confrontación siempre queda el pueblo”.“Muchos de esos caseríos del Catatumbo no tienen agua potable, no tienen un sistema de agua. Aunque todas las organizaciones repartamos filtros, tanques, cosas para mejorar las condiciones de vida, eso sigue siendo una cosa muy corta y el Estado siempre termina diluyéndose y perdiéndose. Y, pues claro, en un lugar donde uno empieza a ver que la fuerza del Estado, la presencia del Estado es tan débil, pues otros hacen su papel y si se hace con la fuerza de las armas, pues las armas siempre nos van a llevar a la destrucción y a lo más inhumano del humano, que es la guerra”.JRV: ¿Ese Estado en el Catatumbo hoy quién lo representa?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Sin duda hay una representación de la institucionalidad: está el gobernador, están los alcaldes, están los consejos municipales, estamos otras instituciones y la fuerza pública, pero, sin duda, lo que uno percibe sí es que falta una institución del Estado presente, fuerte”.JRV: ¿Eso hace que grupos como el ELN sea la autoridad?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Claro, ellos hacen presencia en los territorios (ELN) y direccionan normas. En el Catatumbo son más o menos 375.000 habitantes, de los cuales en las cabeceras municipales el ELN está en 18% y en la región rural en el 44%, o sea, cerca de la mitad"."Cuando no hay una presencia del Estado, y que no responde solo a este Gobierno, o el Estado es ausente en muchos años a esa realidad de corrupción que también ha golpeado a nuestro territorio, pues otros actores se hacen presentes y ponen las normas”.Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Hay comunidades que se le han plantado a los grupos armados, como la comunidad de Pacheli, el resguardo indígena Barí, son comunidades que les han dicho: ‘respete nuestros derechos, respeten nuestro caserío, no se metan’ y se los han respetado hasta cierto punto, pero como no hay quien apalanque ese trabajo que la gente hace, pues todo termina quedando a mitad de camino”.“Toda la institucionalidad y todos los recursos que deben llegar no llegan. Uno siempre pone su mirada cuando el conflicto llega, pero en realidad no solo es el conflicto. Es un problema el descuido del Estado, el narcotráfico que se fortalece, la cultura de la ilegalidad que todo el mundo maneja, entonces como que todo eso hace una combinación perfecta para que esto explote cada día más y la solución no se vea pronto”.JRV: El papel de la iglesia ha sido fundamental para buscar soluciones y para acercarse a esas comunidades. Es más, son los únicos que pueden entrar al territorio. ¿Esa mediación en qué se ha traducido?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “De mi parte, hemos intentado al final salvar vidas, o sea, mandar un mensaje siempre que la guerra y la violencia no es la solución, porque al final nos interesan todas las vidas, no solamente la vida de unos pocos. Nos interesa la vida de los guerrilleros, nos interesa la vida de los militares, de los policías y de la gente civil. O sea, nos duele igual cuando muere alguna de esas personas fruto de la violencia, además que la mayoría son jóvenes. Entonces, nosotros estamos insistiendo siempre es en esa cultura de la paz y de la reconciliación, pero que obviamente solo nuestro mensaje llega, pero necesita una fuerza mucho más grande que transforme el territorio”.JRV: En esta crisis puntual, ¿qué han logrado? Cuando han entrado ustedes los sacerdotes, ¿qué les dicen y qué logran?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Hay que advertir primero que nosotros siempre hemos estado en el territorio, nosotros no vamos por un programa o por un proyecto. Nosotros vivimos, sufrimos y caminamos con el pueblo del Catatumbo”.“Los sacerdotes que hay en la diócesis de Tibú, que somos más o menos 30 en todos los caseríos en los que acompañamos, los otros sacerdotes de la diócesis de Ocaña, que son más o menos entre 60 y 80, ellos están entregados en cada uno de sus caseríos. Entonces, eso ha permitido que la gente confíe en nosotros. Esa confianza que se ha construido y ese respeto que se ha generado con nosotros, pues nos permite también ayudar primero en esta crisis, pues haciendo albergues donde nosotros asistimos a la gente”.“En Tibú sigue habiendo todavía unos albergues, hoy ya más a cargo de la alcaldía. En Ocaña, todavía en los albergues a cargo de la diócesis de Ocaña, hemos empezado a ayudar a tramitar la salida de unas personas retenidas por el grupo del ELN y ellos nos han pedido el favor de recibirlos. Nosotros lo hemos ido a hacer con mucho gusto, con el deseo de salvar las vidas, porque pues esa es nuestra gran misión y esa es la razón de ser del Evangelio, que la muerte sea vencida con el respeto por la vida y la construcción de la justicia, y en eso los padres han tenido que ir a lugares apartados, dirigirse por canoas y hacer recorrido por trochas”.JRV: ¿Les ha tocado levantar cadáveres?Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “Esa parte no nos ha correspondido. Ahora último se ha tratado de consolidar una comisión humanitaria con la ONU y la Defensoría del Pueblo, pues estamos tratando de consolidar el trabajo, junto con la iglesia, para asistir también a esa parte de levantar cadáveres, pues que todavía no se ha comenzado a hacer porque los conflictos continúan en la zona”.JRV: ¿Qué opina de los diálogos que se venían adelantando con el ELN?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Yo siempre he creído en los diálogos y con el diálogo hemos entendido que la guerra no es la solución. Este país no lo vamos a transformar imponiéndonos ninguno. Nosotros siempre como Iglesia católica siempre le hemos pedido seriedad a los grupos”.“En algunos diálogos que yo he podido tener digo: apostémosle a la paz, pero también ustedes tienen que mostrar deseo de paz. Yo creo que ese es el camino, el deseo de paz”.“A veces desde el centro es muy fácil que algunos digan: ‘eso que metan el Ejército’. El dolor que eso podría causar… Obviamente, no estamos diciendo que no vayan, pero sí debe haber una presencia clara, pero no solo del Ejército. El tema no es de bala, no es el que eche más bala o el que se imponga, es el que sea capaz de mirar racionalmente, y los invitamos a los actores armados a que racionalmente entendamos que el conflicto no es la solución de este país”.Monseñor Ismael Bravo, obispo de Tibú: “La solución es muy sencilla, pero por lo mismo es tan compleja. La solución es una inversión social en el territorio. ¿Pero qué pasa con esa inversión? Que empiezan los políticos, que empiezan las burocracias, que empiezan los sistemas que se han organizado en un país que en el papel es perfecto, pero que en la realidad se vuelve tremendamente complejo, porque para hacer cualquier carretera, para hacer cualquier cosa, hay que hacer una cantidad de trámites: dicen que una junta de acción comunal no puede, que una sociedad del lugar no puede adelantar, que una empresa no puede adelantar, que una empresa no puede llevar (…) Si hubiera una decisión firme de los gobiernos a no dejarse llevar por la corrupción, pero al territorio no va a llegar la inversión que se iba a hacer. Ahí es donde tenemos que el problema la corrupción termina siendo el motor para que la guerra no pare”.JRV: ¿Esos políticos corruptos terminan siendo cómplices de esos grupos que terminan dejando a la gente abandonada?Monseñor Orlando Olave, obispo de Ocaña: “Es un círculo perverso”.Vea la entrevista completa en el video que acompaña esta nota.
Cada día aumenta el número de desplazados por la violencia en el Catatumbo. Más de 54.000 personas han tenido que huir de sus hogares en busca de seguridad. Algunos con problemas de salud denuncian sentirse abandonados en medio de la crisis humanitaria. Muchos de los desplazados aseguran que sus condiciones de salud se han agravado, sobre todo porque muchos sufrieron heridas en sus desplazamientos para salir del Catatumbo y necesitan atención médica urgente. La crisis humanitaria más fuerte de la última década en el país deja los retratos más dramáticos de la violencia. Más de 54.000 desplazados viven ahora en la ciudad y sus testimonios han marcado una huella profunda en la historia del departamento de Norte de Santander. “Cuando llegamos a la casa nos cayeron, yo logré salir, pero a mí me agarraron y me golpearon. Y el muchacho sí lo mataron, lo dejaron ahí en el otro lado de la casa donde él vivía, ahí lo mataron y lo dejaron ahí y no sé qué harían con él”, contó un hombre desplazado por la violencia en el Catatumbo. Este testigo de la guerra lleva en su cuerpo las heridas que el 16 de enero le dejaron los guerrilleros cuando entraron armados a su casa. Cuenta que luego de 25 días de que asesinaran a su compañero, no puede dejar de pensar en el último abrazo que le dio mientras agonizaba. Antes de ser rescatado en el helicóptero, tuvo que caminar entre la montaña donde sus tendones se rompieron. Hoy pide que su atención no sea solamente un plato de comida y un albergue. “El problema que nosotros tenemos aquí en donde estamos es la salud; aquí no nos quieren asignar nada, aquí no nos quieren dar medicamentos; para ir a reclamar los medicamentos es un problema”, dijo el hombre desplazado. Como él, otros que han tenido que dejar sus parcelas, cultivos y trabajos de campo; y que además tienen alguna enfermedad de base o que sus heridas en medio del desplazamiento sufrieron un daño más grave, piden mejores garantías para su salud. “No me dieron la cita y lo del brazo, tengo una platina metida aquí y tengo roto el hueso del hombro, pero no me atendieron, me vine porque qué más”, dijo otro desplazado por la crisis en el Catatumbo. Apoyo a desplazados por violencia en el CatatumboDiferentes organizaciones, como la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), continúan apoyando a los desplazados. “Tenemos un grupo de especial atención que son más de 5.600 confinados y más de 26.000 personas con restricciones a la movilidad. Estos confinados y estas personas con restricciones a la movilidad las tenemos en los municipios de Hacarí, Teorama, San Calixto y Tibú”, aseguró un miembro de la ACNUR.Entre nostalgia y desesperanza, muchos sabían que irse de sus hogares era la única salida. “Sabíamos que teníamos que salir, nos tocó salir con lo que teníamos encima porque qué más, no íbamos a esperar que nos maten ahí”, indicó otro desplazado. Desde los albergues, hoteles y casas de algún conocido o familiar, miles de personas piden una solución efectiva al conflicto y que la intención del Gobierno nacional no se quede en promesas.
Con el fin de atender la crisis humanitaria que se presenta en el Catatumbo, el Departamento Nacional de Planeación busca acelerar la ejecución de varios proyectos para la región. La entidad quiere agilizar los tiempos de formulación, priorización y aprobación de los proyectos con asignaciones para la paz, el medio ambiente y la inversión regional, esto a través del Decreto 0131, cuyo propósito es atender efectivamente la crisis humanitaria y de seguridad que enfrenta la región del Catatumbo. Se espera agilizar los proyectos haciendo llegar sin demoras los recursos a las comunidades más afectadas. Las iniciativas podrán ser presentadas directamente ante las entidades competentes sin el trámite de una convocatoria pública y se podrán financiar iniciativas en materia de educación, salud e infraestructura, entre otros.Jhonattan Duque, subdirector general de regalías del DNP, aseguró que “estamos desde Cúcuta realizando una jornada de asistencia técnica para el Catatumbo, agilizando la inversión en toda esta región con seis mesas temáticas que nos permitan brindar soluciones concretas a los proyectos y de esta manera buscamos dinamizar toda su ejecución. Estamos trabajando con 63 proyectos por más de 600.000 millones de pesos buscando contribuir a la reducción de la crisis humanitaria en la región del Catatumbo”. ¿Cómo se distribuyen las regalías para atender crisis en el Catatumbo?De acuerdo con el DNP, las asignaciones de regalías disponibles para el Catatumbo se distribuyen de la siguiente manera:Asignación regional OCAD Centro Oriente: 821.000 millones de pesos. Asignación paz de subregión Catatumbo: 363.000 millones de pesos.Gobernación: 254.000 millones de pesos. Municipios de Norte de Santander: 157.000 millones de pesos. Estas medidas estarán vigentes mientras dure el estado de conmoción interior decretado por el Gobierno nacional el pasado 24 de enero de 2025.Crisis en el CatatumboEl Ministerio de Defensa informó que ya son 56 las víctimas mortales que deja la guerra entre grupos al margen de la ley en el Catatumbo. Del total de muertos, 27 fueron hallados en el municipio de Tibú, 21 en Teorama, seis en El Tarra, una en San Calixto y otra en Hacarí.En cuanto a los 54.098 desplazados, Cúcuta, la capital departamental, es la principal receptora de ellos con 24.976 personas, seguida de Tibú con 13.373 y Ocaña (la segunda ciudad de Norte de Santander) con 10.228.Esta cartera aseguró además que ocho firmantes del acuerdo de paz, a los que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) acusa de ser miembros del Frente 33 de las disidencias de las FARC, están desaparecidos, mientras que seis de ellos fueron asesinados.
En su boletín sobre la crisis del Catatumbo, actualizado con cifras del Puesto de Mando Unificado (PMU), el Ministerio de Defensa informó que ya son 56 las víctimas mortales que deja la guerra entre grupos al margen de la ley en el Catatumbo. Del total de muertos, 27 fueron hallados en el municipio de Tibú, 21 en Teorama, seis en El Tarra, una en San Calixto y otra en Hacarí.En cuanto a los 54.098 desplazados, Cúcuta, la capital departamental, es la principal receptora de ellos con 24.976 personas, seguida de Tibú con 13.373 y Ocaña (la segunda ciudad de Norte de Santander) con 10.228.(Lea también: Soldado murió al pisar una mina antipersonal en Santa Rosa del Sur, Bolívar)El Ministerio de Defensa aseguró además que ocho firmantes del acuerdo de paz, a los que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) acusa de ser miembros del Frente 33 de las disidencias de las FARC, están desaparecidos, mientras que seis de ellos fueron asesinados.Millonario desembolso de la ONU para el CatatumboLa coordinadora residente y humanitaria de la ONU en Colombia, Mireia Villar, afirmó el viernes que el coordinador en emergencias de Naciones Unidas, Tom Fletcher, "ha aprobado la asignación de 3,8 millones de dólares a Colombia del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF, por sus siglas en inglés)"."Estos recursos van a ser bien valiosos para aliviar el sufrimiento de las víctimas en el Catatumbo hoy", expresó Villar, que lamentó que el conflicto en esa región fronteriza haya dejado hasta el momento más de 77.000 afectados, de las cuales 25.000 están confinados en zonas rurales.La representante de Naciones Unidas señaló que esta crisis humanitaria es la mayor de Colombia desde que en 2016 el Gobierno y la guerrilla de las FARC firmaron un acuerdo de paz para poner fin a más de medio siglo de conflicto armado."Con estas contribuciones del CERF, las agencias de Naciones Unidas y los socios de nuestro equipo humanitario país van a poner acceder y dar alivio a la mitad de las personas que hoy tienen necesidades extremas en el Catatumbo", dijo Villar.Agregó: "Estamos hablando de hacer llegar alimentos, salud, agua y poder dar continuidad a la educación en el contexto de emergencias, pero también de proteger a los niños y niñas y a las mujeres en riesgo de violencia de género".
Simpática es una mula que le ha tocado caminar y dar pequeños saltos para desplazarse. Hasta hace unos pocos días era el sustento de una familia campesina en el Catatumbo.Hace cuatro años el animal llegó a una pequeña finca en la vereda Vetas de Oriente, ubicada en el municipio de Tibú, y desde entonces se convirtió en el principal medio para transportar las cosechas de fruta que ha sido el sustento de la familia de don Jairo.“La mulita en el momento era la que nos cargaba el corocito ahí en la finca y era la del trabajo ahí”, dijo don Jairo, campesino desplazado en el Catatumbo.Pero hace una semana, cuando pastaba muy cerca de la vivienda, sonó una explosión.“Yo la vi que venía cojeando (…) cuando me doy con la sorpresa que ya no tenía el casquito y se le había volado la pata con la mina. Tenía esquirlas por todo lado”, complementó el campesino.(Lea también: Ya son 77.000 afectados por el conflicto en el Catatumbo, según ONU: Tibú sigue con toque de queda)Jairo le prestó los primeros auxilios y la subió en un carro para llevarla de urgencias al veterinario. La familia campesina ya no pudo volver a su casa.“Automáticamente nosotros dimos eso por perdido, porque no sabemos dónde haya más minas o así”, explicó Jairo.En Tibú el animal recibió atención por parte del doctor Brand Mogrovejo Riveros, quien tuvo que apuntarle la pata.“Ella llega en unas condiciones muy precarias y la verdad su pata estaba toda destrozada. Una de las opciones era la eutanasia o un procedimiento quirúrgico. Yo decidí de todo corazón ayudarla y realizar este procedimiento para darle una mejor calidad de vida a ella”, sostuvo Brand, médico veterinario y zootecnista.Los pequeños brincos de Simpática y su apetito dan cuenta de su mejoría, pero aún hace falta una parte para que la recuperación del animalito sea total.Simpática necesita una prótesis“Una de las necesidades que ahora presentamos y que buscamos es que ella pueda sentar su patica normalmente por medio de una prótesis”, expuso Brand.Y mientras consiguen la prótesis para la mulita, don Jairo hace un llamado urgente para poder regresar a su finca en la vereda Vetas de Oriente y que ni él ni su familia corran con la misma suerte que el animal.“Nosotros necesitamos un desminado humanitario o un desminado por parte del Gobierno. Ya nosotros le pasamos el caso al personero, pero hasta el momento no nos han dado ninguna respuesta”, manifestó don Jairo.El hombre dice que la mulita le salvó la vida a él y a su familia, porque los alertó del riesgo que corrían en su tierra, tierra a la que esperan volver algún día.
El Catatumbo sigue enfrentando una crisis que no pareciera tener fin. El toque de queda se amplió por falta de garantías para la población.Mientras tanto, el más reciente dato revelado por Naciones Unidas es muy poco alentador: la guerra desatada por el ELN contra las disidencias de las FARC deja 77.000 víctimas en 20 días.(Lea también: Reabren iglesia de familia Lora, víctima de masacre en Aguachica: "Seguiremos legado")Totalmente desoladas se ven las calles de Tibú entre las 7:00 y las 8:00 de la noche. Nadie sale, nadie se asoma a la puerta de la casa.Las calles parecen las de un pueblo fantasma. La violencia, el temor y la incertidumbre generada por cuenta grupos armados obligó al alcalde del municipio a decretar y extender el toque de queda. Ya se completan 20 días de una crisis humanitaria sin precedentesSegún la oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, desde el 16 de enero a la fecha ya son 77.418 personas las que han resultado afectadas por los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC. 46.500 son menores de edad.Richard Claros, alcalde de Tibú, manifestó: “Nosotros insistimos en que debe haber es presencia institucional, no tanto la militarización que conlleva a otras situaciones y eso es un tema del Gobierno nacional directamente”.Pero este llamado no hace eco solo por la disputa actual de los grupos armados; ha sido un clamor histórico, lleno de pocas acciones y muchas promesas en el aire.Nelson Leal es exalcalde de Tibú, quien tuvo que gobernar hace más de un año desde la clandestinidad y el exilio. Él pide que el Estado no sea indiferente con esta región.“El estado no es competente para proteger a la ciudadanía. No hay Fiscalía. A la fiscal la asesinaron en el 2021 y desde ese entonces no hay Fiscalía. La falta de gobernanza hace que estos grupos armados tomen el liderazgo allí y se haga lo que ellos quieren. Es un pueblo donde el que tenga las armas es el que manda”, aseguró Leal.Por su parte, Olga Lucía Zuluaga, coordinadora de Emergencias de Unicef Colombia, adujo que “es una tarea de todo el país. Hay que asignar recursos para que haya más programas orientados a darles oportunidades a estos adolescentes y jóvenes que están en medio de esta situación”.Según la ONU, 51.938 personas han sido desplazadas, 20.302 están en riesgo inminente de confinamiento, y 5.178 no pueden salir de sus casas por cuenta de este conflicto.
Un campesino desplazado del Catatumbo le contó a Los Informantes la tragedia que pasa en medio de la guerra entre grupos armados en esta región de Colombia. Tres de sus hermanos fueron asesinados y le tocó a él mismo llevar los cadáveres hasta el pueblo.“Cuando supimos que a los hermanos los habían acribillado, nosotros lo que hicimos fue salir en carrera con ellos, dejando todo, salir con lo que teníamos puesto y no mirar para atrás”, relató el hombre que pidió proteger su identidad por la grave situación que se vive en el Catatumbo. (Lea también: Catatumbo bajo fuego: esta mujer ha rescatado más de 200 menores de las garras de los criminales)Y es que la guerra allí lo ha tocado de la manera más abrupta. Cuatro hermanos fueron atacados por los violentos en zona rural de La Gabarra y tres de ellos murieron.Luego, él mismo tuvo que llevar los cadáveres al centro poblado de La Gabarra, dejarlos “botados” en una funeraria y “hasta el otro día fue el sepelio”, al que no pudieron asistir muchos familiares debido a la permanente zozobra en la que viven. Otro de los hermanos de este hombre fue hallado mal herido, con tres impactos de bala, y se encuentra en grave estado de salud.“A él lo trasladaron a La Gabarra y de ahí pues se les pidió apoyo a las entidades del Estado para transportarlo por aire, pero está en estado de coma, o sea, está en la UCI con muchas dificultades”, subrayó.Catatumbo bajo el fuegoY es que las tragedias que está dejando la violenta escalada entre el ELN y remanentes de las extintas FARC en el Norte de Santander son escalofriantes, pero nada nuevo. De hecho, Carmen García, conocida también como la mamá grande del Catatumbo, le contó a Los Informantes cómo en los últimos cinco años ha logrado rescatar a más de 200 niños que estaban a punto de ser arrastrados a las filas de los violentos.(Lea también: ¿Hezbolá en Colombia? Captura de supuesto empresario develó presunto financiamiento a terroristas)Esta mujer, que ha sufrido más de 10 atentados, es reconocida por ser la creadora y líder de Madres del Catatumbo por la Paz, una organización compuesta por 851 mujeres que se han unido bajo el lema “no parimos hijos e hijas para la guerra”. En su labor, cuenta, han rescatado 205 niños y han sacado de las filas guerrilleras a 40 más.Sin embargo, ella también ha tenido que ver de frente a la muerte, su esposo fue asesinado en un falso positivo militar y, más recientemente, el ELN mató a su hermano. Aunque Carmen García parece una mujer de acero y lucha día y noche por ayudar a cientos de habitantes del Catatumbo, la tragedia de su familia la derrumba.“Cuando mataron a mi esposo, en ese momento lo único que tenía que pensar era qué hacer con mis hijos y qué iba a hacer yo en ese momento, porque mis hijos estaban pequeños, no me quedaba tiempo de llorar, porque igual mis hijos pedían comida y tenía que salir a trabajar y me tocó estar valiente, creo que no tuve ni duelo. Pero cuando mataron a mi hermano yo digo: ‘todo lo que yo hago por todas las personas y no puedo hacer nada por mi hermano, fue lo más duro que me ha pasado en la vida’”, dijo entre lágrimas Carmen García en Los Informantes. Agregó que no le tiene miedo a la muerte sino a dejar a sus hijos y a su gente solos.(Lea también: ¿Cuál es la clave para ser uno de los mejores profesores del mundo? Colombiano lo revela)¿Cómo está la situación en Catatumbo hoy?El centro de atención en el Estadio General Santander de Cúcuta, lugar al que han llegado cientos de desplazados del Catatumbo, este fin de semana fueron los niños. La alerta del Bienestar Familiar sobre su salud mental, en muchos de ellos, por cuenta de la guerra, es preocupante."Es una alerta y en efecto el tema de salud mental en este momento está teniendo digamos unas manifestaciones muy complejas. Hemos tenido también niños y niñas con ideación suicida, hemos tenido unas circunstancias muy tristes de abordar con ellos", señaló Adriana Velásquez, subdirectora Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.Por eso, el Bienestar Familiar trasladó 18 de sus psicólogos y trabajadores sociales a Cúcuta para atender estos casos en hoteles y albergues.
Carmen García lidera una misión arriesgada para rescatar niños de la guerra en el Catatumbo. Ha logrado salvar a más de 200 menores, incluso en medio del fuego cruzado. Los Informantes estuvieron acompañándola en Cúcuta y Tibú donde hay ríos de desplazados por cuenta de combates de los violentos.Una vida marcada por la guerraCriada en un entorno de violencia, Carmen García poco a poco se convirtió en una mujer empoderada. Cuando era una campesina de 12 años en el Catatumbo, toda su familia tuvo que desalojar su vereda porque la guerrilla necesitaba el terreno para sembrar más coca.(Lea también: Así es Guantánamo, la prisión de alta seguridad a la que Trump quiere enviar migrantes)“A mí me ha tocado crecer a juro, yo ya me siento de 60 con 40, la guerra me llevó a ser la mujer empoderada que soy ahora, esa mujer que quiere que muchas mujeres se empoderen, porque yo no sabía de nada”, reveló en Los Informantes.En 1999 ocurrió una incursión paramilitar el Catatumbo. El 29 de mayo, el día que Carmen cumplió 15 años, los paras perpetraron la primera masacre y siguieron avanzando, exterminando, y el 21 de agosto le tocó el turno a La Gabarra. Carmen García y su prima se escondieron en un local y al siguiente día fueron testigos oculares de la barbarie: “fueron como 40 muertos”, por lo que para ella la guerra no es algo nuevo. Así nació Madres del Catatumbo por la PazSu labor comenzó cuando una madre le pidió ayuda para salvar a su hijo del reclutamiento forzado. Desde entonces, ha desarrollado estrategias para rescatar niños en peligro.“En plena pelea del EPL y el ELN yo quedé como coordinadora dos de la mesa de víctimas de del municipio de Tibú. Yo voy allí y una mamá se me arrima y me dice ‘es que necesito que saque a mi hijo, se lleve a mi hijo, tiene 14 años, necesito que diga que usted su tía, ayúdeme que me lo van a matar’”, así recuerda Carmen García, también conocida como la mamá grande del Catatumbo, los inicios de su labor.De ahí partió la idea de crear la organización Madres del Catatumbo por la Paz, que reúne a más de 800 mujeres que dialogan con grupos armados y sacan clandestinamente a niños en riesgo: “Nos levantamos las madres y le dijimos a los grupos al margen de la ley, al igual que al Gobierno, que no parimos hijos e hijas para la guerra, que éramos las mamás de los soldados y de los policías y que mientras nosotros conociéramos un caso, estuviéramos ahí, siempre íbamos a estar sobre guardando la vida”.(Lea también: Recorrido por el Yad Vashem, museo del Holocausto en Israel)Carmen García perdió la cuenta de cuántos hijos tiene, son cuatro biológicos, dos adoptados y centenares que la consideran su madre porque los arrancó de la guerra y los devolvió la vida. Sin embargo, sabe que en los últimos cinco años han rescatado 205 niños y han sacado de las filas guerrilleras a 40 más.Asegura, eso sí, que mantienen una postura neutral y humanitaria, evitando también entregar a los niños a las autoridades para protegerlos del uso como informantes.La muerte la ha rozado varias vecesCarmen García ha sobrevivido a más de 10 atentados, incluyendo un ataque paramilitar donde casi pierde un brazo. Además, su esposo fue asesinado en un falso positivo militar por el que una decena de militares fueron condenados y ella tuvo que esconder a sus hijos para evitar represalias.“A mí me tocó cambiarles el nombre a mis hijos, hay uno que no tiene el apellido de su papá porque no hemos podido regresar, él era el que se llamaba igual que su papá”, reveló Carmen García.Pese a tanto terror que ha vivido, la mamá grande del Catatumbo adora su tierra y es contundente al señalar a los responsables de su dolor.(Lea también: Caso Luz Mery Tristán: niegan libertad a Andrés Ricci, presunto feminicida de la patinadora)“Si usted me pregunta a mí si el Catatumbo es un infierno, yo le diría no, Catatumbo es un paraíso; que hay personas que lo están convirtiendo en un infierno, es otra cosa. Quienes hemos vivido el infierno somos los pobres que hemos estado allí, que nos ha tocado vivir por toda la violencia que hemos”, subrayó.La muerte de su hermanoAunque Carmen García parece de acero, las heridas de la guerra le duelen y le han dejado dolorosas cicatrices. Hace apenas cuatro meses el ELN mató a su hermano y hablar de esa tragedia la derrumba.“Cuando mataron a mi esposo, en ese momento lo único que tenía que pensar era qué hacer con mis hijos y qué iba a hacer yo en ese momento, porque mis hijos estaban pequeños, no me quedaba tiempo de llorar, porque igual mis hijos pedían comida y tenía que salir a trabajar y me tocó estar valiente, creo que no tuve ni duelo. Pero cuando mataron a mi hermano yo digo: ‘todo lo que yo hago por todas las personas y no puedo hacer nada por mi hermano, fue lo más duro que me ha pasado en la vida’”, reveló entre lágrimas Carmen, agregando que no le tiene miedo a la muerte sino a “dejar a sus hijos y a la gente sola”.En Catatumbo, la escalada del conflicto sigue cobrando vidas, con campesinos huyendo y familias perdiéndolo todo, mientras Carmen García y su organización, con coraje, siguen trabajando a pesar del peligro constante.La Defensoría del Pueblo reporta que 112 personas han salido de grupos armados en los últimos días, 20 de ellos menores. Las Madres del Catatumbo por la Paz exigen el fin del reclutamiento infantil y la violencia.
Como todos los domingos, en este capítulo de Los Informantes, tres grandes historias: La mamá grande del Catatumbo, La sombra de Hezbolá y la vida de Claudia, la menor de los Briceño, una familia de transportadores legendaria en las carreteras de Colombia.La mamá grande del CatatumboCarmen García es la fundadora y líder de Madres del Catatumbo por la paz, una organización que ha rescatado a más de 200 niños de las garras de los grupos armados que tiene azotada esta región.(Lea también: En Los Informantes, un conmovedor abrazo, las letras de Mary y la magia de Caño Cristales)La organización Madres del Catatumbo por la Paz reúne a más de 800 mujeres que dialogan con grupos armados y sacan clandestinamente a niños en riesgo: “Nos levantamos las madres y le dijimos a los grupos al margen de la ley, al igual que al Gobierno, que no parimos hijos e hijas para la guerra, que éramos las mamás de los soldados y de los policías y que mientras nosotros conociéramos un caso, estuviéramos ahí, siempre íbamos a estar sobre guardando la vida”.La sombra de Hezbolá en ColombiaEn un trabajo conjunto, el FBI y la Policía Nacional lograron desenmascarar la fachada de un supuesto empresario guajiro que sería la conexión del grupo terrorista islámico Hezbolá con Colombia.(Lea también: Así es Yad Vashem, el museo que mantiene viva la memoria de las víctimas del Holocausto)“La investigación comienza en el año 2021, a través de una carta del FBI donde nos informa de la presencia de esta persona Mahdy en territorio colombiano, que estaría financiando al parecer el terrorismo a través de Hezbolá”, explicó en Los Informantes el patrullero Camilo Salazar, un policía formado en análisis de inteligencia y en delitos de alto impacto.La vida a lomo de mulaClaudia es la menor de los Briceño, una reconocida dinastía de transportadores en Colombia. Ella ha demostrado que la determinación no tiene género, rompiendo las barreras en un oficio dominado por hombres.
Venezuela inició este viernes con la operación 'Relámpago del Catatumbo' en la zona fronteriza con Colombia, donde los enfrentamientos con el ELN y las disidencias de las FARC ya dejan más de 52 mil desplazados y alrededor de 52 personas fallecidas, según el Ministerio de Defensa. Por esta situación, el Gobierno colombiano declaró el estado de conmoción interior."Arrancó la Operación 'Relámpago del Catatumbo' (...) en toda la frontera con nuestra hermana Colombia, en coordinación con el gobierno del presidente Gustavo Petro (...) desde las regiones del norte del Táchira, colindantes con el Norte de Santander, hasta las regiones del Zulia", dijo Nicolás Maduro en un audio difundido en su canal de Telegram.(Lea también: Conmoción interior en Catatumbo: lo que dicen los seis nuevos decretos que emitió el Gobierno).El líder chavista explicó que esta operación se realiza, al menos, tres veces al año en esas regiones donde se ha logrado "liberar y mantener libre todo el territorio de Venezuela de pistas clandestinas, de sembradíos de hojas de coca, de laboratorios para fabricar cocaína y de todos esos elementos perturbadores"."Ya hemos coordinado con el Gobierno del presidente Gustavo Petro y estamos trabajando una idea de desarrollo binacional, integrado, económico, social, con un carácter profundamente humano y además unitario, integrador de los pueblos de Colombia y Venezuela", añadió."Se ha iniciado una operación militar antinarcóticos": Gustavo PetroEl presidente Gustavo Petro, por su parte, confirmó este viernes una operación militar con la colaboración de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para luchar contra el ELN en la frontera con Venezuela, en medio de la crisis que vive la región del Catatumbo por la violencia de los grupos armados al margen de la ley."Se ha iniciado una operación militar antinarcóticos en la frontera colombo/venezolana. Buscamos la colaboración entre ejércitos en la lucha contra el ELN. Una frontera sin mafias debe ser el objetivo final para tranquilidad de la población, la paz y la soberanía", expresó el mandatario en un mensaje publicado en X.Por su parte, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, detalló que ante el conflicto en Colombia, se decidió lanzar esta operación para evitar el "acceso de grupos" al territorio venezolano."Allí (en) el Catatumbo colombiano (hay) toda una disputa territorial por las rutas del narcotráfico que se están librando entre los grupos armados que hacen vida allí, eso, por supuesto, nos ha llamado la atención y hemos decidido lanzar esta operación para, precisamente, evitar el acceso de grupos (...) a territorio venezolano", señaló en declaraciones transmitidas por el canal estatal VTV.ELN instala minas en carreteras y colegios En el Catatumbo, el ELN empezó a minar carreteras e incluso ha instalado esos explosivos cerca de los colegios para impedir el avance de las Fuerzas Militares que intentan retomar el control en esta zona del país.Las autoridades indican que estas acciones tuvieron que ser planeadas con anterioridad, ya que la instalación más de una tonelada de explosivos en las distintas vías de acceso al Catatumbo tuvo que haber tardado más de dos meses y medio. Solamente en una casa encontraron más de dos mil minas."Hemos encontrado aproximadamente 2.645 artefactos explosivos, los cuales estaban ubicados en las vías principales en colegios y en viviendas. En el área general de Tibú se encontraba un punto de almacenamiento ilegal con aproximadamente una tonelada de explosivos, como minas antipersonales artefactos explosivos improvisados y municiones de fabricación improvisada", indicó para Noticias Caracol el capitán Julián Moreno, jefe del Grupo Marte del Ejército.Añadió que con estos artefactos explosivos pueden afectar tanto a las propias tropas como a la población civil, lo cual es una violación a los derechos humanos.