Bruno, el primer embajador de temas ambientales de Noticias Caracol, se une al cubrimiento especial de la COP16 Colombia, la cual se llevará a cabo desde el 21 de octubre de 2024 en Cali. Este personaje, creado con inteligencia artificial, usa sus redes para educar sobre sucesos de la naturaleza en el mundo.>>> Puede interesarle: Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?Noticias Caracol de camino a la COP16"Hola, amigos, soy Bruno y seré su guía en la COP16 de Biodiversidad que se celebrará en Cali", expresó Bruno, el embajador que ha sido creado con herramientas de inteligencia artificial para ayudarnos a comprender los desafíos ambientales de este siglo.Bruno es una combinación de tecnología, conexión con la naturaleza y un profundo enfoque humano. En un mundo donde el medio ambiente es cada vez más en la agenda informativa, política, económica y social, este personaje llega para sumarse a la conversación con una mirada informada, accesible y sostenible.Con espíritu aventurero y dispuesto a llevarnos de la mano de la mano a los escenarios más extraordinarios del planeta, este nuevo aliado digital de Noticias Caracol tiene su propio perfil de Instagram (@bruno.ambiental), donde los usuarios de redes pueden contactarlo y proponerle temas de interés general para desarrollar en sus plataformas.Sus contenidos ya encantan a miles de usuarios de redes sociales, quienes aplauden sus publicaciones con comentarios como "es didáctico" y "gracias por enseñarnos la cultura de nuestras comunidades"."Nos seguimos viendo en la COP16 y en todos los eventos que tengan corazón ambiental", acotó el embajador IA de Noticias Caracol.>>> Le recomendamos: Una serenata en el Pacífico: así es el hermoso canto de las ballenas en Buenaventura
El Chocó biogeográfico es una de las regiones más biodiversas del planeta, un territorio que abarca desde el norte de Ecuador hasta Panamá, incluyendo humedales, ríos caudalosos, imponentes selvas, y los manglares más extensos de Sudamérica.>>> También le puede interesar: La minería ilegal amenaza a un paraíso natural en Colombia: así buscan frenarlaCon más de 2 mil especies de fauna y flora, es un tesoro natural que se extiende por187.400 kilómetros cuadrados. Según Mailer Mosquera, guía en Bahía Solano, "Es uno de los lugares más biodiversos de nuestro planeta, aquí lo tenemos todo". Este espacio no solo guarda un patrimonio natural invaluable, sino que también conecta a sus habitantes con su pasado, presente y futuro, como destaca Jorge Enrique Murillo Palacios: "Nos conecta con el pasado, el presente y nuestro futuro".En Colombia, el Chocó biogeográfico cubre los departamentos de Valle del Cauca, Cauca, Nariño y, por supuesto, Chocó, ocupando solo el 2% de la superficie terrestre, pero albergando una riqueza natural que le ha ganado el título de ser "el corazón de nuestra biodiversidad". Pablo Palacios Rodríguez, biólogo investigador, afirma: “Por esta extensión del Chocó biogeográfico, podemos encontrar una gran cantidad de vida que uno no imagina hasta estar ahí”.El Pacífico colombiano también es hogar de las majestuosas ballenas jorobadas, que migran desde la Antártida en busca de las cálidas aguas para aparearse y dar a luz. Acompañadas de tortugas marinas, delfines, tiburones, y una gran variedad de especies marinas, estas aguas son refugio y sustento para muchas formas de vida. El océano no es el único atractivo del Chocó biogeográfico Pero el océano no es el único atractivo de esta región; al interior de sus selvas húmedas tropicales, habitan pequeños tesoros como la rana venenosa Kokoí (Oophaga histriónica) y el sapito arlequín (Telopus), endémico del Chocó. Sin embargo, su supervivencia está amenazada por la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal, un problema que, según Mailer Mosquera, podría hacer desaparecer a estas especies en unas pocas décadas si no se toman medidas: “Si seguimos así, al 2050 las probabilidades de no tener ranas van a ser muy altas”.Además de su fauna, el Chocó alberga los más grandes ecosistemas de manglares en el país, fundamentales para la biodiversidad marina y la sostenibilidad de las comunidades costeras. Natasha Valencia, bióloga marina de WCS Colombia, explica: "Los manglares son un ecosistema estratégico de transición entre el bosque terrestre y el marino, sostienen muchas cadenas alimenticias y son la base de la sostenibilidad financiera y alimentaria de las comunidades". Un ejemplo de esta relación es la comunidad de Tribugá, donde la recolección sostenible de la piangua, enseñada de generación en generación, permite a los habitantes vivir en armonía con el manglar. Según Aida Leidis Palacios Moreno, gestora cultural en Tribugá, "De generación en generación, nuestras abuelas enseñaron a nuestras madres, y nosotras a nuestros hijos, a cuidar y conservar el manglar, usándolo de manera responsable y sostenible".Este equilibrio entre la conservación y la subsistencia humana es lo que ha permitido que el Chocó biogeográfico siga siendo uno de los lugares más ricos en biodiversidad en el mundo. Como concluye el biólogo Pablo Palacios Rodríguez: "Gran parte de la conservación que tenemos hoy día proviene del trabajo que han hecho las comunidades históricamente en este territorio". Sin embargo, las amenazas persisten, y con ellas, la necesidad urgente de acciones para preservar este ecosistema único para las generaciones futuras.>>> También puede leer: En El Cerrejón buscan el equilibrio entre la actividad minera y la restauración ecológica
Bajo la sombra de los majestuosos Ríos Voladores que parecen colgar del cielo, bañando las montañas y los valles con su humedad infinita, se extiende el último bosque húmedo montano del país, el Bosque Galilea, una joya verde escondida a los pies de la cordillera oriental, que conecta cielo y tierra para nutrir la vida en sus 36 mil hectáreas de vegetación. Desde lo más alto de los árboles hasta las raíces que abrazan la tierra, en cada rincón de este edén la naturaleza se despliega en su forma más pura y ancestral. La comunidad de la miel está ahí para protegerlo.Lo que hace la comunidad de la mielA tan solo dos horas y media a caballo desde Villarica, Tolima, uno de los pocos pueblos que se benefician de la cercanía de este imponente bosque, un grupo de campesinos se ha embarcado en una cruzada para proteger este ecosistema olvidado por muchos. Entre ellos se encuentra David Parra, un joven que, junto a sus compañeros, se ha convertido en guardabosques del Galilea. En sus chalecos verdes llevan un lema que resuena con fuerza: Juntos por la conservación de Galilea.El recorrido hacia el corazón del bosque es desafiante. Las angostas trochas serpentean entre árboles gigantescos y bromelias colgantes, obligando a los caminantes a bajar del caballo en más de una ocasión. Pero para estos guardianes de la naturaleza el esfuerzo vale la pena. Mientras avanzan, David explica cómo, durante décadas, la tala indiscriminada y la caza furtiva hirieron profundamente este ecosistema, casi el 70% del bosque fue talado y muchas especies, como el totumo y varias variedades de canelos, se perdieron casi por completo.Sin embargo, la historia de Galilea ha comenzado a cambiar. Al internarse en lo más profundo del bosque, entre la sombra de robles centenarios y helechos gigantes, se respira un aire de esperanza. David muestra con orgullo el musgo que recubre los árboles, una alfombra esponjosa que retiene la humedad y garantiza la vida en el bosque. Para él, este rincón del planeta no solo es su hogar, sino también un refugio para la biodiversidad. Es el hogar de más de 389 especies de fauna, entre ellas las abejas, las verdaderas protagonistas de esta historia.Las abejas, esenciales para el ecosistemaEn lo más profundo del bosque, estas diminutas criaturas, con apenas 1,5 centímetros de tamaño, se han convertido en aliadas insustituibles para la regeneración del ecosistema. Los campesinos de Galilea, ahora convertidos en apicultores artesanales, han introducido las abejas en este entorno natural, sabiendo que son las únicas capaces de polinizar los árboles que se alzan hasta los 40 metros de altura. El ciclo vital del bosque depende de ellas, sin las abejas, el equilibrio de este paraíso se rompería.Con cuidado y paciencia, los guardabosques han aprendido a extraer miel de las colmenas que, en su mayoría, pertenecen a la especie Apis Mellifera, una abeja africana. El apiario más simbólico de todos se llama El Comino, llamado así por los árboles de esta especie que rodean el lugar, un árbol que en su día estuvo al borde de la extinción, pero que ha renacido gracias a los esfuerzos de los campesinos y las abejas. La miel que se produce en Galilea no solo endulza los paladares, sino que también simboliza una fuente de economía sostenible para los campesinos, quienes rechazan las prácticas comerciales a gran escala, y en su lugar, se enfocan en métodos tradicionales que permiten a las abejas seguir siendo las guardianas del bosque.En medio del zumbido constante de las colmenas, los campesinos han encontrado una conexión profunda con la naturaleza, las abejas les han enseñado sobre cooperación y convivencia y el bosque les ha devuelto el equilibrio que una vez se perdió. David explica cómo la miel que producen tiene un sabor único, impregnado del néctar de los árboles nativos del Galilea, como la Almanegra, que le da a la miel un sabor inconfundible y silvestre.El trabajo de los guardabosques no solo se limita a la protección del bosque y la producción de miel. Durante los últimos tres años han instalado cámaras trampa en diferentes áreas del Galilea para monitorear la fauna. Las abejas, al transportar polen de un lugar a otro, permiten la reproducción de animales en peligro de extinción, como el oso de anteojos y el mono churuco, permitiéndoles encontrar en este bosque su hogar. Con un sentido profundo de respeto por la naturaleza, los guardabosques de Galilea han logrado monitorear y proteger el entorno mediante cámaras trampa que permiten observar cómo la fauna local ha ido recuperando su espacio, lo que para los campesinos es un signo de que sus esfuerzos están dando frutos.El día en Galilea comienza temprano, con el empaquetado cuidadoso de la miel que luego será distribuida en los pueblos vecinos. Los guardabosques sueñan con llevar esta miel silvestre, 100% natural, a la capital. En lo más alto de la montaña, a 1.700 metros de altura, mientras el sol se oculta, la niebla envuelve los árboles y las abejas siguen zumbando en la distancia, la comunidad de la miel se reúne alrededor de una fogata para compartir sus saberes ancestrales. En este ambiente de camaradería, se transmite de generación en generación el conocimiento sobre la apicultura, la protección del bosque y la importancia de vivir en armonía con la naturaleza.David y su equipo de guardabosques tienen claro su objetivo: seguir cuidando y conservando el bosque para que futuras generaciones puedan disfrutar de este paraíso natural. A pesar de las dificultades, como la falta de acceso y recursos, su compromiso con la tierra que los vio nacer es inquebrantable. Con la miel silvestre de Galilea, no solo se endulzan los días, sino que se construye un futuro más sostenible para todos.
En Colombia, 14,6 millones de personas padecen la inseguridad alimentaria, es decir que no acceden a las tres comidas diarias. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, define la seguridad alimentaria como el acceso de todas las personas a alimentos seguros, nutritivos y suficientes, eso implica que estén disponibles y que obtenerlos sea social y económicamente posible.Esa misma organización señala que la situación en Colombia es moderada o grave.Mercedes Benavides, que está entra los 14,6 millones de personas que padece inseguridad alimentaria en Colombia, cuenta que “si hay para hacer el caldito de papa se hace caldito, y si no se toma una aguapanela con una tostada y hasta las 12, que se hace la librita de arroz; y si hay plátano se hace una tajada, y se ayuda el plato que no quede pelado ahí”.Hace algunos años en su mesa no faltaban las tres comidas diarias. Hoy, a sus 78 años, poder comer siquiera una vez es toda una proeza que su hija le ayuda a lograr porque en su hogar ya “no se come huevo, no se come pescado, no se come pollo, no hay para eso, la plata no alcanza”.¿Qué diferencia hay entre inseguridad alimentaria moderada y grave?Cuando se habla de inseguridad alimentaria moderada se refiere a que las familias tienen un déficit en cantidades pequeñas de comida al día, se come poca proteína o verdura.Más delicada aún es la inseguridad alimentaria grave, que es cuando el plato se ve prácticamente vacío. En el país, 2.663.000 personas están en esa condición.Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Colombia, asegura que “no hubo reducción en la inseguridad alimentaria grave, que se mantuvo alrededor del 4,8%”, una situación que “afecta más a los hogares que tienen cabeza de hogar de mujeres y también afecta más a los hogares con mayor vulnerabilidad”.Darío Fajardo, antropólogo docente de la Universidad Externado, dijo que “lo que era la generación de los alimentos básicos la teníamos nosotros, y a partir de la implementación de los tratados de libre comercio comenzamos a perder esas posibilidades”.“De ser un país que se autoabastecía, pasamos a ser un país que hoy tiene básicamente un 40% de importación de alimentos para satisfacer su demanda alimentaria”, añadió.Situación en Colombia por inseguridad alimentariaSegún las cifras oficiales, de 42,9 millones de hectáreas aprovechables, solo se usa el 13%, es decir, unos 5,5 millones de hectáreas.Entre tanto, en el departamento del Meta, calificado como despensa agrícola de Colombia, solo el 22% de su superficie es destinada para agricultura. Y mientras esto pasa, el país importa el 40% de los alimentos que se consumen.Pese a esto, allí se está tejiendo una red de abastecimiento de alimentos que cosecha seguridad alimentaria. Por ejemplo, en la vereda Asomillanito, en cada hectárea, hay un cultivo de guayaba, papaya, mandarina, maracuyá y plátano.Con esta iniciativa de la FAO y Ecopetrol, los mismos campesinos venden lo cosechado a través de sus propias asociaciones de productores de leche, queso, pescado, agricultores de plátano, yuca, papaya y limón, entre otros.Al año, todas estas familias están vendiendo directamente 450 millones de pesos en alimentos. Juan Gabriel Ortiz, líder de desarrollo rural inclusivo en Ecopetrol, sostiene que “la red, desde el 2019 en su primer ciclo vinculó 496 familias, y en este segundo ciclo, que inició el año pasado y esperamos llegar a 2027, tenemos como meta vincular a 3.000 familias de 6 municipios del departamento”.Cultivar, abastecer y saborear lo propio, velando por la seguridad alimentaria de la gente, es el gran reto que tiene Colombia, un país privilegiado y con un 87% de tierras fértiles que no están al servicio de la siembra de alimentos.
La mina de El Cerrejón, ubicada en La Guajira, es la mina de carbón a cielo abierto más grande de Suramérica. Desde su inicio, hace cuatro décadas, la extracción de carbón ha implicado una transformación drástica en el paisaje, afectando la biodiversidad y los ecosistemas locales. Sin embargo, en los últimos años, la empresa ha implementado un ambicioso plan de restauración ambiental, que busca mitigar el impacto generado por las operaciones mineras.>>> Le recomendamos: La minería ilegal amenaza a un paraíso natural en Colombia: así buscan frenarlaLuis Francisco Madriñán, gerente de gestión ambiental del Cerrejón, lo resume así: "Lo que está ocurriendo aquí es que el cauce tiene capilaridad y permite que el agua fluya hacia el arroyo... el arroyo Bruno, en su nuevo cauce, funciona, está vivo”.La restauración de más de 4.800 hectáreas que rodean la mina es un testimonio de este esfuerzo. Para evitar que el arroyo Bruno, una fuente vital de agua para la región, fuera afectado por la actividad minera, fue desplazado 700 metros. "Era necesario mover el arroyo en orden de que bajo cualquier evento no se fuera hacia los sectores mineros. Decidimos no construir un canal de concreto, sino implementar una restauración de ingeniería ecológica, mezclando hidráulica con ecología", señala Madriñán. Hoy, el arroyo Bruno es refugio de 26 especies de peces, incluyendo el bocachico de la ranchería, endémico de la zona, y se ha convertido en un corredor biológico donde han regresado especies nativas como el jaguar.Indicadores de buena salud en el ecosistemaJaguares por cámaras trampa instaladas en la zona, simboliza el éxito del plan de recuperación ambiental. Según Brigitte Baptiste, bióloga y rectora de la Universidad EAN, "la aparición de jaguares en el corredor Wüin Manná desde 2015 indica que hay un punto de paso activo entre las dos serranías, la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Esto demuestra que hay suficientes garantías para que los grandes depredadores puedan alimentarse y caminar por el territorio".La recuperación de este corredor biológico es, según Baptiste, "quizás el mayor logro de este proceso de restauración ecológica".Además de la fauna, el suelo también ha jugado un papel fundamental en la rehabilitación del paisaje. Desde el inicio de la explotación minera, el Cerrejón ha almacenado el suelo removido, y ahora lo reutiliza para la recuperación de los terrenos. "Tenemos entre 41 y 42 millones de metros cúbicos de suelo que nos permiten llevar a cabo el proceso de rehabilitación", explica Madriñán. Gracias a este suelo, no solo se están plantando árboles nativos, sino que también se están generando hábitats acuáticos que permiten el retorno de la fauna y la flora locales.Un ejemplo clave de este proceso de restauración es la comunidad indígena Wayúu de Provincial. Aylin Acosta Pushaina, directora administrativa del vivero comunitario en Provincial, detalla cómo su comunidad ha sido parte activa de la recuperación: "Nosotros mismos nos encargamos de la siembra, los miembros del resguardo Wayúu. Es una cadena en la que, al final, somos un solo equipo: el resguardo y Cerrejón". Este vivero produce los árboles que luego serán replantados en las áreas afectadas por la minería.Impacto ambiental del CerrejónEl impacto ambiental de la mina, aunque innegable, ha sido mitigado en parte por estas iniciativas de restauración. Según los datos más recientes, de las 66.526 hectáreas que comprende el área de operación del Cerrejón, solo el 16% está ocupado actualmente por actividades mineras, un descenso respecto al 21.3% registrado en 2014. Además, las coberturas naturales y seminaturales han aumentado, lo que refleja el éxito de las áreas restauradas.El balance ambiental de El Cerrejón es complejo. Por un lado, la explotación minera ha dejado cicatrices profundas en el territorio, visibles en los pits o huecos que la minería deja en el paisaje. Pero, al mismo tiempo, la empresa ha emprendido un ambicioso proceso de restauración que, según sus responsables, ha comenzado a mostrar resultados. "El suelo tiene semillas, y poco a poco, las plantas jóvenes como vaquelias y arbustos nacen espontáneamente", afirma Madriñán. La recuperación es lenta, pero en cada metro de tierra replantada, el paisaje de La Guajira va transformándose nuevamente.La comunidad científica y las autoridades ambientales seguirán de cerca este proceso. Para Brigitte Baptiste, la reconexión del corredor biológico Wüin Manná es solo el primer paso en un largo camino de restauración. "Este ecosistema no solo alberga a grandes depredadores como el jaguar, sino que también atrae a especies migratorias, como el murciélago mexicano Lepridotus curazao, que ha encontrado refugio en los cactus de esta región", explica Diana Cuevas, consultora ambiental del Cerrejón.El desafío para el Cerrejón y las comunidades cercanas es mantener este equilibrio, donde la actividad minera coexista con la restauración ecológica, permitiendo que La Guajira recupere, poco a poco, su biodiversidad y sus paisajes.>>> Puede interesarle: Cerrejón, finalista del Premio Caracol TV a la Protección del Medio Ambiente 2024
El Amazonas es una maravilla natural escondida en nuestro territorio. Es el hogar de una biodiversidad asombrosa, albergando millones de especies y plantas. Allí también existen varias joyas ocultas, entre ellas, la Reserva Natural Victoria Regia, un lugar especial donde se puede realizar diferentes actividades ecológicas. En Mochila Verde explore este magnífico espacio. >>>Arte submarino: la fascinante historia detrás del museo de cerámica en Isla FuerteKayak por el AmazonasEn este paraíso, se encuentran los Lagos de Yahuarcaca que es un grupo de 21 cuerpos de aguas encadenadas que se formaron originalmente desde el cauce del Río Amazonas.>>>Ecotejidos en Isla Fuerte: la iniciativa sostenible que aporta a la economía del CaribeEn estos caudales habitan cientos de peces de múltiples especies, así como los icónicos delfines rosados. Además, se pueden explorar los senderos ecológicos, donde es posible observar una gran diversidad de fauna y flora, incluyendo la flor de loto del Amazonas colombiano, conocida por su capacidad de autorregulación térmica, lo que facilita la polinización en su entorno acuático.La Reserva Natural Victoria Regia es un lugar de gran importancia, ya que contribuye al equilibrio de su hábitat y enriquece la biodiversidad del río Amazonas y sus afluentes, convirtiéndose en un elemento clave del patrimonio natural colombiano.>>>En Isla Fuerte se puede escuchar el palpitar de árboles de más de 400 años¿Qué más puede hacer en la Reserva Natural Victoria Regia?Además, de disfrutar de recorridos en kayak o botes artesanales, también puede realizar pesca natural que conecta con las prácticas ancestrales de la región.Uno de los imperdibles es el avistamiento de aves, ya que esta reserva cuenta con una riqueza natural que permite observar una gran diversidad de especies. Entre las más llamativas están las coloridas guacamayas.Le contamos más en Mochila Verde
En el paraíso de Isla Fuerte, hay un tesoro cultural y ecológico: el museo submarino. Allí, las piezas de cerámica inspiradas en la cultura indígena Zenú y en los corales dan vida a un paisaje marino único. Tatiana Orrego lidera este taller donde la arcilla se transforma en figuras que no solo adornan, sino que educan sobre la importancia de los corales en los ecosistemas marinos.>>> En Isla Fuerte se puede escuchar el palpitar de árboles de más de 400 añosMochila Verde visitó este taller en el hotel Ecohouse que se convirtió en un refugio para los amantes del arte y la naturaleza. “Por lo general, el tema de los corales siempre lo vemos como desde la ciencia y la ciencia no tiene un lenguaje muy democrático, entonces me pareció a mí que la mejor manera era hacerlo a través del arte”, aseguró Tatiana Orrego.Aquí, niños y adultos trabajan en la creación de figuras de cerámica que simbolizan la diversidad e importancia de los corales, así como las raíces indígenas de Isla Fuerte.>>> Hoteles en Isla Fuerte: descubra un refugio sostenible para disfrutar el Caribe colombianoEste taller forma parte de ‘Guardianes del mar’, un proyecto creado por buzos locales dedicados a preservar el entorno marino de Isla Fuerte. A través del arte, buscan concienciar a las generaciones sobre la importancia de proteger los océanos y el ecosistema.Conocer el taller de cerámica del hotel Ecohouse no solo es una experiencia para relajarse y desconectarse, sino también para aprender sobre la vida marina y el legado cultural de Isla Fuerte.
Un tesoro escondido en el Caribe colombiano se encuentra el Hotel Ecohouse en Isla Fuerte, un lugar donde la sostenibilidad se fusiona con la belleza del mar y la maravillosa naturaleza. Este destino ofrece iniciativas que benefician a la comunidad Zenú.>>>En Isla Fuerte se puede escuchar el palpitar de árboles de más de 400 añosEcotejidos en Isla FuertePara llegar a el Hotel Ecohouse hay que viajar hasta Montería y tomar un transporte hasta Lorica, por un trayecto que dura aproximadamente 1 hora. Luego, se realiza otro recorrido de 1 hora en taxi hasta el lugar donde parten las lanchas que van hacia Isla Fuerte.En este paraíso, se encuentra el taller de tejidos experimental, en donde puede realizar diversidad de productos sostenibles. Este colectivo de jóvenes y niños se formó en el 2019 junto a María Clara Valderrama, cofundadora del Hotel Ecohouse.>>>Hoteles en Isla Fuerte: descubra un refugio sostenible para disfrutar el Caribe colombianoAllí, junto a la comunidad, empezaron a tejer con fibras naturales y maquinaria para crear diversidad de piezas maravillosas. Todo se obtiene a base de frutas que se consiguen de los residuos de la cosecha que hay en la isla.¿Qué más puede hacer en Isla Fuerte?En Isla Fuerte puede recorrer caminos ecológicos, visitar el sendero del perezoso y puede observar miles de especies que existen en este ecosistema. Un turismo con propósito.Le contamos más en Mochila Verde:
En este episodio de Mochila Verde exploramos los majestuosos árboles de más de 400 años de vida, cuya vitalidad se siente al abrazarlos. Vea un viaje por playas hermosas de Isla Fuerte, senderos encantados, manglares impresionantes y la calidez de la gente local.>>> Turismo en Isla Fuerte: desde la cueva del pirata Morgan hasta sembrar un mangle rojoLos árboles de Isla FuerteLos árboles en esta isla son realmente impresionantes: en uno hasta hay una cueva adentro y otro extiende sus ramas como si fueran un tronco.>>> Isla Fuerte: ¿cómo es el tesoro submarino que se esconde a 12 metros profundidad?Y es que en Isla Fuerte hay mil planes por hacer, entre ellos, realizar un recorrido conociendo esos árboles que han vivido tantos años, cuentan miles de historias y, además, son el hábitat de varias especies de aves locales y migratorias, mamíferos y reptiles.Entre los árboles más espectaculares de la isla está el tuntún, que según la comunidad local tiene más de 400 años de vida. Se dice que si una persona abraza el árbol y pone su oreja contra el tronco puede escuchar los latidos de su corazón.>>> Hoteles en Isla Fuerte: descubra un refugio sostenible para disfrutar el Caribe colombianoEl árbol que caminaOtro es el árbol, de cuyas ramas se desprenden varias lianas que se convierten nuevamente en troncos al tocar la tierra, dando casi la sensación de que este camina. Una experiencia maravillosa que emana una energía centenaria y mítica.