Lucy Rivero renunció a la gerencia de una compañía, para iniciar su propio negocio. Probó el fracaso, pero como otras mujeres colombianas, se levantó y triunfó.
Vio la oportunidad que buscaba en un aviso clasificado en el que se anunciaba la venta de una fábrica de arepas, pero veinte días después de haberla comprado, las autoridades la sellaron.
Esta ingeniera industrial bogotana aprendió la lección, se levantó y entendió que para ser emprendedora había que ser paciente y contar con aliados que la ayudaran a crecer y a consolidar su empresa que hoy es fuente de empleo para varias familias.
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