Anclado en los cimientos de la estructura social estadounidense, el derecho a portar armas figura en la segunda enmienda de la Constitución.
Se estima que uno de cada tres hogares posee armas de fuego. Hay cerca de 400 millones de armas en todo el país, más que el número de habitantes.
Más de 43.000 personas mueren cada año en incidentes relacionados con armas de fuego en Estados Unidos. Dos tercios corresponden a suicidios.
Los tiroteos en lugares públicos son cada vez más frecuentes. También los asesinatos masivos, una realidad que presiona el debate sobre la regulación de las armas.
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Cada estado tiene su propia legislación, pero que solo se limita a las armerías. Las ventas entre particulares, que representan el 40% de las transacciones, no están reglamentadas.
Algunos estadounidenses piden controles en la venta de armas y una prohibición total de los rifles de asalto semiautomáticos, mismos que han sido utilizados en varios tiroteos masivos.
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Pero millones de propietarios de armas, así como la Asociación Nacional del Rifle, el poderoso lobby proarmas con fuertes nexos con el partido republicano, se oponen firmemente.
Desafortunadamente y tienen la constitución como argumento.