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Una sala de abrazos seguros recorre Italia para reconfortar a los abuelos en tiempos de pandemia

Un telón de plástico permite que haya muestras de cariños con personas de la tercera edad, población más vulnerable a las consecuencias del coronavirus.

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AFP
Piero Cruciatti

Despojados del contacto físico por la pandemia , los residentes de asilos en Italia pueden finalmente reunirse de manera segura con sus familiares gracias a la "sala de abrazos", en la que están protegidos por un plástico.

Se trata de una solución original, ya que el recinto es una suerte de carpa inflable y móvil.

La iniciativa fue ideada en la provincia sureña de Avellino, cerca de Nápoles, y desde Navidad la "sala de abrazos" recorre toda la región, pasando varios días en cada asilo.

Para acceder a esa estructura plástica blanca y azul, los interesados deben reservar una franja horaria y luego vestir una túnica, guantes y mascarilla antes de ingresar para finalmente volver a reunirse con sus seres queridos.

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A través de una suerte de tela plástica transparente, con aberturas, se les permite insertar los brazos y abrazar a las personas.

El tiempo para cada visita es limitado, de diez minutos por cada residente.

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Para evitar cualquier riesgo de contagio, los dos espacios que están separados por la tela de plástico son desinfectados antes de cada encuentro.

El martes, la emoción reinaba en el asilo de Montefalcione, una pequeña y tranquila localidad.

"¡Por fin llegó la 'sala de los abrazos'!" clamaba entusiasta Saveria Sordillo, la dinámica joven a cargo de la residencia.

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"Nuestras puertas están cerradas para las familias desde marzo. Hemos evitado cualquier contacto con el exterior, nos hemos atrincherado con nuestros residentes dentro de la estructura para protegerlos", añadió.

El único contacto que han tenido ha sido a través de una puerta de vidrio, por lo que no ha habido ningún contacto físico

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En esta ocasión en cambio pueden abrazarse, darse la mano, un momento especial después de meses de separación.

"Parece el comienzo de una vida más normal. El contacto físico casi había desaparecido y ahora comienza a existir de nuevo", comentó.

Moreno Magliaro, un interno de 71 años, está feliz después de que pudo abrazar a su amiga Assunta Testa.

"Fue conmovedor, un momento de intensa alegría", confesó con los ojos aún brillantes.

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Assunta comparte esa emoción. "Sentir sus manos cálidas en las mías, fue magnífico", comenta notablemente emocionada.

Annamaria Alfano y Maria Alfano, nuera y nieta de un huésped, también expresan sus sentimientos: "Fue muy lindo, es bueno poder estrechar las manos (...) El contacto físico es magnífico, es lo que más echamos de menos".

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Para Carmine De Blasio, a cargo de la iniciativa y responsable de los servicios sociales, se trata de ofrecer "un gesto de humanidad".

"Ya hemos estado en cuatro residencias para ancianos, ofreciéndoles la posibilidad de abrazarse a unas 200 personas mayores", contó.

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