"Que la suerte esté de nuestro lado para traer de vuelta a los niños", había dicho Saman Kunan, antes de abordar el avión para unirse a las operaciones.
El sargento mayor retirado de las fuerzas especiales del Ejército era un buzo muy experimentado, pero la suerte no lo acompañó. Había llevado provisiones al grupo y en el recorrido de vuelta, entre estrechos túneles llenos de agua fangosa, se quedó sin oxígeno en su tanque.
Y es que el oxígeno, en general, es ahora un factor esencial. Los expertos trabajan para instalar un tubo de casi cinco kilómetros para llevar este elemento vital hasta el lugar en donde está atrapado el grupo.
La otra labor crítica es drenar la mayor cantidad de agua posible. En algunas zonas se puede caminar, pero en el área más crítica, donde hay un pozo anegado que pueden tener unos treinta metros de profundidad, intentan bajar el nivel para que los niños pudieran salir con chalecos salvavidas, con la cabeza a flote, sin tener que bucear.
Publicidad
Pero se teme que el grupo no tenga la resistencia suficiente para aguantar el recorrido, calculado en cinco horas. Por eso siguen buscando otras entradas y cavando túneles desde la superficie para llegar hasta ellos.