La atención política del mundo está en Vilna, donde Ucrania
apuntaba a tener la misma suerte que Suecia en las últimas horas y pertenecer a la OTAN, pero las presiones y las críticas del presidente Volodímir Zelenski por la incertidumbre y debilidad de la alianza militar ante la decisión, no resultaron una vez más.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, más temprano aseguraba que la organización enviaría un mensaje claro a Ucrania sobre la posibilidad de ingresar a la Alianza: "Dejamos en claro que emitiremos una invitación para que Ucrania se una a la OTAN cuando los aliados estén de acuerdo y se cumplan las condiciones”, dijo.
Interrogado por esas condiciones, Stoltenberg explicó que se refieren a la medida en la que Ucrania ha sido capaz de modernizar las instituciones de defensa y seguridad. También mencionó el fortalecimiento de la gobernanza, incluida la lucha contra la corrupción.
"Estas han sido cuestiones que han sido abordadas en todas las ampliaciones de la OTAN porque queremos buena gobernanza, instituciones de defensa y seguridad modernas y fuerzas armadas interoperables con la OTAN", afirmó.
Añadió que las condiciones también se refieren a una segunda dimensión, en referencia a la invasión rusa de Ucrania.
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"Las fuerzas ucranianas han demostrado valor, destreza, competencias, que han impresionado a todo el mundo, pero, al mismo tiempo, hay una guerra en toda regla", comentó.
En ese sentido, dijo creer que todos los países de la OTAN están de acuerdo en que, mientras siga la guerra, "no es el momento para convertir a Ucrania en miembro pleno de la Alianza" y evidenció que "son dos cosas diferentes".
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Antes de saber esta decisión, Zelenski daba un discurso argumentando por qué a la OTAN le convenía que Ucrania ingresara. Acorde con el mandatario, acudía a Vilna “con confianza en los socios de la OTAN", una organización que, dijo, "no se doblará ante ningún agresor” y que "dará a Ucrania seguridad”.
Desde un escenario en la plaza de la capital de Lituania, el presidente ucraniano señaló que Rusia nunca más volvería a atacar a los países bálticos, a marchar sobre Praga ni atacar a Finlandia, y que no volvería a ocupar Europa. Al final, Zelenski izó una bandera de su país en medio de múltiples muestras de apoyo.