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Trump y sus aspiraciones expansionistas: Groenlandia, Canal de Panamá y Golfo de México, en su mira

Comprar Groenlandia, retomar el control del Canal de Panamá, o cambiarle el nombre al Golfo de México, las controversiales intenciones que ha ventilado Donald Trump en los últimos meses.

Tras su victoria en noviembre, Donald Trump está empezando a mostrar una faceta más bien desconocida: sus aspiraciones expansionistas.

No solo ha ventilado intenciones controversiales como comprar Groenlandia, retomar el control del Canal de Panamá, o cambiarle el nombre al Golfo de México. Además, se ha rehusado a descartar el uso de la fuerza para lograrlo.

El 7 de enero de 2025, Donald Trump parecía sentirse un poco más dueño del mundo. O tal vez, un poco más poderoso para hacer realidad anhelos inconfesos.

Ya en su primer mandato había hablado de comprar Groenlandia, pero entonces pareció solo una idea loca. Sin embargo, en aquella rueda de prensa en Mar-a-Lago, se supo que el propósito estaba vivo.

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“Necesitamos Groenlandia por asuntos de seguridad nacional. Esto es por el mundo libre. Estoy hablando de proteger el mundo libre”, dijo en ese entonces Trump.

(Lea también: Los retos del Gobierno Petro tras la llegada de Trump a la presidencia: análisis de Gabriel Silva )

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Panamá y México, también en la mira de Trump

Y no solo Trump estaba mirando al Polo Norte y al Atlántico Norte, también hacia el Canal de Panamá que, asegura, está controlado por China.

“Nosotros le dimos el Canal de Panamá a Panamá. No se lo dimos a los chinos. Y han abusado de él, han abusado de ese regalo”, complementó Trump.

Reniega así de los acuerdos Carter-Torrijos, que le devolvieron a Panamá el control del paso entre los océanos Atlántico y Pacifico, fundamental para el comercio internacional.

Un periodista le preguntó si descartaba las acciones militares y esa respuesta encendido las alertas: "No voy a comprometerme con eso ahora. Podría ser que tenga que hacer algo", dijo.

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Entonces quedó claro que su visión expansionista, en los cuatro años de poder que se inician, puede resultar mucho más que un capricho por dos territorios de interés geoestratégico.

Groenlandia, bajo control de Dinamarca, no solo es un bello paraje helado. Es la segunda isla más grande del mundo y está en una posición privilegiada para la navegación en el Círculo Polar Ártico que, con el progresivo deshielo, se consolida cada vez más como ruta comercial. Y se cree que en cuestión de años podría convertirse en la vía más corta entre Europa y Asia.

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Visto desde arriba se entiende mejor que no solo se trata del comercio o de los recursos mineros que hay en ella. Cuando se ve la proximidad de las fronteras entre Rusia, Finlandia, Suecia y Noruega, Canadá y Alaska, que es Estados Unidos, es claro que sobre todo, se trata de la defensa.

Dinamarca se apresuró a dejar claro que Groenlandia no está en venta y fue así como su primer ministro, Mette Frederiksen, dijo: “Tenemos un interés claro, desde la perspectiva de occidente, en que Estados Unidos desempeñe un papel importante en el área y no, por ejemplo, Rusia u otros países. Pero Groenlandia es para el pueblo groenlandés”.

Pero, el pueblo groenlandés son solo 55.000 habitantes, que podrían votar por un cambio.

Ulrik Pram Gad, investigador senior de seguridad y visiones del mundo del Instituto Danés de Estudios Internacionales (DIIS, por su nombre en inglés), respondió a la pregunta sobre si se puede comprar Groenlandia.

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“Desde la Segunda Guerra Mundial, tenemos un principio de autodeterminación para los pueblos colonizados. Entonces, si alguien quisiera vender Groenlandia serían los groenlandeses y no la venderían como una propiedad. Podrían llegar a un acuerdo comercial con Trump en el que él pagaría un subsidio anual o algo así. Eso empieza a tener sentido si lo miramos de esa manera”, puntualizó Ulrik Pram Gad.

Panamá, por su lado, puso los puntos sobre las íes en sus derechos. El ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Javier Martinez Acha, dijo que “la soberanía de nuestro canal no es negociable y es parte de nuestra historia de lucha y de conquista irreversible”.

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Trump, incluso, ha llegado a sugerir que Canadá entre a formar parte de Estados Unidos como un estado más.

“Si te deshaces de esa línea trazada artificialmente, y observas cómo se ve. Y también sería mucho mejor para la seguridad nacional. No lo olviden, nosotros, básicamente protegemos a Canadá", expresó Trump.

También expuso en otra oportunidad que el nombre del Golfo de México debería ser cambiado.

“El Golfo de América, qué bonito nombre”, adujo Trump y México replico de inmediato, con mapas históricos a la mano.

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“Se llama Golfo de México desde 1607 y además es reconocido internacionalmente", le recordó a Trump la presidenta de ese país, Claudia Sheinbaum.

Argumentos van y vienen en medio de un nuevo debate que empieza a dejar claro que entre los propósitos no anunciados por Donald Trump en campaña también está cambiar los mapas.