El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump , no será el primero en boicotear la investidura de su sucesor el miércoles, pero su ausencia será la primera desde 1869.
De hecho, muchos cambios de gobierno se llevaron a cabo en el pasado en una atmósfera febril y en algunos casos dramática.
Los boicoteadores
El mal perder presidencial se remonta a mucho tiempo atrás.
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En 1801, el segundo presidente de Estados Unidos, John Adams, despreció a su sucesor, Thomas Jefferson, y abandonó la Casa Blanca al amanecer después de calificar a su exvicepresidente de "mezquino, hijo de mala vida de una india mestiza".
Su hijo, John Quincy Adams, ganó en 1824 una apretada elección frente Andrew Jackson, quien denunció fraude.
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Cuatro años después, Jackson tuvo su revancha tras una campaña aún más polémica.
Al igual que su padre, Adams Jr. fue un mal perdedor y abandonó la Casa Blanca la noche previa a la investidura.
Jackson, quien llevó a Washington a sus esclavos, es considerado un héroe por Trump, quien tiene su retrato junto al escritorio en la Oficina Oval.
En 1841, el demócrata Martin Van Buren no se presentó a la toma de posesión de su sucesor William H. Harrison, quien contrajo neumonía y murió después de dar el discurso inaugural más largo de la historia en un clima frío y húmedo sin sombrero, abrigo ni guantes.
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Andrew Johnson fue el último en boicotear en 1869 a su sucesor Ulysses Grant, quien desairó su ofrecimiento de compartir el carruaje hasta el Capitolio.
Conjura contra Lincoln
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Abraham Lincoln esquivó a un grupo de asesinos que lo esperaban para matarlo cuando se dirigía a su investidura el 4 de marzo de 1865, pero pasó cerca del hombre que lo asesinaría el mes siguiente.
En efecto, el actor John Wilkes Booth, que dispararía fatalmente a Abraham Lincoln 41 días después en un teatro de la capital, estaba parado en la escalinata del Capitolio cuando el presidente juró su segundo mandato.
Booth y sus conjurados confederados ya habían intentado secuestrar a Lincoln.
Con la Guerra Civil estadounidense a punto de finalizar, Booth dijo que lamentaba no tener un arma en la investidura, ya que hubiera tenido una "excelente oportunidad de matar al presidente si lo hubiera querido".
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Kennedy, un incendio
La toma de posesión de John F. Kennedy en enero de 1961 fue un presagio de la tragedia que vendría después.
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También alimentaba la tensión el hecho de que fuera el primer católico en ser elegido presidente en Estados Unidos , un hecho histórico importante en un país profundamente protestante.
Un incendio en el podio llevó a los agentes del servicio secreto a actuar por temor a un intento de asesinato.
Pero Kennedy, que mantuvo la calma y la sonrisa y siguió con su ahora legendario discurso inaugural, fue asesinado dos años después.
Johnson juró en un avión
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Varias horas después del asesinato de Kennedy en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, el vicepresidente Lyndon Johnson juró el cargo en el avión presidencial, estacionado en la pista del aeropuerto de la ciudad.
El frío
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El fatal discurso de Harrison en 1841 no fue la única vez que el clima invernal causó estragos en las tomas de posesión.
La segunda investidura de Ronald Reagan en 1985 debió celebrarse en la Casa Blanca ante temperaturas inferiores a 14 °C bajo cero.
Pero el clima fue primaveral en 1953 cuando Dwight Eisenhower fue atacado en broma por el vaquero de Hollywood Montie Montana durante su desfile.
Los dos juramentos de Obama
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Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, debió jurar dos veces debido a un tecnicismo en su investidura de 2009.
El titular de la Corte Suprema, John Roberts, confundió las palabras, por lo que que Obama tuvo que prestar juramento nuevamente al día siguiente en la Casa Blanca.
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Herbert Hoover tuvo el mismo problema en 1929.