Durante varios años este primate estuvo bajo los cuidados de un hombre que se dedicaba al ocultismo. Pero más que ayudarlo, le daba una vida poco digna y muy peligrosa para un animal.
En su dieta, lo acostumbró a beber alcohol y carne al punto de volverlo adicto. El sujeto falleció y consumir las bebidas embriagantes se volvió algo imposible para Kalúa.
El cambio de hábitos volvió agresivo al mono y en medio de su desespero empezó a ser violento con las personas. De los 30 niños que mordió, a uno le causó la muerte.
El zoológico local de Uttar Pradesh, India, logró atraparlo y durante 3 años trató de cambiar sus hábitos alimenticios, así como su comportamiento.
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Le dieron una dieta vegetariana, pero fue imposible.
Después de este tratamiento fallido, los veterinarios determinaron que lo mejor era ponerlo tras una jaula durante el resto de su vida, alejado de otros animales, en una especie de cadena perpetua por su agresividad.