
Mientras los cardenales y obispos daban el último adiós al papa Francisco uno por uno, una pequeña religiosa se saltó el protocolo y se quedó en uno de los costados para detenerse en oración durante varios minutos sin que nadie pudiera decirle nada: era sor Geneviève Jeanningros, amiga del sumo pontífice y quien le llevó ante los últimos de Roma, los feriantes y las transexuales.
La monja, de 81 años y que pertenece a la orden de las Hermanitas de Jesús, llevaba una mochila sobre sus hombros. Se acercó discretamente a la zona donde se había colocado el féretro del papa Francisco, fallecido este lunes 21 de abril a los 88 años, para rezar y llorar en silencio.
A pesar de que no formaba parte del rígido protocolo que obligaba a los cardenales, obispos y personal del Vaticano a ser los primeros en dar el adiós al pontífice, nadie se atrevió a decirle a la religiosa que ese no era su lugar y allí permaneció durante aproximadamente 7 minutos, de acuerdo con los medios.
¿Quién es sor Geneviève Jeanningros?
La 'enfant terrible' llamaba el papa Francisco a esta religiosa que se dedica desde hace 56 años a asistir a las mujeres transexuales y a los feriantes de Ostia, la costa de la región del Lacio.
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Según ACI Prensa, la relación entre Jeanningros y el papa Francisco comenzó cuando él aún era el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Su primer encuentro ocurrió debido a un lazo familiar significativo: Geneviève es sobrina de Léonie Duquet, una monja francesa que fue secuestrada, torturada y asesinada durante la dictadura argentina en 1977.
Desde entonces, la historia de Duquet se convirtió en parte de la memoria que el santo padre decidió no dejar en el olvido. Como pontífice, apoyó la apertura de los archivos del Vaticano relacionados con la represión en Argentina, un gesto que Sor Geneviève consideró un acto de justicia y reparación histórica.

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Sor Geneviève empezó cada miércoles a llevar a las audiencias generales a grupos de homosexuales y transexuales, muchas de ellas que ejercen la prostitución en esta zona degradada a las afueras de Roma.
En medio de la pandemia del coronavirus, junto con el párroco de la Santísima Virgen Inmaculada de la localidad de Torvaianica, don Andrea Conocchia, llamó a la puerta del cardenal limosnero Konrad Krajewski para que llevase ayuda a quienes trabajan en las ferias y a la comunidad trans: unas 40 o 50 personas, muchas sudamericanas, que ya no podían trabajar.
Un miércoles acompañó a Claudia, a Marcella y a muchas otras transexuales para que conociesen al papa. "Incluso una fue asesinada poco después. Se habían tomado una foto con el papa, se la llevé y él rezó por ella", contaba la religiosa a los medios vaticanos.
Y la monja consiguió que el 31 de julio de 2024 un papa visitará el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes.