Francia, Italia, Alemania y Gran Bretaña negaron la propuesta de Donald Trump de reintegrar a Rusia.
Ya sea en temas de comercio o con el pedido de reintegrar a Rusia al club, Donald Trump desafió el viernes a sus aliados del G7 en Canadá pero, entre sonrisas y elogios, todos intentaron dar una imagen de discusión amistosa, con anuncios de "avances" en sus negociaciones
Los líderes de las mayores democracias industrializadas del mundo -que pasan el viernes y parte del sábado en el pequeño pueblo de La Malbaie, en Quebec, para la cumbre del G7- advirtieron un nuevo enfrentamiento en siete direcciones desde la imposición de aranceles a las importaciones de acero y de aluminio por parte de Washington.
Antes de abordar el avión que lo llevó a Canadá, Trump instó a que el grupo vuelva a tener el formato de G8 que tenía antes de excluir a Rusia en 2014. "Deberían dejarla volver porque debemos tener a Rusia en la mesa de negociaciones", dijo.
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Tras anexar la región ucraniana de Crimea, Rusia fue expulsada de ese club de naciones ricas, que se considera a sí mismo como garante del orden político y económico mundial.
La idea fue inmediatamente rechazada. "Estamos de acuerdo en que un regreso de Rusia al G7 no es posible a no ser que se hagan progresos sustanciales en relación al problema de Ucrania. Es la posición común", declaró la canciller alemana, Angela Merkel.
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Ya furiosos por las posiciones del presidente estadounidense en materia de comercio, cambio climático y la cuestión de Irán, el G7 sufrió una nueva grieta en su unidad sobre las agresiones de Rusia.
Sin embargo durante la cumbre, Trump, que cumplió estrictamente con el protocolo, participó con una sonrisa en la tradicional foto familiar, y fue visto charlando con Merkel y con el nuevo primer ministro italiano Giuseppe Conte, a quien felicitó por su "gran victoria".
Además, sentado junto al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, aseguró ante la prensa que la relación entre Estados Unidos y Canadá "nunca había sido tan buena", y previó que los siete países podrían acordar una declaración conjunta, algo que muchos diplomáticos ponían en duda.
El mismo tono positivo mantuvo durante su encuentro privado con Emmanuel Macron. "Las cosas están avanzando en este G7", dijo el presidente francés, agradeciendo que el diálogo no se haya roto.
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Trump, en tanto, describió al mandatario francés como su "amigo" y prometió, misterioso, que "algo va a pasar" que será "muy positivo".
Líneas rojas
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El tema del libre comercio está en la agenda y representa el verdadero punto de fricción de la cumbre.
La primera sesión de trabajo grupal transcurrió según lo planeado. Trump respondió a las acusaciones de proteccionismo emitidas por la Unión Europea y Canadá, culpando, por ejemplo, a los aranceles canadienses sobre los productos lácteos u otras barreras arancelarias que enfrentan los productos estadounidenses en Europa.
Según una fuente familiarizada con esta sesión, los "Seis" refutaron las cifras del presidente de Estados Unidos. El tono se mantuvo "profesional", aunque la brecha fue amplia.
Los seis líderes quieren evitar una guerra comercial y convencer al inquilino de la Casa Blanca de que los aranceles afectarán en última instancia a la economía de Estados Unidos y al crecimiento mundial.
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Luego de su reunión bilateral con Trudeau, Trump aseguró haber progresado con Canadá en temas comerciales.
"Justin aceptó cortar todas los aranceles y barreras comerciales", bromeó sonriente el mandatario. Ya más serio, sostuvo que ambos lograron "muchos avances" y adelantó que "podría ser que el TLCAN tenga una forma diferente".
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El TLCAN es el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.
No obstante horas antes, en conferencia de prensa, la ministra canadiense de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, había sostenido que los aranceles impuestos por su vecino son ilegales.
"Canadá no cambiará de opinión ante la ilegal y absolutamente injustificada aplicación de aranceles al acero y al aluminio; no solo al de Canadá sino al de todos los aliados del G7 reunidos aquí", dijo.
Trump fue el último de los líderes del G7 en llegar a la cumbre y seguramente será el primero en irse pues tiene marcada una reunión en Singapur con el líder de Corea del Norte Kim Jong Un.
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El mandatario estadounidense es el principal blanco de las protestas callejeras que suelen realizarse durante las cumbres del G7. Manifestantes enmascarados quemaron banderas de Estados Unidos y de los otros países del grupo.